VALENCIA. El día de la inauguración del Palau de les Arts, Santiago Calatrava se mostraba ufano del coste del trencadís: 72 euros el metro cuadrado. "Es muy barato", decía. Calculadora en mano, si se multiplican los 8.000 metros cuadrados de la cubierta por 72 sale el importe de material: 576.000 euros, sólo en el exterior. ¿A cuánto ascendió su instalación? En la Generalitat no encuentran el apartado del presupuesto donde está escrita la cifra final. Sólo se pueden hacer especulaciones.
No sé sabe ni tan siquiera cuánto cuesta retirarla. Según la Generalitat ascendería a tres millones de euros. La obra ahora la van a hacer Dragados y Acciona, las dos empresas que construyeron el edificio. Dicen que será menos. En principio, sin el beneficio industrial, el presupuesto bajaría a 2,7 millones. En Dragados hay quien espera que incluso baje de los dos millones.
Fue decisión del arquitecto instalar el trencadís, pese a los informes que realizaron los técnicos de la Ciudad de las Artes y las Ciencias advirtiendo un hecho: era imposible colocar cerámica sobre acero. Calatrava hizo caso omiso a sus recomendaciones, estudios y encontró una empresa de ingeniería que le aseguró que la cerámica se fijaría sobre el acero. La cuadratura del círculo. Pero el círculo no cuadra. Nueve años después, se le ven las grietas y se ha caído un trozo. Grande.
ARQUITECTURA PARA LAS MASAS
En su libro Colapso, Jared Diamond resume la desaparición y problemas a los que se enfentraron y enfrentan diferentes civilizaciones. El capítulo más espectacular es el dedicado a la isla de Pascua. En él se cuenta como ascendieron al poder las elites. "(...) Prometían traer prosperidad y cosechas abundantes. Refozaban esa ideología con ceremonias y una arquitectura monumental concebida para impresionar a las masas".
La política económica y cultural en la Comunidad Valenciana de los últimos veinte años parece de ese tiempo y lugar. Se ha basado en los fuego artificiales, en la apariencia, en impresionar a las masas con grandes edificios. Al menos eso es lo que sostiene un productor cinematográfico valenciano afincado hace años en Madrid. Desde allí contempla todos los acontecimientos que se suceden en la Comunidad y dice que demuestran que "la cultura que se ha practicado en esta tierra es la del continente, no del contenido; todo ha sido superfical. La imagen de Valencia está por los suelos", asegura.
Es ahí donde entraría también el trencadís, ese trencadís superficial, que se desgaja y que no estaba en el proyecto original. Como tampoco estaba previsto el sobrecoste del patio de butacas. Las sillas fueron diseñadas ex profeso por el arquitecto. Incorporan la más avanzada tecnología, subtítulos en varios idiomas. Según confesaba el propio Calatrava durante la inauguración, valían cada una 6.000 euros. El escenario principal tenía el día de su apertura 1.750 butacas; costó 10,5 millones de euros. Las 454 butacas del Teatro López de Ayala de Badajoz costaron 150.000 euros en 2007; cada una salió por poco más de 300 euros, veinte veces más baratas que las sillas de Calatrava.
Los gastos imprevistos y los problemas con las construcciones de Calatrava han sido constantes en las últimas dos décadas. Quedan bien reflejados en el documental que dirigió Fredrik Gertten sobre la construcción del rascacielos residencial de Malmo Turning Torso. En él se relata como Johny Orbäck, presidente de HSB Malmo, fue despedido por los sobrecostes, por encima de los 40 millones de euros. Al final del documental, Calatrava critica amargamente y dice: "Suecia no es un lugar para visionarios".
Valencia parece que ahora tampoco. La amenaza de la demanda que enarboló desde el primer día el Consell, por boca del conseller de Economía, Máximo Buch, era la demostración de que al arquitecto se le había agotado el crédito en la Generalitat. Ese mismo Consell y ese mismo conseller que durante un año no habían hecho nada, reaccionaban anunciando pleitos.
Tras las demandas de Oviedo (donde Calatrava ha recurrido la condena a pagar 3,2 millones de euros por desperfectos en su Palacio de Congresos) y de las bódegas Ysios de Domecq en Álava (le piden dos millones por daños en su tejado), la de Valencia podía haber sido la tercera en España.
VENECIA LE PRESENTA UNA NUEVA DENUNCIA
En el extranjero Venecia abrió el camino cuando su Tribunal de Cuentas decidió juzgarle por los sobrecostes del polémico Puente de la Constitución. El mismo había pasado de un presupuesto de 3,8 millones de euros, a otro de 6,7 millones para acabar costando cerca de 11,2 millones.
Según informaba la prensa italiana este domingo, el ayuntamiento de Venecia ha solicitado a sus abogados que reclamen además 464.000 euros por los defectos del proyecto del citado puente. Esta cantidad estaba incluida en un informe anterior que habían realizado profesores de la Universidad Politécnica de Turín para el juez del Tribunal de Venecia Francesco Spaccasassi y en el que se hablaba de "carencias" en la proyección.
En ningún caso Calatrava dio su brazo a torcer. Ni en los anteriores, ni en Bilbao donde ganó 30.000 euros como compensación por los cambios que hizo el ayuntamiento de su puente. El caso del Palau de les Arts ha sido especial: es la primera vez que Calatrava ha asumido su responsabilidad. Esta asunción ha sido precisamente con algo que no era exclusivamente culpa suya. De hecho el dedo acusador del Consell ha señalado también a la empresa encargada de diseñar el mortero y a las constructoras.
Así lo cree un antiguo colaborador suyo quien recuerda cómo el edificio ha sido objeto de constantes improvisaciones. El restaurante mirador que se tenía que haber ubicado en la planta intermedia, dejó de ser mirador porque las cotas de altura se midieron mal y las ventanas quedan tapadas por las alas del edificio. El Auditorio Superior iba a ser un espacio al aire libre y se cerró después. La misma lámina de agua que rodea un lado del edificio, fue proyectada sin previsión.
El día antes de que se inaugurase el Palau de les Arts Calatrava se maravillaba del efecto de la luz del atardecer sobre la lámina de agua. "Pues sí que queda bien", le dijo a su jefe de obra. Tanto que Disney quiere usarlo de decorado para su fantasía Tomorrowland.
Este lunes está previsto que, tras la reunión del consejo de administración de CACSA, el conseller de Economía dé cuenta de las decisiones que se van a tomar sobre la cubierta del edificio. Este lunes también comienzan las obras de un edificio que nunca se acaba.
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