VALENCIA. Casi el 90% de las empresas que exportan en nuestro país son medianas o pequeñas empresas. Aunque su peso en la balanza comercial no es muy grande, lo cierto es que su internacionalización es fundamental para el desarrollo de su competitividad y la adecuación de su estructura, así como para la profesionalización de su organización y el desarrollo de sus productos.
No olvidemos que vivimos en el mercado global, allá donde exportemos nuestra empresa, nuestra marca, deberemos mejorar nuestros niveles de calidad. E, independientemente del éxito cosechado, la internacionalización nos aportará fortaleza, consolidación y enriquecimiento empresarial.
Como en otras cuestiones, España llega con cierto retraso a esta aventura, en comparación con colegas europeos. Y ello es así debido al alto grado de riesgo inversor que implica, paliado, en buen número de veces por las dosis de fortaleza y optimismo de muchos emprendedores. El mantenimiento de las estructuras necesarias para extender sus brazos al comercio internacional exige un elevado capital en el que el apoyo de las instituciones se erige como fundamental para la pequeña y mediana empresa.
A la hora de lanzarse a la aventura internacional, las pymes empresas españolas deben validar algunas cuestiones:
1. Nuevo entorno. Es importante ser conscientes de que a pesar del mundo globalizado, vamos a trabajar en un entorno diferente, donde imperarán otras normas culturales que debemos observar y aplicar.
2. Estar convencidos de ser una empresa global: Que todas las personas de la empresa entiendan y en su mayor parte compartan la aventura internacional.
3. Contar con los miembros del equipo clave en el nuevo destino: Es un gran reto que requiere de esfuerzo personal.
4. ¿Es realmente el momento de internacionalizar? Aunque queramos, a veces no es el mejor momento, y hay que analizar internamente si estamos dispuestos a destinar los recursos necesarios y a dedicar el esfuerzo que necesita.
5. Aumenta la complejidad del negocio. Parte del negocio estará fuera de nuestro control, al menos, de una forma directa. La empresa debe tener estabilidad tanto económica, financiera y operativa para acometer el proyecto.
Testeado todo lo anterior, es momento de ponerse manos a la obra y pensar en el plan de acción, para comenzar a establecer objetivos y resultados. En una primera fase, es importante seleccionar bien nuestros primeros destinos, con el objetivo de no errar. Es mejor ir poco a poco y no intentar acometer varios mercados a la vez. Es mucho más acertado elegir los destinos que tienen mayores posibilidades de éxito.
Esta fase también es momento de revisar constantemente resultados y testear que vamos por el buen camino. Es un momento de aprendizaje continuo que debe servir de retroalimentación para matizar el plan general, realizar cambios en la organización y desarrollar los pasos sucesivos.
En conclusión, lograr la internacionalización con recursos escasos requiere de gran flexibilidad por parte de los gestores de la compañía. Es imprescindible abrir la compañía a terceros colaboradores así como a directivos con talento que quieran crecer con un proyecto en el que crean, genera la doble vertiente de crear oportunidades para retener talento pero por otro lado que la gestión sea menos centralizada.
__________________________________
*Tomás Guillén
es socio director
de Ifedes
Actualmente no hay comentarios para esta noticia.
Si quieres dejarnos un comentario rellena el siguiente formulario con tu nombre, tu dirección de correo electrónico y tu comentario.
Tu email nunca será publicado o compartido. Los campos con * son obligatorios. Los comentarios deben ser aprobados por el administrador antes de ser publicados.