VALENCIA. Cuando una discusión acaba enquistándose, o cuando se busca deslegitimar al contrario, es habital encontrarnos con la invocación a la Ley de Godwin, que reza así: "A medida que una discusión online se alarga, la probabilidad de que aparezca una comparación en la que se mencione a Hitler o a los nazis, tiende a uno". La comparación con el nazismo, por excesiva y desafortunada, suele cambiar de plano la discusión. A veces, buscando deslegitimar al rival, se consigue el efecto contrario: perder credibilidad.
Eso es lo que le ocurrió a Dolores de Cospedal la semana pasada con su lamentable comparación entre los escraches y el nazismo. Por desagradables que resulten los escraches como estrategia de presión, desde luego no parece que se correspondan con un régimen criminal responsable de un genocidio y de decenas de millones de muertos en un conflicto militar global. Invocar al Mal absoluto, que es lo que pasa cuando se invoca al nazismo, puede tener el efecto de que el mal que realmente queremos criticar resulte prosaico y la comparación, sin duda, ridícula.
Sin embargo, y aunque parecía realmente complicado superar tal grado de despropósito, días después se informaba de que la propia Cospedal había salido de nuevo a la palestra. Inicialmente se informó de que Cospedal había dicho que los votantes del PP preferían dejar de comer antes que dejar de pagar su hipoteca, extremo desmentido por la secretaria general del PP. En lugar de eso, habría dicho que "los votantes del PP se ajustan el cinturón pero pagan la hipoteca", por contraposición con "otros" (que cabe suponer que no votan al PP), que eludirían sus responsabilidades "con excusas vagas". Una asociación, como mínimo, sorprendente. Tal vez los bancos tengan que pedir, a partir de ahora, el carnet de militante en el PP a todos los solicitantes de un crédito.
Pero estas declaraciones, y esto es lo más sorprendente, no son un caso aislado. No es que los dirigentes del PP se hayan caracterizado nunca por su continencia verbal, pero últimamente son muchos los que se distinguen por hacer declaraciones estridentes, en un grado que no recordábamos desde la ya lejana primera legislatura de Zapatero, en la que el PP realizó una estrategia de oposición muy beligerante, cuyo objetivo era mantener en tensión a su electorado.
Es posible que sea eso lo que está ocurriendo ahora: un intento, por parte del PP, de cambiar de estrategia. De dar por perdidos a muchos de los votantes que les apoyaron por razones pragmáticas (el empleo, la gestión de la economía), visto el clamoroso fracaso del Ejecutivo (adobado por sus promesas incumplidas) en estas materias, y de centrarse en sus fieles, en esa masa de votantes que nunca les han abandonado, y que ahora podrían dudar en este escenario de incertidumbre. Movilizar a los suyos con el fin de consolidar un suelo electoral para tiempos difíciles.
MOVILIZACIÓN ELECTORAL DE LAS BASES DEL PP... Y DE LA IZQUIERDA
No es la primera ocasión en que el PP radicaliza su discurso con el objetivo de consolidar a su electorado. Ya lo hizo en la mencionada primera legislatura de Zapatero (2004-2008), y también en la segunda legislatura de Aznar (2000-2004), más semejante a la situación actual, puesto que el PP se hallaba, entonces como ahora, en el poder con una sólida mayoría absoluta. Pero con una diferencia crucial: entonces la gestión económica del PP parecía irreprochable a los ojos de la mayoría de los ciudadanos.
Ahora sucede justo lo contrario. Y cabe recordar que en las dos ocasiones en las que el PP ensayó esta estrategia, el resultado fue una derrota electoral. Primero, con la pérdida del poder en 2004, tras unas elecciones condicionadas por los atentados terroristas del 11M y la posterior gestión del Gobierno de Aznar, que vino a ser un compendio de todos los males de la legislatura (autoritarismo, crispación, ocultamiento o tergiversación de algunos datos, ...). Después, con una nueva derrota en 2008.
Es decir: los hechos desmienten que la estrategia de tensionar al electorado sea eficaz. Y no lo es por una razón muy sencilla: porque, aunque consiga movilizar al electorado del PP, es aún más eficaz movilizando al votante de izquierdas, que acude en masa a las urnas para conjurar la pesadilla que constituye, a sus ojos, una derecha desbocada. De manera que: ¿por qué razón parece apostar el PP por esta estrategia?
Tal vez se deba a que las expectativas electorales del PP están comenzando a ser tan precarias que en el partido apuesten por consolidar a sus fieles y evitar fugas por su derecha. Quizás se trate de un afán por fabricar cortinas de humo, saltando de escándalo en escándalo, y acumulando temas en la agenda política, que sirvan para ocultar los principales problemas del Gobierno, que continúan siendo el caso Bárcenas. y la languidez de la economía española. Y queda, por último, una tercera posibilidad: que se trate de una estrategia más o menos ajena a la voluntad de Mariano Rajoy, e incluso con la voluntad de socavar su posición.
¿MOVIMIENTO DEL AZNARISMO CONTRA RAJOY?
Recordemos que el presidente del Gobierno no es precisamente proclive a hacer declaraciones extemporáneas, ni a presentar un discurso crispado. En primer lugar, porque es cada vez menos habitual escuchar a Rajoy (generalmente, mediante un plasma) cualquier tipo de discurso. Y en segundo lugar, porque cuando lo hace el tono tiende a ser sosegado y trufado de chascarrillos. En sus propias palabras, "El sosiego y la tranquilidad son buenos. Y no lo son tanto el exhibicionismo y la notoriedad".
Un gobierno de Rajoy se caracteriza más por la incomparecencia, por la ausencia de explicaciones, que por las soflamas y el discurso incendiario. Por otra parte, cualquier análisis imparcial concluirá que la estrategia de la crispación, en el contexto actual, es un error. Solivianta a los ciudadanos sin lograr nada consistente a cambio. El fracaso de los intentos por criminalizar los escraches y a la PAH constituye un claro ejemplo.
Pero, aunque sea un error, se corresponde con la forma de ver las cosas de una influyente ala del PP, tradicionalmente opuesta a Rajoy, y que considera que hay que obrar "sin complejos" en asuntos en los que el presidente, según estiman, tiende a esconderse. Como ocurre, por ejemplo, con su forma de llevar el movimiento independentista en Cataluña, que tanto irrita en determinados círculos madrileños, o con las críticas (casi, cabría decir, surrealistas) al director de Informativos de TVE, Julio Somoano, por su supuesta complacencia con el PSOE y su incapacidad para inocuizar al "comando Rubalcaba".
Por último, en los últimos meses han vuelto a arreciar los rumores, más o menos apaciguados tras la victoria del PP en Galicia y el desvanecimiento de la amenaza del rescate, sobre la insatisfacción de muchos dirigentes del PP con el Gobierno.
Estos rumores se combinan con la aparición de las famosas fotos de Núñez Feijóo con un narcotraficante (unas fotos que tal vez se hayan filtrado desde el propio PP), que quizás desactiven sus ambiciones políticas en clave nacional, y con el aumento de las críticas a Rajoy en diversos medios de comunicación en principio afines al PP (pero no, necesariamente, al presidente del Gobierno), como es el caso del diario El Mundo. Frente a todo ello, como es costumbre, Rajoy aplicará su estrategia favorita: acumular los problemas en la mesa, dejar que pase el tiempo y luego meterlos en un cajón.
#prayfor... Los niños andaluces pretenden comer... ¡Qué escándalo!
La semana ha sido pródiga en todo tipo de barbaridades y excesos dialécticos y no ha resultado nada fácil decantarse por un caso concreto. Sin embargo, resulta difícil ignorar los méritos que ha hecho el periodista Ernesto Sáenz de Buruaga.
La Junta de Andalucía aprobó una medida para garantizar la alimentación a los niños andaluces que se hallen en situación de pobreza, a razón de tres comidas diarias. Una medida que, en principio, es realmente difícil criticar. Pero Sáenz de Buruaga, demostrando, sin duda, una absoluta carencia de complejos, despachó el asunto así:
Cabe suponer que Buruaga no piensa que esto de comer es una ocurrencia o un capricho, aunque se trate de niños, pero el efecto de semejante frase fue, como puede imaginarse, devastador, generando una gran escandalera en Twitter.
Guillermo López García es
profesor titular de Periodismo
de la Universitat de València. @GuillermoLPD
Pues claro que lo de Andalucía es una ocurrencia. Si no tienen pan, que coman pasteles, hombre.
No, seguro que Buruaga piensa que es una infamia que un pringao coma tres veces al día en lugar de morirse de hambre, como corresponde a su clase social. Saludines PS: busco en el dicc de la rae el verbo 'inocuizar' y no lo encuentro...
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