VALENCIA. Ya hace tiempo que el sector de la cultura (y el cine en particular) hace estragos. Recientemente la fotógrafa Isabel Steva Hernández (alias "Colita") y el músico Jordi Savall rechazaron los Premios Nacionales de Fotografía y Música, respectivamente, en señal de protesta por la política cultural del Gobierno Español. El año pasado (en una entrevista recogida por Europa Press) el ministro Montoro respondía a las críticas recibidas por la reducción de las ayudas al cine en los Presupuestos Generales del Estado. En dicha entrevista, el ministro señalaba que la caída de espectadores de cine en los últimos diez años en España "no tiene nada que ver con la subida del IVA" cultural, y precisaba que "los problemas del cine no tienen solo que ver con las subvenciones, también con la calidad de las películas que se hacen y con su comercialización", entre otros factores.
Llevo una década haciendo investigación sobre la economía de la industria cinematográfica y creo que las declaraciones del ministro Montoro son, a mi juicio, desafortunadas, que necesitan justificación en el mejor de los casos, y empíricamente falsas en otros. Así pues, en esta entrada me limito a evaluar estas afirmaciones y comentar los casos de la industria cinematográfica rusa e india en competencia con la industria americana. En primer lugar, debemos aclarar qué función objetivo maximiza el Gobierno Español cuando diseña su política de apoyo al cine y la cultura domésticos.
Aquí todos vamos a estar en desacuerdo en lo específico pero creo que en líneas generales podemos converger en que esta política debería maximizar una media ponderada del bienestar presente y futuro derivado de la producción cinematográfica y cultural. Parte del presupuesto debería financiar (1) proyectos de calidad con potencial económico, (2) proyectos sin potencial económico pero que enriquecen nuestra cultura, y (3) proyectos que forman a las futuras generaciones de artistas que a su vez abaratarán (1) y (2) en el futuro.
Por un lado, el ministro afirmó que las subvenciones no eran el problema sino la calidad de las películas. Esta afirmación puede referirse a la relación de causalidad entre presupuesto y calidad, o no tener lógica alguna. Primero deberíamos concretar como medimos calidad en el cine. En la década que llevo presentando mi investigación en fórums académicos siempre me preguntan cómo mido la calidad y, da igual como responda, siempre dejo a la audiencia insatisfecha. ¿Cómo medimos calidad aquí? Si utilizamos euros recogidos en taquilla (el criterio que el ministro Montoro parece preferir), entonces el ministro tiene razón en que algunos proyectos no tienen potencial económico y no deberían recibir ayudas.
Aun así, no está claro cuánto dinero deberíamos invertir en cada proyecto. Esto es parecido al caso de la inversión en publicidad citando a John Wanamaker, comerciante y figura política de la Filadelfia de principios del siglo XX, al cual se le atribuye la frase "sé que desperdicio la mitad del dinero que empleo en publicidad, el problema es que no sé qué mitad." Sabemos que una parte considerable de las subvenciones se "pierden" en financiar pero es imposible saber de antemano que películas triunfarán en taquilla este año y cuales inversiones fructificarán dentro de cinco años.
Más allá de todo esto, existe el hecho empírico de que películas con mayores presupuestos de producción obtienen más recaudación en taquilla. No conozco ningún papel que documente esta relación causalmente, pero si existe evidencia empírica de la correlación entre ambos. Con el permiso de mi coautor Victor Fernandez-Blanco de la Universidad de Oviedo, os mostramos un gráfico aquí donde convertimos a logaritmo la recaudación y presupuesto de películas españolas que pudimos obtener del ministerio (y por lo tanto disponibles al ministro Montoro) y otras publicaciones como notas de prensa. La correlación es a priori bastante positiva entre ambos datos, no os parece?
Otra medida de calidad usada en esta literatura es la asistencia a festivales de cine, nominaciones y premios. El ministro no menciona esto en su discurso, pero hay que reconocer que este indicador también ha bajado en los últimos años. Esto puede deberse a que la calidad ha descendido, o a que se han retirado ayudas para subvencionar la asistencia a festivales y concursos.
En el año 2012 el gobierno financió 182 proyectos de los cuales únicamente 131 fueron estrenados (los años anteriores son similares). Son las comunidades autónomas con lengua propia (Cataluña, País Vasco, Comunidad Valenciana, Galicia) las que producen un mayor número de películas (pero menos que Madrid). Por lo tanto, uno podría argumentar que parte del presupuesto se invertía en la pluralidad de culturas que conviven en España (el objetivo (2) citado arriba).
Como el ministro Montoro ha declarado que no se va a financiar producto que no vea mercado, este criterio para medir la calidad dejará de tomar relevancia. En resumen, parece ser la que el ministro no valora la riqueza cultural y el futuro de nuestro cine, y que únicamente se fija en el rendimiento comercial, pero aun así su nueva visión tampoco es consistente con la potenciación en taquilla de películas producidas dentro de nuestras fronteras.
Dejando de lado el lado de la oferta, ahora me concentro en la demanda. El ministro también afirmó que la subida del IVA no tenía ningún efecto en la venta de entradas. Yo entiendo de donde viene su argumento: la venta de entradas de cine había empezado a bajar antes de la subida del IVA. Eso no quita que una subida del IVA no haya empujado a la baja aún más la venta de entradas de cine. Decir que el consumidor medio en España tiene una demanda inelástica de cine es una barbaridad.
Obviamente es muy difícil estimar la demanda de cine más que nada porque es difícil encontrar variación en precios que no responda a variación en producto (se paga lo mismo por ir al cine y ver La Guerra de las Galaxias que la última de Bud Spencer). Pero sí que es cierto, que en Noviembre de 2013, hubo episodios de una miniguerra de precios en España que demostró que la demanda del consumidor español de cine no es inelástica. El ministro Montoro se debería preguntar porque la demanda de cine bajó antes de la subida del IVA, y la respuesta venga de que con el inicio de la crisis los consumidores hayan optado por la descarga y consumo ilegales de cine. En resumen, la demanda de cine es de todo menos inelástica.
Ante todo esto, ¿qué puede hacer este gobierno para mejorar el rendimiento económico en taquilla de nuestras películas (si esto es lo que importa según las palabras del ministro)? Por un lado está la experiencia de India que es el mayor productor cinematográfico del mundo en un país que predominantemente consume producto doméstico. ¿La razón? Los precios son bajísimos y la gran mayoría de la población no tiene televisión en casa así que no existen otras alternativas de entretenimiento. Como dudo que restringir el número de alternativas de ocio sea viable, quizás la lección sea bajar los precios (o no cargar impuestos).
Finalmente, tenemos el caso de Rusia, más parecido al nuestro por la importante presencia de cine norteamericano en sus pantallas. En el 2013, su cine tuvo mucho éxito de taquilla incluso desplazando a los filmes americanos. El secreto de este éxito relativo al caso del cine español no es la mayor calidad de directores, productores, actores y actrices. El secreto de este éxito es mayor financiación (en su caso petróleo). Pues bien, envalentado por este éxito y la ruptura de relaciones diplomáticas con Occidente por el conflicto ucraniano (esto es mi opinión y nadie más), el gobierno ruso ha propuesto reducir la cuota de cine extranjero a un 50% con una clara víctima, Hollywood. Esta propuesta ha generado debates de todo tipo y muchos han condenado estas políticas porque reducirían los incentivos de cineastas rusos a producir su mejor cine y también porque la industria exhibidora no podría sobrevivir sin la presencia del cine americano.
¿Qué hacer en España? Dado que España se encuentra en la UE y se ve limitada por los programas y regulación europeos, no está claro cuáles son las mejores vías a seguir y es ciertamente una muy difícil tarea para el ministro Montoro dado además la presente coyuntura política y económica. De lo que sí que estoy convencido es que menospreciar la calidad del sector y la sensibilidad del bolsillo español a subidas de precios no es una buena manera de empezar.
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