El pasado viernes 3 de marzo, el Banco de España difundió en su Boletín Económico su último informe sobre la evolución reciente de la economía española. Es por tanto el último parte médico del que disponemos para valorar la salud de la economía española. Ya les anticipo que la valoración general es una ligera mejoría, si bien persiste la gravedad de la situación
El informe desgrana un amplio conjunto de variables económicas de interés para valorar la situación de la economía española. Por el lado de la demanda, en general, todos los componentes siguen cayendo aunque a rirmos más moderados. La excepción es la inversión en otras construcciones y el consumo público. El consumo privado, que es el que más pesa en el PIB, sigue cayendo, y la inversión cae a tasas muy elevadas, por lo que en este contexto es lógico que se siga destruyendo empleo. La noticia más positiva es que el consumo privado registra una tasa positiva en términos intertrimestrales, algo que no ocurría desde finales de 2007.
Por el lado de la oferta, las caídas se suavizan, pero como seguimos con tasas negativas, la tasa de paro sigue aumentando. Y algo que llama la atención es que mientras se destruye empleo y crece el paro, la remuneración por asalariado sigue subiendo, algo preocupante en un contexto de tasas de inflación por los suelos. El consuelo (para algunos), es que como se destruye empleo, la productividad del trabajo aumenta, lo que permite que los costes laborales unitarios (indicador de competitividad) permanezcan estables.
La información más reciente posible ya referida a 2010 no muestra signos claros de recuperación, ya que algunos indicadores apuntan hacia la salida del hoyo mientras que otros indican que se puede escarbar en el hoyo. Así, mientras el índice de confianza del consumidor retroce en febrero, el de los comerciantes mejora. Y respecto al comportamiento de la inversión, ocurre lo mismo: empeora el índice de confianza de la construcción, pero mejora el indicador del clima inustrial en el sector productor de bienes de equipo.
Con este panorama tan sombrío, al menos se purgan algunos de los problemas más importantes de nuestra economía, como es el fuerte déficit exterior que implica una necesidad de financiación y, por tanto, un endeudamento externo. Con la crisis, las importaciones se contraen en mucho mayor medida que las exportaciones, disminuyendo en consecuencia el déficit comercial y nuestras necesidades de financiación frente al resto del mundo. Y en el sector turístico, los datos de enero muestran un aumento en la entrada de turistas extranjeros así como en su gasto total.
El Banco de España nos recuerda en su informe que 2009 cerró con un défit de la AA.PP. del 11,4%, como consecuencia tanto del défit de la Administración Central (9,5%) como de las CC.AA. (2,25%) y las Corporaciones Locales (0,5%). Sólo la Seguridad Social presenta un supervávit del 0,8%.
Es normal que con una economía en la que la demanda no presiona (sino todo lo contrario), la inflación se mantenga a raya, con una tasa de crecimiento interanual del IPC de solo el 1%, y con una previsión del 0,9% para febrero de 2010.
Y en los mercados financieros, ya sabemos que en algunos foros España aparece en grupos tan desagradables (de nombre) como los PIGS (Portugal, Italia, Grecia y España) o los STUPID (España, Turquia, Reuino Unido, Portugal, Italia y Dubai), e incluso que nos hayan llegado a comparar injustamente con Grecia, lo que nos penaliza a la hora de emitir deuda, tanto pública como privada (entre ellas, las emisiones de la banca española). En concreto, el diferencial de la deuda pública española con respecto a la alemana se sitúa en torno a los 80 puntos básicos (100 puntos básicos equivalen a un 1%).
Finalmente, otro elemento preocupante que señala el Banco emisor es que el crédito bancario a las empresas sigue cayendo (a una tasa interanual del 1%), mientras que el destinado al sector público crece a una tasa del 30%. En otras palabras, que el grifo del crédito sigue cerrado, lo que ha llevado al extremo de que el Gobierno proponga que el ICO conceda directamente crédito a las empresas.
En resumen, podemos decir que la salud de nuestra economía sigue siendo muy precaria y que dentro de la ligera mejoraría, el paciente es mejor que siga en la UVI (a la espera de las necesarias reformas en el mercado de trabajo, en el sistema de pensiones, de la reestructuración del sector bancario, etc.) antes de llevarlo a planta.
(Joaquín Maudos es profesor de la Universidad de Valencia e Investigador del Ivie)
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