VALENCIA. Comprendo la irritación de todos aquellos que dicen estar hartos de que quienes, como yo, dedicamos una parte de nuestro tiempo a opinar sobre la situación económica de España en general y de la Comunidad valenciana en particular, no hagamos otra cosa que propagar el pesimismo, criticando a todo lo que se mueve, como si únicamente nosotros tuviéramos la solución a todos los problemas, y como si, aquellos que verdaderamente tienen la responsabilidad de solucionarlos, fueran poco menos que unos incompetentes, por no decir unos tontos de remate.
Llevan razón... en parte. Es evidente que no es lo mismo predicar que dar trigo; como tampoco es lo mismo gestionar en la práctica los asuntos públicos, que explicar en una pizarra, ante un auditorio poco informado, cómo éstos deben de ser gestionados.
Pero sólo en parte, porque, para empezar, no se puede descartar de antemano la hipótesis de que quienes han gozado de la oportunidad de gobernar esta perdida, engañada y maltrecha generación, sean unos incompetentes. Ha ocurrido otras veces en la Historia. Del mismo modo que ha ocurrido todo lo contrario.
A modo de ejemplo, sería ilustrativo comparar, en términos de progreso y de eficacia en la construcción europea, aquella primera generación de políticos llamados Schuman, Monnet, De Gasperi, Adenauer, Churchill, Spaak o Spinelli, e incluso la segunda, encabezada por Delors, Kohl, González y Mitterand, con esta pandilla actual de líderes sobrevenidos, encabezada por Merkel, y cuya guía de actuación bien podría resumirse en la popular frase ¿qué hay de lo mío?, acuñada, por cierto, con notable éxito por los británicos, desde el minuto uno de su incorporación a la UE.
¿Quieren saber la diferencia?: aquellos tenían un objetivo a largo plazo para los europeos, una estrategia y, sobre todo, un plan para instrumentarla. Éstos, sin embargo, se mueven por el tacticismo rampante, la improvisación y la próxima cita electoral. Europa es lo que es hoy no porque mayoritariamente esté gobernada por conservadores o socialdemócratas, sino porque está gobernada por dirigentes incompetentes que no ven más allá de sus narices.
Y la prueba de que esto es así es que han tardado siete largos años en darse cuenta de que la austeridad, llevada al extremo, nos aboca inevitablemente a la recesión, y que sin demanda efectiva no hay empresas viables ni crecimiento que valga; aquí, en Alemania, y en Sebastopol. ¿O es que alguien puede explicar, entre otras muchas cosas inexplicables, por qué el Banco Europeo de Inversiones redujo drásticamente sus intervenciones desde 2008, precisamente cuando más falta hacían?
Y no es solo en Europa. Aquí, en España, los políticos que gobiernan muestran contradicciones que solo los torpes (o los muy cínicos) serían capaces de soportar. Se predica continuamente la importancia de las empresas y de los emprendedores, mientras se les ponen todo tipo de trabas administrativas y burocráticas para dificultar su creación. Se proclama la bondad del mercado y de la libre competencia, mientras se tolera la corrupción (uno de sus principales cánceres); se apoya a los oligopolios, o se interviene en multitud de dichos mercados, al margen de los criterios de eficiencia que debe regir el ejercicio de la regulación pública.
Se externalizan los hospitales por parte de los responsables políticos asumiendo su incapacidad para gestionar los servicios públicos sin que se sientan aludidos por ello, limitándose simplemente a secundar esa falacia tan extendida de que el sector privado, por definición, siempre es más eficiente que el público. Sin que nadie, nunca, haya demostrado, caso por caso, que ello sea cierto.
Naturalmente, si hacemos caso de los discursos, el entusiasmo que nuestros dirigentes muestran por la ciencia y a la investigación está fuera de toda duda, ¿quién podría negar, a la altura del S. XXI que hay una más que evidente correlación entre las inversiones en I+D+i, la renta per cápita de los países y su nivel de empleo?, y sin embargo, los presupuestos en estas partidas se reducen año tras año, porque... esperen un momento, ¡nadie lo sabe!. ¿Austeridad, quizá? No, porque hay una extensa lista de gastos estructurales cuasi inútiles de los que no quieren prescindir (diputaciones, consejos consultivos, Senado, asesores, televisiones públicas en comunidades monolingües...), por mucho empeño que los críticos pongamos en señalarlos.
Y luego, claro, está la cultura, las artes, la producción audivisual, etc.; que vale, sí, son un nido de rojos (como la Universidad, los intelectuales, y todo eso) pero que experiencias como en California, impulsadas por el sector privado, o como en Francia, más orientadas por el sector público, demuestran que se trata de un sector de actividad económica pujante, con un elevado valor añadido, y fuertemente creador de empleo de calidad. ¿Y cuál es la respuesta del gobierno liberal, defensor a ultranza de la empresa, y empeñado en la creación de empleo como nadie?: efectivamente, subirles el IVA hasta el 21%. Se puede ser más incompetente, sí, pero reconozcamos que lo ponen muy difícil.
En fin, que no pasa nada por criticar si hay suficientes argumentos para ello, y pueden explicitarse las alternativas. Al fin y al cabo, denunciar que las cosas están muy mal no es, contra lo que mucha gente piensa, una actitud pesimista, sino todo lo contrario: optimista. Viene a demostrar que el margen de mejora es casi infinito, y que para lograrlo, tan solo hay que cambiar de gestores de la cosa pública, una y otra vez, hasta dar con quienes estén verdaderamente capacitados para ello. Es el conocido método del "prueba y error" que tantos frutos ha dado en el campo de las ciencias naturales, y que debiera ser extrapolable, con urgencia, a la política.
En cualquier caso, si usted no quiere participar en el juego, tampoco pasa nada. Como muy acertadamente sentenció Jardiel Poncela: "Hay dos formas de alcanzar la felicidad: una es hacerse el idiota. La otra es serlo". Yo siempre preferiré la primera. Aunque cada uno es libre de elegir su propio camino.
Durante muchos años dudé si eran incompetentes o simplemente deshonestos y avariciosos. Nunca pude concebir que tanta torpeza pudiera existir, así que pensaba que debía de ser la rapacidad inmoral la que les movía. Luego contemplé asombrado como en esa carrera avariciosa estaban matando a “su” gallina de los huevos de oro. Por eso hace tiempo que en España llegué a la conclusión de que son ambas cosas. A nivel europeo, recomiendo la lectura del libro del prestigioso ex ministro de finanzas búlgaro Simeon Djankov, “Inside the Euro Crisis: An Eyewitness Account ( Dentro de la crisis del Euro. La visión de un testigo)”. Aterrador.
Buenos días: su artículo resuma un razonamiento logico por todos sus costados. Los otros dias en la entrevista a Hernandez Mancha dijo "no vamos a descender a la basura" pero, para una conversación intelectual es correcto pero,cuando estamos inundados de porqueria que nos sale por la nariz,debemos precindir de lo intelectual y ver la realidad.Y si no fuera por los periodistas de verdad todos estos temas no hubieran salido a la luz.Me imagino que habrá mas pero, quizas sea "conveniente" destensar un poco la cuerda porque no sé hasta donde pueden los ciudadanos seguir recibiendo "por fasiculos" toda la porqueria acumulada. El "lobo" tan temido de "Podemos" está ahí y si se siguen aflorando escandalos no necesitarán ni hacer campaña electoral.Pero, entre tantos ineptos y chorizos hay gente honrada,politicos honrados y al menos por eso deberiamos confiar que, finalmente algo saldra positivo de todo esto.- Atte Alejandro Pillado Marbella 2014
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