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VALENCIA. Desde 2010, los colegios profesionales, sobre todo los de ingeniería, hemos tenido que adaptarnos a las directivas europeas de servicios que desde ese año han sido traspuestas de una manera sui generis al ordenamiento jurídico español.

Nuestro marco de referencia legal ha sufrido importantes modificaciones. Entre los cambios más significativos está, sin duda, la no obligatoriedad del visado, lo que redujo drásticamente el control del ejercicio profesional, así como de los ingresos de nuestras entidades hace ya cuatro años.

A ello se ha unido el Plan Bolonia, implantado en prácticamente todos los cursos, que ha cambiado la denominación de los estudios y los másteres. Y por si fueran pocas modificaciones, todo esto ha ocurrido en un contexto de crisis financiera y económica sin precedentes.

Los colegios hemos tenido que adaptarnos a esta nueva realidad. En el caso del COIICV, las tres demarcaciones -Castellón, Alicante y Valencia- estamos ante una auténtica reinvención del colegio, aunque siempre permanece un objetivo de base: la razón de ser del colegio es la profesión. Somos un colectivo amplio, con presencia en múltiples espacios de la sociedad. El carácter generalista de nuestra formación nos hace ser, a nuestro modesto entender, una parte importante de la sociedad civil. Estamos para velar por el trabajo de nuestros profesionales en sus respectivos ámbitos y para ofrecerles diferentes servicios: formación, defensa de la profesión, bolsa de trabajo, planes de empleo para jóvenes, seguros de responsabilidad civil, certificación profesional IP(r)... Y también buscamos fórmulas de networking para fomentar la relación y el intercambio de conocimientos entre nuestros colegiados. Una mejor capacidad de nuestros profesionales beneficia a la sociedad en su conjunto.

Nos enorgullece la alta valoración que los ingenieros industriales españoles tenemos en todo el mundo. Algo que es reconocido día a día en estos momentos de diáspora y que queremos mantener. Como es sabido, la industria es el sector que proporciona empleos estables dignos y no estamos descubriendo la pólvora si decimos que genera una sociedad cohesionada, en la que sus miembros pueden hacer planes de vida y disfrutar del estado de bienestar. Por eso, junto con otros colectivos, tenemos una dimensión social importante. El colegio está siempre dispuesto a colaborar con la Administración en el ejercicio de sus competencias.

De entre las diferentes líneas de trabajo del colegio, queremos destacar la reindustrialización, cuyo grupo de especialistas se reúne periódicamente para aportar ideas y ponerlas en conocimiento de la Administración. El Observatorio Industrial de la Comunitat Valenciana, cuya primera edición fue presentada hace unos meses por nuestro colegio, contribuye a hacer una radiografía del sector y tuvo un impacto importante.

Otro elemento clave para nosotros es el Corredor Mediterráneo, una infraestructura que va a facilitar una conexión fundamental y privilegiada entre importaciones y exportaciones de los sectores imperantes y del sector logístico. Tenemos una oportunidad para crear nuevos modelos de negocio, como la producción o ensamblaje intermedio a través de prefabricados. El corredor ofrece muchísimas oportunidades en un mundo cada vez más global y más complejo y es una herramienta que, utilizada adecuadamente, puede ayudar a generar riqueza y empleo.

Desde hace quince años, el colegio trabaja para que los agentes que forman parte del sector productivo logístico o bienes de equipo, usuarios potenciales de la infraestructura, planifiquen su adaptación a este nuevo medio y que cuando esté disponible se le pueda sacar el máximo rendimiento. También trabajamos para conseguir legislación común en los países europeos por los que transcurre el trazado y así conseguir que las reglas sean las mismas en Suecia, Francia o España. El espacio ferroviario único europeo exige unificación de materiales móviles, de los requerimientos técnicos y de la legislación europea. El premio, una intermodalidad que ofrece posibilidades insospechables para corregir satisfactoriamente el hecho de que estamos alejados de los mercados de consumo centroeuropeos.

No quiero despedirme sin hablar de los ingenieros más jóvenes. A través de la Cátedra de Empresa convocamos premios y ayudas para ellos. Estamos atentos a Bolonia y a los nuevos títulos máster. El contacto con ellos nos permite conocer de primera mano sus dificultades para la obtención de empleo y estamos trabajando para, en enero de 2015, disponer de un ambicioso plan de empleo que facilite a los jóvenes su inserción en el mercado laboral.

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* Miguel Muñoz es decano del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de la Comunitat Valenciana