VALENCIA. Tal como avanzó CulturPlaza, HBO ha anunciado su intención de relanzar The Wire. El principal argumento esgrimido por la cadena es que la nueva versión será en alta definición. Sin embargo, es posible que haya otras razones detrás de la operación, habida cuenta de que la serie recibió unánimes parabienes críticos, pero fue un fracaso de audiencia a lo largo de las cinco temporadas que estuvo en antena, entre 2002 y 2008.
De hecho, solo fue rentabilizada en años sucesivos, cuando su fama póstuma la convirtió en objeto de culto y permitió que la edición en DVD arrojara beneficios. La actual fiebre mundial por la ficción televisiva, mucho mayor que hace unos años, podría jugar a su favor, sobre todo teniendo en cuenta que en España solo se emitió en el canal de pago TNT.
En su día, la BBC rechazó la serie aduciendo que era demasiado complicada, y un editorial del New York Times la salvó de la cancelación después de la tercera temporada, cuando los bajos índices de audiencia aconsejaban darle carpetazo. A diferencia de lo ocurrido con las también soberbias Deadwood o Carnivale (otros dos productos de la cadena), HBO consideró que estaba haciendo una inversión a largo plazo y decidió financiar dos temporadas más. Acertaron.
La bola de nieve generada por The Wire es de tales dimensiones que no son pocos quienes afirman que se trata de la mejor teleserie de todos los tiempos. Entre ellos, la revista Time y los periódicos The Telegraph y The Guardian. El mismo Barack Obama afirmó que era su favorita, y Mario Vargas Llosa la ha comparado con las novelas de Charles Dickens y Alejandro Dumas. Así que la pregunta es obvia: ¿Es The Wire para tanto?
LA COMEDIA HUMANA
En 2007, el escritor Nick Hornby (Alta fidelidad) mantuvo una interesante conversación con David Simon, creador de la serie, quien afirmaba: "Buena parte de nuestro teatro contemporáneo parece basarse en el descubrimiento de la mente moderna que llevó a cabo Shakespeare. Pero nosotros nos inspiramos en otro modelo anterior y menos elaborado: los griegos; es decir, que nuestra línea temática abreva masivamente en Esquilo, Sófocles y Eurípides en cuanto que nuestros protagonistas están marcados por el destino y se enfrentan a un juego previamente amañado y a su condición de mortales". La tragedia griega y Shakespeare, nada menos, a los que se podría sumar Balzac, citado a menudo al hablar de The Wire, o grandes escritores rusos como Dostoievski.
Hay más. Nic Pizzolatto, hoy conocido por ser el creador de True Detective, uno de los últimos grandes éxitos de HBO, recuerda: "Con Deadwood, The Wire, Los Soprano, todas esas series, te daba la sensación de que la ambición literaria residía en las series y no en los libros". Aunque se trata de un producto audiovisual, sorprenden las reiteradas alusiones a la palabra escrita. O quizá no tanto: David Simon reunió en su equipo de guionistas a tres de los mejores autores actuales de género negro: Dennis Lehane (Mystic River, Shutter Island), Richard Price (Clockers, La vida fácil) y George Pelecanos, igualmente recomendable aunque mucho menos conocido en España.
Precisamente Pelecanos, que terminaría convertido en coproductor de la serie, comentaba: "Yo llegué después de Dennis Lehane, que es un viejo amigo mío, y David Simon trajo a Richard Price. También lo intentamos con Michael Connelly, pero su agenda no le permitió participar. Los escritores somos buenos guionistas, aunque también un poco testarudos.
Había mucha competencia en aquella sala de trabajo. Todos queríamos escribir los mejores guiones y patearle el culo a los demás. Lo digo en el buen sentido". Autores que conocían lo que ocurría en las calles, que sabían incorporar su lenguaje a los libretos y que eran especialistas en los entresijos de la jungla urbana, compitiendo por ser el mejor en beneficio de la serie.
The Wire cuenta una historia tan sencilla como inabarcable: La de la vida en Baltimore, una gran metrópolis contemporánea. Por eso, aunque los protagonistas son policías, traficantes y políticos, Simon asegura que "no es una serie sobre crímenes, castigos, guerra al narcotráfico, o sobre la política, la raza, la educación, las relaciones laborales o el periodismo. Es una serie que versa sobre la ciudad".
Teniendo en cuenta el funcionamiento capitalista de la sociedad americana, no parece casual que el modo de retratar ese microcosmos urbano tuviera un enfoque que Ignacio Pablo Rico no duda en calificar de filo-marxista: "La afinidad es innegable. Pensemos en el característico interés por las miserias diarias del nuevo proletariado, inmovilizado por su condición social; en la lucha de clases y la falta de oportunidades para los más desfavorecidos; en la alienación sociocultural de los habitantes de Baltimore; en la pérdida de todo sentido comunitario, sustituido por la búsqueda del beneficio propio a cualquier costa; o en la vorágine destructiva derivada de las fuerzas que compiten en un mercado cada vez más agresivo".
Es probable que esa sea la razón por la que otro escritor de serie negra, el ultraderechista James Ellroy, detesta la serie: "Es la mayor mierda de la historia. ¿Sabes lo que dijo David Milch (creador de Policías de Nueva York y Deadwood) sobre The Wire? Que tiene kilómetros de largo pero solo una pulgada de profundo. Glorifica la depravación. Es marxismo para artistas y policías con aspiraciones. Una visión del mundo propia de un bebé", declaró a la revista So Film, para acto seguido admitir que solo había visto tres episodios. "Ni necesito ver el resto, porque siempre tengo razón", concluía.
LA VIDA Y NADA MÁS
Quizá a Ellroy le faltó paciencia. Los capítulos de The Wire no están estructurados del modo habitual. De hecho, ni siquiera terminan dejando la acción en un punto culminante. Transcurren según el flujo vital de sus personajes. No son pocos los que comiezan a ver la serie y se quejan de que en los tres o cuatro primeros episodios "no pasa nada". Como explicó el cineasta francés Bertrand Bonello en 2009, en la revista Cahiers du Cinéma, "hay que ver las temporadas de The Wire no como trece veces una hora, sino como una vez trece horas.
Un dilatado largometraje cortado exclusivamente por los imperativos de la difusión". Así es como se penetra en su historia. Con la paciencia que no exigen otros productos televisivos. Por eso, cuando HBO ponía reparos a lo intrincado de su desarrollo, David Simon siempre contestaba: "¡Que se joda el espectador medio!" No está mal que de vez en cuando se le pida algo más al que está cómodamente sentado al otro lado de la pequeña pantalla. Eso sí: En la televisión por cable. The Wire hubiera sido imposible en un canal generalista.
Incluso el equipo involucrado en la serie fue descubriendo su dimensión poco a poco. Cuenta Pelecanos: "Creo que supimos que algo estaba saliendo bien cuando se emitió la tercera temporada. Pero no las teníamos todas con nosotros. La gente olvida a menudo que, al final de cada temporada, teníamos que ir a ver a la gente de HBO para convencerles de que siguieran con la serie, porque cada año querían anularla". Y añade: "Para mí, la cuarta temporada es la más lograda. Ahí note que nos había tocado el gordo, que habíamos logrado exactamente lo que teníamos en mente". Muchos de los seguidores le darían la razón. La cuarta temporada, magistral de principio a fin, radiografiaba con precisión el sistema educativo.
La serie es un disección minuciosa de todos los elementos básicos en el funcionamiento de una ciudad capitalista. De un modo u otro, el dinero es el eje alrededor del que bascula la vida de todos los personajes. Una verdad incómoda tratada de un modo realista, que provocó no pocos problemas a los productores: Si la serie tiene cinco temporadas, pero se emitió en siete años, es porque estuvo detenida en dos ocasiones. Ni en 2005 ni en 2007 se rodó, con la amenaza de la cancelación siempre en el aire. Aunque, en honor a la verdad, también hay que decir que The Wire nunca hubiera funcionado como lo hace si no hubiera sido por la inigualable galería de personajes que contiene.
Porque más allá de su punzante análisis de la sociedad contemporánea, de sus agudos puntos de vista sobre orden público, cultura, raza, tráfico de drogas, educación o política, The Wire es un magnífico desfile de individuos memorables, que se quedan en el imaginario del espectador para siempre. Como Jimmy McNulty, un policía honesto que se topa más veces de las que desea con el aparato del poder; o sus compañeros Bunk y Kima, sobrepasados por las dificultades que comporta compaginar su trabajo con su vida familiar; o el legendario Omar, forajido suelto por las calles de la ciudad con códigos morales propios; o, claro, el traficante Stringer Bell, un hombre de negocios consciente de que los tiempos están cambiando; también Marlo, representante de esos nuevos tiempos que demuestra que, en realidad, no han cambiado tanto; y, por supuesto, Roland Pryzbylewski, el agente de la ley que no estaba hecho para las calles y terminará desempeñando una labor social mucho más importante y necesaria.
De entre todos ellos, cada espectador tiene su favorito. Y siempre suelen estar entre los citados. El tratamiento que reciben a lo largo de la serie permite, como señalaba Bonello en su artículo, que el tiempo pasado con ellos no los banalice: "Hay una profundidad imposible de alcanzar sin esa duración, que produce, por ejemplo, una verdadera dialéctica sobre el bien y el mal, hasta el punto de que un camello o un asesino llega a parecernos conmovedor".
Por eso nos van a permitir terminar rompiendo una lanza por un entrañable secundario que recorre las cinco temporadas de puntillas, sin destacar especialmente, pero que encarna la posibilidad de regeneración de una sociedad abocada al desastre. Se llama Bubbles, y es un yonqui que sobrevive como confidente de la policía. Su evolución a lo largo de las sesenta horas de la serie es un prodigio de escritura, pero también un modelo de superación y un canto a la esperanza. ¿Que si The Wire es para tanto? Y aún más.
Lo malo de la serie es que tienes que mirarla con un marco muy amplio para valorarla en todo su esplendor. Cuando terminas de ver las 5 temporadas te das cuenta de que has visto algo increíble y que difícilmente otra serie te podrá ofrecer.
Si no és la millor, de les millors sense dubte!!!
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