Es una pesadilla. Pasa el tiempo, el concepto 'Valencia' se desmorona y las reacciones de quienes deberían rescatarlo reproducen una y otra vez los comportamientos que lo fulminaron
VALENCIA. Uno de los ejemplos más clarificadores de este panorama es lo que está ocurriendo con la empresa privada Valencia CF SAD. Arruinada y con un saco de deudas producto del modelo de gestión aburbujada de los primeros años dos mil y de una conjunción de empresarios cortos de vista y de políticos visionarios, el club ha avanzado con paso firme durante los últimos años hacia un precipicio de ruina que solo un improbable comprador con los ojos vendados y los bolsillos llenos podría solucionar (o un desaprensivo, que todo hay: en el futbol espalol pueden encontrar algunos ejemplos).
Y todo ha ocurrido ante los ojos cegados de una masa enfervorecida de seguidores y los gestos espasmódicos de políticos que no quieren llenarse de antipáticas salpicaduras ante la respuesta coherente que hace años tenían que haber ofrecido: el Valencia es una empresa privada que debe comportarse como tal haciendo frente a las consecuencias de sus actos y ante la que el sector público solo puede tratar con un cariño limitado. Pues bien: lo han hecho tan mal que el club está aniquilado, deportiva y financieramente. Chapeau a sus directivos y a los políticos que lo transportaron en volandas a fuerza de proyectos y créditos imposibles en medio del aplauso de 'la afición'.
Un esquema paralelo a lo ocurrido con toda la economía regional, conducida por gestores incapaces -especialmente en el terreno financiero y en la empresa pública- apoyados por gobernantes negligentes, hacia el vacío en que se sitúa en estos momentos, intervenida fiscalmente, eliminadas sus bases financieras -Bancaja, CAM, Banco de Valencia y Ruralcaja- y con una deuda acumulada que la impedirá durante lustros recuperar un nivel digno de autocontrol. Y todo ello ante la indiferencia, cuando no la aquiescencia, de una burguesía acomodada y una porción mayoritaria de electores desinformados.
Hace dos años, con la llegada a la Presidencia del Consell de Alberto Fabra y el 'empuje' de los primeros amagos de impago de nóminas y deuda, heredados de Camps, parecía que al menos las formas de la Administración autonómica iniciaban un cambio hacia la normalización y la modernidad. Se puso fin al saqueo sistemático del tesoro público, volvió cierto grado de sensatez a donde no debería haber faltado nunca y una nueva fórmula de gestión pública, forzada por la gravedad de la situación más que por convencimiento, intentó enderezar los desastre que asolaban la Generalitat con la vista dirigida al conjunto de los intereses generales.
Uno de las primeros síntomas de este amago de cambio se plasmó en la gestión de la ya extinta RTVV, ese genuino polo de morbosa atracción sociocultural. Por primera vez después de diez años de avisos desoídos de la Sindicatura de Comptes, la Generalitat asumió que la empresa estaba sobredimensionada y procedió a un relevo en su cúpula directiva cuya misión sería redimensionar a proporciones asumibles esa inmensa agencia de colocación de parientes del PP en que se había convertido. Abordadas 'las formas', se fue a por 'el fondo' dotando al ente de una dirección profesional no estrictamente dependiente del Consell, que gestionase sus contenidos con austeridad y tino, una tarea ímproba pero posible.
El espejismo duró poco. El encargo del diseño y elaboración del ERE a los mismos directivos anteriores que se habían mostrado incapaces de actuar con honradez profesionalidad al frente del 'engendro RTVV', condujo inevitablemente a su fracaso en manos del nuevo equipo gestor, precipitando por parte de Presidencia de la Generalitat una irreflexiva pero al mismo tiempo calculada orden cierre de una de los enseñas de la personalidad autonómica de los valencianos.
Si, claro que renegábamos -y renegamos- de Canal 9, pero solo de ‘aquel' Canal 9, no de la televisión autonómica que se merece una sociedad moderna del Siglo XXI. El Consell de Fabra, desprovisto de cintura política y sensibilidad autonómica, tiró por la calle de enmedio avergonzando ante el resto de España al conjunto de la sociedad valenciana. Confundir dureza con firmeza es señal de soberbia e inmadurez y con la televisión autonómica se confundió la firmeza necesaria para enderezarla con la dureza de una medida de claro signo autoritario. Y de paso, un flaco favor a la industria y a la cultura regionales.
Con Canal 9 se apagó otra parte importante del orgullo de 'lo valenciano', ya castigado tras la pérdida infame de los bancos y las cajas. Ahora, según parece, nos espera Televisión Española, y puede que hasta TV3. Vaya planazo: presenciaremos como televidentes la versión centralista de los hechos, o la catalanista, pero nunca la valencianista. O sea, retrocedemos a una casilla situada treinta años atrás.
Retomando el ejemplo del Valencia CF, nos encontramos otra vez ante la pesadilla de la confusión entre los intereses generales y el interés partidario, y ya llevamos 18 años de múltiples intereses partidarios -y personales, claro está- con el Partido Popular, como los hechos demuestran cabezonamente una y otra vez.
La gestión del club que supuestamente reúne la esencia de la valencianía ha sido de aficionados. Y no solo al futbol. No me digan que no les ha parecido lamentable el espectáculo de la alcaldesa de Valencia vociferando su oposición a la venta de una empresa que ha tirado millones por la borda, se ha endeudado lo inconfesable por el manirrotismo de sus directivos y la permisividad de los políticos (incluida la propia alcaldesa, que maniobró para favorecer una obra faraónica que ni ella ni los otros han sabido consumar), en lugar de reclamar la vuelta al orden natural para que cada quien cargue con sus responsabilidades.
Se llega incluso al extremo de amenazar a Bankia -un banco público cuyos intereses son también los de todos los contribuyentes- e incluso a su gran presidente, José Antonio Goirigolzarri, con azuzarle a la afición/clientela si lleva adelante su obligación de salvaguardar los intereses de la entidad, que al fin y a la postre es la única que en todo este gallinero ha puesto dinero en el Valencia (ni Fundación, ni club, ni ayuntamiento, ni Generalitat). Esto no debería estar pasando, pero lo está haciendo...
Siempre el mismo sonsonete, la misma cantinela, el mismo patrioterismo fatuo e inútil que avergüenza a quienes día a día nos entregamos al trabajo cotidiano para sacar adelante nuestras empresas... y pagar nuestros impuestos. Pasan los años y todo sigue igual: dirigentes políticos atrapados en su propio bucle esperando al otro lado para tirar por tierra el esfuerzo de todos. Sin novedad en el alcázar.
Han pasado dos años largos de Gobierno Fabra y alguien, gentes del pasado -ustedes ya me entienden- parece que le estuvieran susurrando al oído del presidente recomendaciones peligrosas, de vuelta atrás, de control férreo, de acabar con cualquier atisbo de normalización, de pensar en la conservación del poder por encima de cualquier consideración... de controlar -o manipular, que igual da- la información y la imagen, "como no podía ser de otra forma".
Los cambios en Presidencia aprobados este viernes parecen anunciar que el presidente los ha escuchado y algunas voces moderadas y algo olvidadizas reclaman "una oportunidad para el nuevo equipo". Sí, porqué no. La tendrán. Pero sospecho que será una nueva pérdida de tiempo que ya no tenemos: lo cierto es que durante lustros han tenido oportunidades reiteradas y, sinceramente, no sé si se merecen más oportunidades antes de que todo este tinglado se venga abajo dados los viejos mimbres reutilizados para intentar seguir sosteniéndolo. Qué decepción. Ojalá no volvamos a la opacidad, a la manipulación y a las mismas fórmulas de gobierno que han conducido a los ciudadanos valencianos al oprobio y la vergüenza que sufrimos en la actualidad.
Buenos dias Cruz: no hay como ver las cosas desde una "atalaya" es tu caso.Lo triste es que, lo que analizas es sabido por todos y sin embargo aquellos que "pueden" no quieren o no tienen ganas de arremangarse para meterse en el pantano en el cual se halla la Comunidad. Decir y opinar mas cosas es una redundancia lo dices todos y ahí queda.- En un pais (España) donde los bancos de alimentos funcionan a "full" donde pasan cosas como las de Alcala de Guadaira(comida caducada) y donde parece ser mas importante arreglar las finanzas y los compromisos internacionales que dar de comer a los españoles necesitados nacidos y crecidos aqui,de dar trabajo aunque sea limpiando carretera para no perder la minima dignidad que queda a las personas o tensar la cuerda un poco mas subiendo las tarifas electricas demuestra nula sensibilidad,nula inteligencia y muchas pero muchas ganas de bajarse los pantalones antes que, levantar la cabeza y pegar un golpe en la mesa .- Buenos dias nuevamente estamos a 16 falta poco para las fiestas donde se producen los milagros y me parece que a los 48 millones de españoles solo les queda rezar porque con la cuadra de poiticos que tenemos no llegaremos a ninguna parte.- Alejandro Pillado Marbella 2013
El bucle se romperá en 2015. Y tal vez para bastantes años. No tocarán pelota en mucho, mucho tiempo.
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