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En diversos sectores del partido, sigue amasándose la idea de que Mariano Rajoy debería dar un golpe de timón en la Comunitat con las europeas como fecha límite

VALENCIA. El PP de la Comunitat Valenciana continúa inmerso en un mar de dudas.  El último sondeo de El País, que reedita la pérdida de mayoría absoluta del partido en las elecciones autonómicas, la relación de Serafín Castellano con los primeras espadas del partido, las apariciones de Eduardo Zaplana, el papel de Esther Pastor, la mano derecha del presidente Alberto Fabra, y la salida airosa de Rita Barberá y Francisco Camps del caso Nóos, son algunas de las causas por las que se ha redoblado el debate interno en torno al statu quo existente en la formación política popular.

En diversos sectores del partido, sigue amasándose en las últimas semanas la idea de que Mariano Rajoy debería plantearse dar un golpe de timón en la Comunitat Valenciana con la resaca de las elecciones europeas de mayo de 2014 como fecha límite. Una opción que se antoja difícil en un partido de jerarquía tan férrea como el PP, más aún si se tiene en cuenta el carácter notablemente contemplativo del presidente del Gobierno para abordar este tipo de cuestiones orgánicas.

No obstante, diversas fuentes populares de distintos estratos del partido y la administración próximas a Rita Barberá, Alfonso Rus, José Císcar o, en general, la vieja guardia campista, señalan que estos referentes del PPCV no están contentos por cómo están marchando las cosas. Otro de los pesos pesados que ha evidenciado su desconfianza en el 'proyecto Fabra' es el ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo, con buena relación con el presidente de Les Corts, Juan Cotino. Unas dudas que, según fuentes del partido consultadas por este diario, también parece albergar el vicesecretario de Estudios y Programas del PP, Esteban González Pons.

¿Qué hacer? Con este escenario, los nombres propios del partido continúan mirando los toros desde la barrera. Las citadas fuentes apuntan a que, pese al descontento generalizado y al interés de ciertos dirigentes en animar un movimiento en esa línea, nadie está dispuesto a descararse dando un paso adelante para una confabulación que debería elevarse hasta la calle Génova, donde se ubica la sede del PP nacional.

De hecho, en este sentido, las fuentes consultadas creen que el único que podría articular un movimiento de estas características, es el ministro Margallo, quien además mantiene una estrecha relación con Rajoy. Un resultado especialmente desastroso en las europeas en la Comunitat Valenciana, podrían activar un proceso en el que, a día de hoy, los propios protagonistas no terminan de creer.

Unas elecciones ante las que el propio Fabra se cubría ayer mismo las espaldas al ser inquirido en una entrevista en Canal 9:"El ministro de Asuntos Exteriores está en el mismo partido que yo y si los resultados no son buenos, no será buenos ni para él ni para mí. En este tema tenemos que trabajar de forma conjunta y unida y los resultados no s afectan a todos", advirtió. Interpelado por cuándo será el nombramiento como candidato, declinó autoproclamarse y subrayó que el partido lo decidirá.

CAUSAS DE LA INTENSIFICACIÓN DEL DEBATE INTERNO

En los últimos meses, diversas situaciones han provocado grietas en la frágil relación de Fabra con varios de estos grupos de fuerza dentro del PPCV.

-Último sondeo. La encuesta de El País del 9 d'Octubre, pese a que no ha sido tan mala como esperaban algunos cargos populares, sigue reflejando una pérdida de la mayoría absoluta del PPCV. Mientras los más próximos a Fabra defienden que el presidente ha logrado detener la caída, los menos optimistas ven en estos meses un punto de inflexión en el que todavía se está a tiempo de cambiar las cosas dando un impulso al PP valenciano.

-Las relaciones de Serafín Castellano con los referentes del partido. No hay conexión entre el secretario general del PPCV y barones provinciales como Alfonso Rus y José Císcar. Es más, parece que la posibilidad de que haya algún tipo de mejoría en la relación entre ellos es difícilmente realizable a corto plazo.

-La sombra de Eduardo Zaplana. Las apariciones del expresidente de la Generalitat por la Comunitat Valenciana en últimas fechas y su trato cordial con Fabra han encendido todas las alarmas entre campistas y ciscaristas. Más aún cuando en el partido consideran que los movimientos de Castellano van destinados a reforzar a dirigentes considerados zaplanistas.

-La salida airosa del caso Nóos de Rita Barberá y Francisco Camps. La decisión del TJSCV de no imputarles ha revitalizado a la alcaldesa de Valencia, que atravesaba sus momentos más delicados, y ha animado también al grupo más próximo al expresidente a retomar posiciones más activas. Barberá, quien del inicio no ha tenido feeling con Fabra, ha regresado al ‘tablero' político valenciano y puede incomodar, si así lo quisiera, al jefe del Consell con su influencia.

-El nombramiento de Esther Pastor, mano derecha del presidente, otro factor de discordancia. Si bien ocurrió antes del verano, el ascenso a secretaria autonómica de Organización, Coordinación y Relaciones Institucionales de la hasta entonces directora general, incomodó a diversos cuadros del partido. A día de hoy, las decisiones de la mano derecha del jefe del Consell siguen siendo cuestionadas en privado por no pocos cargos en gobierno y partido.

Así pues, todo un compendio de factores que mantienen al PPCV en estado de conspiración latente constante. Una situación que, aunque no llegue a cuajar, evidencia que los populares valencianos continúan sin constituir una unidad indivisible de cara al difícil reto de mantener la mayoría que les permita continuar gobernando.