VALENCIA. La extraña división de las consellerias de Economía y Hacienda que dibujó el expresidente Francisco Camps en la elaboración del que fue su último Consell está pasando factura al actual inquilino del Palau de la Generalitat, Alberto Fabra. El complejo equilibrio de competencias entre los consellers Máximo Buch, responsable de Economía y Empresas, y José Manuel Vela, de Hacienda, lejos de agilizar la búsqueda de soluciones a la crisis financiera de la Generalitat, está generando una descoordinación que amenaza con profundizar en las primeras grietas que ya se advierten en la bicefalia económica del Consell.
Según coinciden distintas fuentes del Gobierno valenciano consultadas por ValenciaPlaza.com, el encaje entre las dos consellerías se está demostrando cada vez más ingobernable. Los puntos de tensión entre la consellería encargada de buscar ingresos y financiación, la de Economía, y la de aplicar los fondos obtenidos, la de Hacienda, se han acrecentado con los graves problemas de liquidez de los últimos meses.
Un ejemplo de esos problemas de competencias se ha vivido con las últimas negociaciones de la Generalitat con el Gobierno central para acceder al Fondo de Liquidez Autonómica (FLA), plagada de obstáculos y retrasos, así como con la búsqueda de dinero para atender los vencimientos de deuda -que debe atender Vela- o las negociaciones para su renovación -un asunto de Buch/IVF-.
La negociación del auxilio financiero del FLA corresponde al departamento de Buch, imprescindible para atender los pagos de deuda, el pago de nóminas y el de acreedores, que corresponden al departamento de Vela. Un situación compleja en la que es previsible que broten 'chispas' en un escenaerio de crisis máxima como el que se atravisa enla atualidad.
En los últimos meses, Economía no ha conseguido emitir nueva deuda -lógico: el rating de la Generalitat es el más bajo del Estado- con un Instituto Valenciano de Finanzas totalmente paralizado en este terreno. Tampoco consta que el departamento de Buch haya logrado la confianza de entidades financieras para obtener financiación alternativa para salvar momentos críticos.
En estas circunstancias, en mas de una ocasión en los últimos meses, ha sido necesario atender los vencimientos de deuda con fondos destinados al pago de proveedores y el cumplimientos de compromisos con entidades municipales, instituciones (sindicatos y patronales) y otros acreedores, generando con ello mayorn tensión entre ambos departamentos.
El propio Interventor General de la Generalitat, Salvador Hernándiz, un hombre cercano a Vela, desveló este martes en Les Corts las dificultades para poder atender algunos vencimientos directamente con dinero de la caja -una vez agotadas las líneas ICO- lo que provocó momentos de una extrema tensión de tesorería que pudo haber desembocado en el impago de nóminas, escenario que finalmente fue evitado.
Unas declaraciones que se ha apresurado a cuestionar el conseller Buch señalando en la tarde del mismo día que no le consta que se hubiera producido tal situación y que "las nóminas nunca han estado en peligro" ya que la Generalitat genera ingresos "suficientes" para atenderlas, reflejando una evidente falta de sintonía entre el responsables de ingresos y el de los gastos. (Lo que no aclara el conseller Buch es si los ingresos autonómicos dan para "algo más" que para las nóminas en una comunidad situada a la cabeza del Estado por su endeudamiento en relación con el PIB y solamente superada por Catañaluña en deuda absoluta).
EL ASCENDENTE DE BUCH Y LA RESPONSABILIDAD DE VELA
En este terreno del equilibrismo con el dinero que le llega a la caja y los recortes que se imponen de Madrid en el gasto es el que tiene que desenvolverse José Manuel Vela a diario. El conseller de Hacienda también ha sido el que ha llevado el peso de las negociaciones con el ministerio que dirige Cristóbal Montoro en las últimas semanas, mientras Buch ha ido profundizando en un perfil más vinculado al territorio de promoción empresarial.
Su ascendente sobre Fabra ha ido incrementándose desde que el propio presidente le nombrara conseller para sustituir a Enrique Verdeguer y encargarle además de la financiación autonómica, la reestructuración y 'jibarizaciòn' del sector público empresarial, una reforma cuyo retraso -incluida la ejecución del ERE de RTVV, fuera de las competencias de Buch- está complicando aun más la gestión de la tesorería.
Buch, junto a María José Catalá, son los dos miembros del Consell que Fabra ha designado directamente (el resto son heredados de Camps), y están cobrando mayor protagonismo cada día que pasa. El propio Buch lideró el viaje oficial de Fabra a Alemania de la semana pasada, un país y un idioma que el conseller domina, en el que también estuvo la consejera Catalá.
A Vela, que además de bregar a diario con unas exhaustas arcas autonómicas está inmerso en la elaboración de un no menos escuálido presupuesto para el año que viene, se le ha encomendado gestionar un panorama financiero del que, en el entorno más cercano al presidente Alberto Fabra, entre la oposicion y en áreas sindicales de funcionarios, se le considera "corresponsable" por haber formado parte de los últimos equipos económicos de la Generalitat. Vela ha sido mano derecha sucesivamente de todos los consellers de Economía de la era popular: José Luis Olivas, Vicente Rambla y Gerardo Camps.
Sin embargo, en esa exigencia, a la Conselleria de Hacienda le falta en su actua definición el control de la 'herramienta IV'F en el papel que ha ejercido tradicionalmente como buscador de financiación al servicio del conseller de Hacienda. El IVF está encuadrado en la estructura de la Conselleria de Economia, dirigida por Buch, y de éste dependen todas sus competencias.
Tal anomalía está provocando que la distancia en la coordinación entre las dos consellerías económicas del Gobierno de Fabra se esté ensanchando con el paso de los meses y con la persistencia de los problemas. Las fuentes internas consultadas por este periódico reconocen que la separación de Economía y Hacienda no es funcional y apuntan que en la primera remodelación de calado del Consell que plantee el presidente se acometerá la reforma.
Pero el inmovilismo y parsimonia de Fabra a la hora de acometer una crisis de Gobierno esperada dentro y fuera de su propio partido y que ponga fin a ésta y otras situaciones singulares del Consell sigue lastrando la efectividad de la acción de su gobienro y amenaza con abrir una imprevisible crisis de gestión en el área más sensible -por razones obvias- en estos momentos: la económica y financiera.
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