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Julia Navarro CUATRO MILLONES

04/02/2010 La cifra produce vértigo. Cuatro millones de parados. Oficialmente la hemos alcanzado este mes de enero, aunque la realidad es que ya habíamos llegado a ella, incluso a más. En realidad rondamos los cuatro millones trescientos mil parados según las cifra que da la EPA(Encuesta de Población ACTIVA). Lo peor es que los expertos auguran que pronto llegaremos a los cuatro millones y medio. Así hemos estrenado el año.

Hace unos meses, Zapatero y sus ministros aseguraban que esta cifra no se iba a alcanzar. Claro que decía tantas cosas... tantas que no se han cumplido, sino todo lo contrario. De manera que ¿quién se acuerda de que aseguraban como imposible que se pudiera llegar a haber cuatro millones de parados? Pero ahí están, y lo peor es que las perspectivas de futuro son desoladoras.

El Gobierno ha perdido credibilidad en cuanto a sus previsiones y la oposición tampoco es capaz de mostrar que tiene una alternativa para salir de la crisis. Mariano Rajoy se ha sentado a esperar a ganar las elecciones, no porque los ciudadanos confíen en él, sino porque desconfían más de Zapatero.

Cuatro millones de parados es una cifra desoladora, porque detrás de esa cifra hay cuatro millones de personas que no saben cómo afrontar el futuro, que muchos, por la edad, han cumplido los cincuenta, no volverán a trabajar; que otros, jamás lo volverán a hacer en sus profesiones u oficios.

La crisis se ceba en los más débiles, en quienes menos formación tienen, en los jóvenes, en los cincuentones. Hay miles de familias en las que todos sus miembros están en paro y las mujeres intentan sacar a los suyos adelante como buenamente pueden. Hace unos años era difícil encontrar una empleada del hogar española, ahora son legión las españolas que se ofrecen para asistir por horas, cuidar enfermos, hacerse cargo de las casas e hijos ajenos, para obtener unos euros con los que sus familias puedan subsistir.

Y en medio de esta desolación ya digo que lo peor es no ver en el horizonte una brizna de esperanza ni en el Gobierno ni en la oposición, aunque naturalmente quien tiene la responsabilidad de afrontar la situación es el Gobierno. Sinceramente, aunque cueste decirlo, a este Gobierno le viene grande la crisis. Así las cosas, parece que sólo cabe esperar que Estados Unidos y los países locomotoras de la UE continúen saliendo adelante y que por pura inercia, algún día, lo hagamos nosotros. Aunque los cuatro millones de parados podrían responder que muy largo se les fía ese futuro.

Lo peor es la falta de confianza en Zapatero, en su equipo. La sensación es de que no saben por dónde se andan. Un día el presidente anuncia recortes de las pensiones, al siguiente sus ministros aseguran que el plan no es definitivo. Dicen lo mismo y lo contrario con una facilidad pasmosa. Y este viernes presentarán una reforma del mercado del trabajo.

Todas las declaraciones hechas por Zapatero y sus ministros regañando a quienes proponían que era necesario hacer reformas, todas las descalificaciones al Gobernador del Banco de España, que insistía en la necesidad de tomar medidas, toda la demagogia hecha estos meses pasados ahora se saldan con donde dije digo digo Diego. Enero nos ha dejado un sabor amargo con esa cifra maldita: cuatro millones de parados. Solo cabe esperar que no vayamos a más.

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