VALENCIA. El presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, se enfrenta este martes a su segundo Debate de Política General desde el alambre. Un año ha transcurrido desde esta misma cita parlamentaria, que abordó con un discurso de ambición moderada consciente de la fragilidad política de su liderazgo y la debilidad económica de la Generalitat. El jefe del Consell tiene menos de una hora, tiempo previsto para su intervención inicial, para ganar crédito ante una realidad política y económica que le mantiene contra las cuerdas.
Así, un año después, se enfrenta justamente a los mismos fantasmas que no ha logrado ahuyentar sobrepasado el ecuador de la legislatura. La economía ha mejorado levemente: ya no se habla de rescate de la Comunitat Valenciana, pero solo gracias al incremento del endeudamiento con el Estado vía Fondo de Liquidez Autonómico (FLA) y plan de proveedores.
En cuanto a la fortaleza política del presidente, continúa siendo una fina pantalla de cristal que amenaza con quebrarse con demasiada asiduidad. A día de hoy, parece que solo el miedo a una debacle electoral que termine con todo el PPCV fuera de las instituciones podría ser un argumento suficientemente fuerte de cohesión en torno al líder.
El pasado año, el presidente Fabra subió a la tribuna con un discurso factible. Precisamente ese aura realista, una ruptura con la etapa más grandilocuente de Francisco Camps, fue lo más destacado de una intervención que en términos generales resultó sobria y más bien gris.
Los pequeños avances cosechados por el Consell que lidera se han visto oscurecidos, cuando no enterrados, por duros reveses propinados, en la mayoría de ocasiones, por sus supuestos aliados en Madrid.
Ni siquiera había pasado un mes desde su intervención en el Debate de Política General y desde el Ministerio de Hacienda ya ponían a Fabra a los pies de los caballos, al presentar un recorte en inversiones que dejaba en evidencia el poco músculo del PP valenciano en Madrid. Una situación agravada por el propio anuncio del jefe del Consell de que enmendaría los Presupuestos Generales del Estado para lograr mayores inversiones, un órdago que tuvo que retirar ante el rechazo expresado por el PP nacional.
Otra decepción llegada desde la capital de España ha sido el retraso de la reforma del sistema de financiación exigida por los populares valencianos, así como por el resto de partidos, que además se reveló en un acto público en Valencia a través del número dos de Montoro, Antonio Beteta.
El último episodio del choque Madrid-Valencia se produjo a cuenta de la reforma estatutaria aprobada en Les Corts, y que el PPCV se vio obligado a aplazar ante el inminente rechazo del grupo popular del Congreso, dado que era un debate que no convenía a Montoro y a Mariano Rajoy. Así pues, el balance en los grandes asuntos entre Fabra y Madrid se ha solventado con tres derrotas y una pírrica victoria con el déficit asimétrico.
PROBLEMAS 'CASEROS'
Al margen de estos desplantes ejecutados desde Madrid, el presidente también debe lidiar con los contratiempos de su propia casa. Las apariciones del ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo, con quien no hay buena sintonía, ya han dado la vuelta a todos los medios valencianos y parte de españoles. Un empujón más para que el jefe del Consell no termine de echar raíces.
Un objetivo difícil, más aún cuando otros referentes políticos valencianos como Rita Barberá, Juan Cotino o Alfonso Rus, parecen poco dispuestos a echarle un cable.
¿FINANCIACIÓN, REDUCCIÓN DE DIPUTADOS Y...?
Se espera que el presidente de la Generalitat proponga este martes un gran acuerdo para reformar el sistema de financiación, apoyándose en el informe de los expertos presentado la pasada semana, ante una oposición que augura pelea y postura escéptica ante la debilidad mostrada frente a Madrid. Una pequeña ayuda para Fabra puede suponer la fotografía tomada este lunes junto a Montoro entregándole el documento que profundiza en la infrafinanciación valenciana.
Otro de los argumentos que esgrimirá el jefe del Consell será la reforma estatutaria para la reducción de diputados, una iniciativa que encontrará la crítica de la oposición en bloque. Además, siguiendo la senda marcada en los últimos tiempos, se augura una defensa de las señas de identidad alimentando el miedo al ‘tripartito'.
Al margen de esto, el presidente Fabra tiene previsto centrar su intervención en la creación de empleo, el impulso de la economía y la garantía de los servicios sociales básicos. El jefe del Consell, si quiere ganar enteros, deberá ofrecer una actuación mejor que la del pasado año, aunque no está previsto que saque un conejo de la chistera en forma de gran anuncio.
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