"Los casados también tienden a realizar controles preventivos de salud más a menudo"
VALENCIA. Los individuos casados están más sanos y viven más años que los solteros. Eso es un hecho (véase este artículo de Josep Pijoan-Mas y José Víctor Ríos-Rull, y este post que escribieron al respecto en VOXeu). Pero, ¿por qué? Eso es lo que intentamos contestar en un documento de trabajo reciente (aquí) sobre el que acabamos de publicar un post en VOXeu aquí y del que se ha hecho eco The Economist aquí y aquí, y sobre lo que queremos hablar en esta entrada.
¿Se trata de una relación causa-efecto? ¿O existen otras coincidencias por las que cierto grupo de individuos tiende a estar más sano y a la vez a casarse con mayor probabilidad? Si uno quiere entender las posibles consecuencias del matrimonio sobre la salud, no puede ignorar la segunda pregunta. De hecho, varios estudios de biología evolutiva indican que ciertos rasgos físicos y psicológicos relacionados con el atractivo de una persona (como la simetría) son buenos predictores de calidad genética y, en última instancia, de las probabilidades de éxito reproductivo (sobre el tema, recomendamos el famoso libro de Richard Dawkins The Selfish Gene, y el de David Buss The evolution of desire).
Para poder separar la relación causa-efecto del efecto composición mencionado anteriormente, nuestro estudio usa datos representativos de la población estadounidense en edades comprendidas entre los 20 y los 64 años obtenidos a partir de dos fuentes diferentes: el Panel Study of Income Dynamics (PSID) y el Medical Expenditure Panel Survey (MEPS). En dichos datos, como muestra la Figura 1, la brecha de salud entre casados (líneas azules) y solteros (líneas rojas) se va abriendo con la edad. Por ejemplo, entre los individuos en edades comprendidas entre 40 y 64 años, el 88% de los casados goza de buena salud, mientras que sólo el 78% de los solteros puede decir lo mismo.
Figura 1 - Porcentaje de individuos que goza de buena saludo por estado civil (PSID y MEPS)
Nota: la figura muestra la proporción de individuos que declara gozar de buena salud separando casados (líneas azules) de solteros (líneas rojas), para datos del PSID (líneas continuas) y del MEPS (líneas discontinuas). Las líneas punteadas delimitan intervalos de confianza de ± 2 errores estándar.
Más formalmente, la línea turquesa de la Figura 2 calcula el diferencial de salud entre un individuo casado y otro soltero si los dos fueran del mismo sexo y raza, y tuvieran el mismo nivel de educación, ingresos, y número de hijos. También en ese caso, la brecha entre casados y solteros se va abriendo con la edad, alcanzando un pico de 12 puntos porcentuales para individuos con edades entre 55 y 59 años.
Figura 2 - Diferencial de salud entre casados y solteros controlando por características socioeconómicas (teniendo y sin tener en cuenta salud innata)
Nota: La figura muestra el diferencial de salud de los casados respecto a los solteros para individuos de igual sexo, raza, nivel de educación, nivel de ingresos, y número de hijos, cuando no se tiene en cuenta la salud innata (línea turquesa), y cuando también se tiene en cuenta la salud innata (línea naranja). Las estimaciones se realizaron con datos del PSID. Las líneas punteadas delimitan intervalos de confianza de ± 2 errores estándar.
Hasta aquí, como decíamos al principio, el hecho. Pero esto no contesta nuestras preguntas anteriores. ¿Causa-efecto, o selección natural? Por suerte para nosotros, en el PSID entrevistan a los mismos individuos y sus descendientes cada año (o más recientemente cada dos años) desde mitad de los 80 hasta la actualidad (en realidad, los entrevista desde finales de los 60, pero las preguntas sobre salud se introdujeron en 1984). Esta dimensión temporal de los datos nos permite discernir, bajo algunos supuestos, el componente innato (o permanente) de la salud de los individuos y, por tanto, eliminar de la ecuación el proceso de selección natural que hace que los individuos con mejor predisposición a estar sanos tengan mayor probabilidad de estar casados.
El diferencial restante, marcado por la línea naranja en la Figura 2, nos marcaría, por tanto, la parte de la brecha en salud que se puede interpretar como el efecto del matrimonio sobre la salud. Como se puede observar, por debajo de los 40 años, la brecha se cierra completamente, lo que indicaría que, en esas edades, toda la diferencia observada es un artefacto de la mayor probabilidad de los individuos sanos de estar casados. En cambio, en edades más avanzadas (véase el pico para individuos de 55 a 59 años), permanece un diferencial de hasta 6 puntos porcentuales, aproximadamente la mitad de la diferencia inicial. Ello sugiere que, en esas edades, sí existe un efecto beneficioso del matrimonio sobre la salud.
En vista de los resultados, es natural formularse dos preguntas: ¿qué mecanismos hacen que el matrimonio mejore la salud?, y ¿qué evidencia existe de qué (quizás inconscientemente) nos estemos fijando en la calidad genética al buscar nuestra media naranja?
Empezando por el final, para contestar a la segunda pregunta recuperamos nuestra medida de salud innata y analizamos su distribución entre los casados y los solteros, su relación con las probabilidades de casarse en edades tempranas, y, para los individuos casados, la correlación entre la salud innata de los esposos. Nuestros resultados sugieren que los individuos con mayor salud innata tienen una probabilidad substancialmente mayor de casarse antes de alcanzar los 40 años (una desviación estándar extra de salud innata está asociada con 7 puntos porcentuales más en la probabilidad de casarse antes de cumplir los 40).
Más aún, como se reproduce en la Tabla 1, encontramos evidencia de que los individuos son selectivos a la hora de casarse. El panel superior de la tabla presentamos la proporción de parejas observadas en cada quintil de salud innata (es decir, ordenando todos los individuos por su salud innata de menos a más, el primer quintil es el 20% de la población con menor salud innata, el segundo son las personas situadas entre el 20% y el 40%, y así sucesivamente).
En el panel inferior, cogemos a todos los maridos y mujeres de nuestra muestra, y formamos parejas aleatoriamente. Como se observa, hay muchas más parejas en la diagonal del panel superior que en la del panel inferior. Por ejemplo, en los datos, el 54.2% de las parejas están formadas por dos miembros del mismo quintil de salud innata, pero si el apareamiento fuera aleatorio, solo 20.3% lo estaría. Eso indica que los individuos son selectivos, y tienden a casarse con individuos con el mismo nivel de salud innata. Es lo que se conoce como apareamiento selectivo, o assortative mating (los individuos son selectivos, y se casan con la mejor pareja que pueden conseguir).
Tabla 1 - Assortative mating por quintil de salud innata
Nota: El panel superior de la tabla muestra el porcentaje de parejas observados en cada quintil de salud innata de marido y mujer. El panel inferior distribuye todos los hombres y mujeres casados de la muestra formando parejas aleatoriamente.
Y ¿cómo funciona el efecto protector del matrimonio? Uno de los factores que investigamos es el seguro médico, que en Estados Unidos es muy importante; los individuos casados tienen mayor probabilidad de tener seguro médico. Pero no es el único factor. Nuestros resultados sugieren que los individuos casados tienden a tener un comportamiento más saludable que los solteros. Por ejemplo, entre los fumadores, los individuos casados tienen mayor probabilidad de dejar de fumar. Además, los casados también tienden a realizar controles preventivos de salud más a menudo (por aquello de tener a tu pareja fastidiándote para que mires el colesterol de vez en cuando). Sobre lo segundo, la Figura 3 muestra algunos ejemplos.
Figura 3 - Diferencial en la probabilidad de efectuar controles de salud preventivos
Nota: Las figuras muestran el diferencial en la probabilidad de efectuar controles médicos preventivamente de individuos casados respecto a los solteros estimada con datos del MEPS. Las líneas punteadas delimitan intervalos de confianza de ± 2 errores estándar.
La figura muestra el diferencial entre casados y solteros en la probabilidad de hacerse una revisión médica general, comprobar el colesterol, examen de próstata y examen mamario. Por ejemplo, en edades comprendidas entre los 50 y los 54 años, los casados comprueban su colesterol regularmente con una probabilidad 5 puntos mayor que los solteros.
En conclusión, citando el post en The Economist sobre nuestro artículo, "la próxima vez que tu pareja te fastidie para ir al médico, da gracias. Estar casado es bueno para tu salud." Al fin y al cabo, como dice la canción de Springsteen, "two hearts are better than one, two hearts girl get the job done".
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Este artículo es una reproducción autorizada de su original en el blog Nada es Gratis
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