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VALENCIA. Lamento decirlo, pero yo ya sabía mucho antes del verano que en Octubre de este año iban a pasar cosas muy gordas. No es videncia, es mera estadística aplicada al devenir histórico. La mayoría de los grandes acontecimientos que cambiaron el mundo, se produjeron en este maldito mes. El por qué, no es fácil saberlo, pero algo debe ayudar sin duda el hecho de que es el periodo del año en el que en todo el hemisferio norte (a excepción de la Comunidad Valenciana) se acaba definitivamente el verano, y nos inunda una cierta sensación de melancolía, o, si se prefiere, de "fin de ciclo". Aunque también, a fuer de ser precisos, es el mes en el que empieza un nuevo curso, lleno de incertidumbre y aventuras, que suele invitar a la excitación y al optimismo.

Por eso, los sucesos que acaecen en Octubre suelen ser tan esperanzadores, unas veces, y tan deprimentes, en otras. Algunos, incluso, son ambas cosa a la vez; y unos cuantos, en fin, parecen esperanzadores al principio, pero acaban llevándonos más pronto que tarde al abatimiento y a la postración.

Por ejemplo, el "jueves negro" de la bolsa de Nueva York (24 de Octubre de 1929), al que siguieron el "lunes y el martes negro" (28 y 29), marcó el inicio de la Gran Depresión, pero también cambió para siempre el curso de la Humanidad toda. Para bien, porque aparecieron remedios que la Economía ortodoxa negaba hasta entonces, pero también, para mal, porque dio paso a la 2ª Guerra Mundial. El hecho de que ahora, 85 años después, estemos a punto de cometer los mismos errores, puede ser muy triste, pero no le resta un ápice de importancia al evento.

Octubre fue también el mes de la Revolución que dio paso a la creación de la URSS en 1917, y al ascenso del "comunismo". Un sistema político-económico abocado inevitablemente al fracaso, que, sin embargo, hasta la caída del Muro en 1989, estuvo compitiendo a cara de perro con el capitalismo, obligando a éste a introducir reformas sociales que, con bastante probabilidad, no se hubieran producido en su ausencia.

El hecho de que América fuera descubierta por Colón en octubre de 1492, demostrando así que la Tierra no era plana, y que uno podía viajar tranquilamente hacia el Oeste sin caerse por un precipicio, no fue ninguna tontería. ¿O es que alguien duda de que la Historia de la Humanidad hubiera sido muy diferente si no hubiéramos sabido que América estaba allí?

Para empezar, fue en el interior de ésta (concretamente, en California), casi 500 años después (Octubre de 1969), desde donde se envió el primer correo electrónico entre ordenadores. La palabra elegida fue "login", aunque solo llegó "lo" por falta de memoria suficiente en el receptor. Hoy, tan solo 45 años más tarde, disponemos de toda la memoria que deseamos, las nubes virtuales campan por el ciberespacio, y tenemos hasta botones del pánico, para que los corruptos puedan borrar la información desde cualquier punto del planeta en el que se encuentren. ¡Y todo, gracias a Cristobal Colón y su descubrimiento de Octubre!

Pero hay muchos más eventos otoñales que son dignos de mención, y, sin los cuales, ahora no estaríamos aquí. O quizá sí, pero no del mismo modo. Como la batalla de Lepanto de 1571, o el Concilio Vaticano II de 1962, la revolución de Asturias, la riuá de Valencia de 1957, o la proclamación por Lluis Company, en Octubre del 34, del Estat Catalá, dentro, eso sí, de la "República Federal Española" que todo hay que decirlo. Veinte años más tarde, en Octubre de 1955, nació Bill Gates, y en Octubre de 2011, nos dejó Steve Jobs. Hasta la Constitución española, que podía haber elegido cualquier otra fecha del calendario, se aprobó en aquel Octubre de 1978, ahora ya tan lejano.

O sea, que puestas así las cosas, no era descabellado esperar que este Octubre de 2014 sucediera algo importante, como la crisis del ébola, la Operación Púnica, el descubrimiento de las tarjetas black, el fulgurante ascenso de Podemos, o algún otro gran evento que pusiera en cuestión el Sistema todo, y provocara ese interés tan súbito de los partidos por luchar contra la corrupción, tras vegetar éstos a la sombra alargada de un ciprés durante lustros. El hecho de que algunos de dichos eventos puedan llegar a ser, o no, el ébola de nuestra democracia (Rosa Díez, dixit), es algo que solo sabremos el año próximo, cuando aquí estemos celebrando nuestra patriótica fiesta de la Comunidad Valenciana, que, como todo el mundo sabe, es, atención, ¡el 9 de Octubre! Que también es casualidad.