VALENCIA. Lo cual es vital para sentar las bases de una recuperación, hoy todavía lejana, por cuanto la falta de financiación sigue siendo el principal problema de las empresas españolas. Por escasa y por cara.
No se trata, en modo alguno, de echar las campanas al vuelo. El pavoroso interrogante de cómo se va a digerir la inversión inmobiliaria de una buena parte de las entidades financieras sigue pendiente, cual espada de Damocles, sobre la economía española. Pero cuando mayor sea el tipo al que estas entidades, como el Estado, consiguen financiación mayor será la presión que tendrán sobre sus márgenes, cuya evolución positiva es la única garantía de su viabilidad.
Sería ingenuo, por tanto, defender que se ha producido un punto de inflexión en la credibilidad de empresas y autoridaes españolas en los mercados interncionales. Pero sí hay que reconocer que se ha dado un paso adelante que debiera ser seguido de muchos otros. Como la continuidad del rigor presupuestario, la aceleración de la reforma del sector de las cajas de ahorro y la vigilancia real sobre el despilfarro de las comunidades autónomas que han venido haciendo de su capa un sayo. Hasta el extremo de provocar el efecto centralista tan querido a las elites madrileñas y parte de las valencianas.
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