MADRID. Lo llaman reforma de las pensiones pero se trata de un recorte puro y duro, más drástico que el de otros países y presionado más por otro intento del Gobierno de calmar a los mercados que por hacer una reforma meditada y con futuro. Un recorte que se traducirá en un 20% menos de pensión para los futuros jubilados y que sufrirán sobre todo los mayores de 55 años, los jóvenes, las mujeres y los autónomos. Y un recorte que puede ser insuficiente en pocos años, si España sigue sin fomentar la natalidad y si nuestra economía no consigue crear más empleos para que coticen. Y si pensamos sólo en recortar gastos y no en subir ingresos vía cotizaciones. Claro que muchos prefieren que esos pagos extras los dirijan los españoles a los planes de pensiones privados, en vez de a la Seguridad Social.
El sistema de pensiones hay que estar siempre retocándolo: se reformó en 1.985 (con huelga general) y en 1997 (con acuerdo sindical y parlamentario). Ahora había una razón de peso para las reformas: España, como el resto de Europa, envejece: para 2060 se van a duplicar los mayores de 65 años y habrá dos personas en edad de trabajar por cada jubilado, cuando ahora son cuatro. Y eso va a aumentar el gasto en pensiones, que ronda los 110.000 millones de euros. Hasta aquí bien, pero dos precisiones. Una, el sistema no entraría en déficit, con la hucha de la SS, hasta 2029. Y dos, España es de los países europeos con menos peso del gasto en pensiones: 8,9% del PIB, menos que Italia (14%), Francia (13,5%) o Alemania (11,6%). Y seguiríamos gastando menos que la UE hasta 2060, en que ya gastaríamos más.
Hay que hacer la reforma, pero gradualmente. Incentivando a la gente que pueda para que se jubile después de los 65 años y prohibiendo las jubilaciones anticipadas (la mitad del total), como las pactadas para las Cajas con dinero público. Pero ahí entra Zapatero, queriendo de nuevo aparecer como el alumno más aplicado ante los mercados. Y no sólo aumenta la edad de jubilación obligatoria de 65 a 67 años, (hay 6 países europeos que lo han hecho y 7 que no lo han tocado o sólo incentivan ampliarla),aumentando la cotización de 35 a 37 años para tener el 100% de pensión, sino que toma otras dos medidas duras: ampliar el periodo de cotización de 15 a 25 años (más años, menos base media) y pasar de 35 a 38,5 años de cotización los mínimos exigidos para jubilarse con el 100% (sólo el 2% de los trabajadores ocupados actuales ha cotizado más de 35 años). Y sube la jubilación anticipada de 61 a 63 años, pero perdiendo un 7 % de pensión por cada año antes que uno se jubile de los 67.
En consecuencia, el recorte de la pensión será drástico: una media del 20% a partir de 2027. Y eso en un país donde la pensión media, 785 euros hoy, es el 63% de la jubilación media de la Unión Europea, según los técnicos de Hacienda. Y donde uno de cada cinco jubilados está en riesgo de pobreza.
El recorte afectará sobre todo a los españoles que tienen menos de 49 años, tres de cada cuatro trabajadores con empleo. Pero la reforma se va a cebar en cuatro grupos de españoles: jóvenes (empiezan tarde a trabajar y cotizan poco y mal), mujeres (la mitad ni trabajan ni buscan trabajo y las que lo hacen, ganan y cotizan entre un 17 y un 35% menos que los hombres), autónomos (el 95% cotiza por la base mínima) y, sobre todo, mayores de 55 años. Aquí, basten dos datos: en España sólo trabajan el 43 % de los mayores de 55 años (en la OCDE es el 52%) y sólo una de cada tres personas de entre 60 y 64 años está trabajando. Los mayores de 55 años, muchos de ellos parados sin futuro, tardarán dos años más en jubilarse. Y encima, los que están trabajando, tardarán dos años más en dejar su puesto a uno más joven, con lo que serán 240.000 empleos menos disponibles cada año.
Además de drástico y mal repartido, el recorte va a ser insuficiente. Porque el problema de España no es sólo que las pensiones se van a duplicar entre 2010 (8,8 millones) y 2050 (17 millones), sino que la economía apenas va a crear empleo y los cotizantes a la SS se van a estabilizar (de 17,6 a 19,3 millones en 2050). Ahí está el problema: hay que conseguir que trabaje más gente, lo que pasa por fomentar la natalidad y un sistema que cree más empleo. En Alemania, con menos del doble de población de España (82,5 millones frente a 47) trabajan 40,3 millones de personas, frente a 18,4 en España. O sea, que en Alemania trabaja casi la mitad de la población total (49%) y aquí sólo poco más de un tercio (39%).
Otras medidas pasarían por tocar no sólo los gastos, sino también los ingresos, por dos vías: destinar más dinero del Presupuesto a la hucha de las pensiones cuando salgamos de la crisis y aumentar algo las cotizaciones. Al final, los trabajadores tendrán que pensar en pagar a un plan de pensiones privado, para compensar el recorte de las pensiones públicas. ¿Por qué no plantear entonces que hagan un pago extra a la SS, para asegurar el sistema? Pero claro, este mensaje no les gustaría a los conservadores europeos ni a los mercados...
Al final, se ha buscado el consenso para vendernos esta reforma como la única posible. Los sindicatos se prestan a la foto del acuerdo el miércoles con mínimos logros (bajar la exigencia de 41 años a 38,5, además de dos "detalles" con las madres y los becarios). Y tanto CiU como PNV y CC dan la cobertura parlamentaria a cambio de concesiones varias para sus autonomías, sin que el PP sepa qué hacer salvo clamar ahora por quitar los privilegios a las pensiones de diputados y senadores, que está por ver. Unos y otros, como el Gobierno, han tratado de salvar la cara con un recorte que no les afecta y que va a cargar sobre las generaciones futuras, sobre los jóvenes actuales, que van a tener que trabajar desde los 26 años sin dejarlo ni un día para poder jubilarse con el 100% de una pensión recortada. "El que venga detrás que arree". Ojo: son nuestros hijos.
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Javier Gilsanz es periodista y autor del blog 'Economía a lo claro'
Un artículo muy clarividente y comprensible para cualquier lector. Se penaliza a los jóvenes, sobre todo universitarios que son los que suelen tardar más en comenzar a trabajar y a los que, además, se les suele forzar cada vez en más profesiones a ser autónomos
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