VALENCIA. "En el poder patronal tiene que haber equilibrios". Así explicaba un profundo conocedor de las relacionales camerales y empresariales el cambio de actitud que ha mostrado el presidente de la Cámara de Comercio de Valencia, José Vicente Morata, en el frente común que hasta ahora se había mantenido en el empresariado valenciano ante la Administración autonómica valenciana.
El liderazgo que hasta ahora ejercía en la representación empresarial el presidente de la patronal autonómica Cierval, José Vicente González, ha encontrado un antagonista en el líder cameral, que ofrece una actitud más cercana hacia la Administración valenciana y mejores relaciones políticas con el Partido Popular. Unas cartas de presentación bien valoradas en el entorno empresarial.
Igualmente, el posicionamiento social de Morata ha sido reconocido tanto institucional como económicamente. No en vano fue designado administrador provisional del Banco de Valencia el pasado 26 de junio por los responsables del Fondo de Reestructuración Bancaria (FROB), ejerciendo desde entonces como representante del empresariado valenciano en la entidad intervenida. Un nombramiento posiblemene 'sugerido' desde la propia Generalitat que actuaría además como figura de 'enlace' entre ésta, la entidad y el empresariado 'afín'.
Sin embargo, la piedra de toque de la nueva personalidad ajora mostrada por Morata ha sido su negativa a oponerse a la ampliación del Palacio de Congresos de Valencia, impulsada por la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá. Hasta ese momento, el presidente cameral había mantenido buenas relaciones con el resto de patronos, orillando el enfrentamiento con el Gobierno y ofreciendo un contrapunto conciliador al que ha sabido obtener rendimiento.
LA CARRERA POR EL PODER PATRONAL
Miembro de la tercera generación de un mediano fabricante de puertas de madera, Morata inició su actividad pública en las asociaciones del sector para dar el salto en julio de 1998 a la presidencia de la mutua de salud laboral Muvale (actualmente Umivale), cuyo principal cliente es la empresa de Juan Roig, Mercadona.
Según distintos conocedores de mundo patronal, sus excelentes relaciones con el primer empresario de la Comunitat contaron a su favor en el proceso de sucesión de Rafael Ferrando al frente de la Confederación Empresarial Valenciana (CEV) en 2005 frente a José Vicente González, entonces presidente de la popderosa federación metalúrgica Femeval.
Siguiendo el procedimiento habitual de la CEV (que en escasa ocasiones ha optado por una confrontación electoral de candidatos), el enfrentamiento terminó con un acuerdo por el cual González fue elegido presidente de CEV, mientras que Morata ocupó la de Cepimev, representante de las pymes y vicepresidencia de facto de la organización provincial.
Esta situación permitió limar asperezas y facilitar que en 2010 González apoyara a Morata para suceder a Arturo Virosque al frente de la Cámara de Comercio de Valencia. En este puesto, Morata estrechó su colaboración con Ana Encabo, secretaria general de la institución, exsubsecretaria de Planificación y Estudios de la Generalitat con Eduardo Zaplana y exsecretaria autonómica de Empleo con Francisco Camps.
De hecho, fue decisión de Morata la contratación el mismo año de su entrada en la institución de Luis Fernando Cartagena, exconseller de Obras Pública y esposo de Encabo, como asesor del Consejo Superior de Cámaras de Comercio de la Comunidad, que también preside. En repetidas ocasiones se ha interpretado esta decisión como una forma de preparase para un salto a la política o, en su defecto, como un modo de rodearse de dos profundos conocedores de las estrategias y resortes del poder.
EL ESCENARIO DEL CONFLICTO
Los impagos a las empresas, la política industrial o los retrasos en el abono de los cursos de formación impartidos desde las organizaciones empresariales había unido hasta ahora a las organizaciones patronales por encima del sector o del territorio al que representan, generando un profundo malestar en la Generalitat. El hombre que ha capitaneado hasta ahora esta línea de actuación ha sido el presidente de Cierval, José Vicente González, con una amplia sintonía desde el lobby empresarial Asociación Valenciana de Empresarios (AVE), bajo la presidencia de Vicente Boluda.
Del otro lado, el presidente del Consell, Alberto Fabra, ha tenido que encajar los golpes y demandar comprensión mientras buscaba soluciones a los distintos frentes abiertos que encontró al llegar al Palau de la calle Caballeros. El enfrentamiento se ha ido agudizando tras la salida del Gobierno central del Ejecutivo socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, que había actuado de cortafuegos para algunas acusaciones.
El paulatino aumento de las críticas patronales hacia el Ejecutivo de Mariano Rajoy por sus medidas fiscales y la falta de contundencia en el apoyo a la construcción del Corredor Mediterráneo significó una ruptura a la condescendencia hacia el poder político conservador que se había mantenido tradicionalmente desde el empresariado.
Sin embargo, la ruptura de la acción conjunta de los empresarios no se había evidenciado hasta que las críticas han terminado por salpicar a una figura clave e histórica del Partido Popular en Valencia: la alcaldesa de la ciudad, Rita Barberá.
El rechazo empresarial a que el consistorio dé luz verde a la ampliación del Palacio de Congresos, valorada en 24 millones de euros, generó un mar de fondo cristalizado en la junta directiva de la CEV, presidida por un hombre fuerte de González como Salvador Navarro, que manifestó por unanimidad su oposición al proyecto.
PULSO POR EL PALACIO DE CONCRESOS
Forzado a decantarse entre la defensa de la iniciativa municipal y su rechazo, Morata aprovechó la celebración del pleno de la Cámara de Comercio del 25 de septiembre para forzar un careo sin previo aviso entre Navarro y el director del Palacio de Congresos y director de la entidad municipal Turismo Valencia, José Salinas.
Aunque Morata votó a favor de la ampliación junto a PP, PSOE y Feria Valencia en la reunión del consejo de administración a principios de año, fuentes empresariales consideraban verosímil que se replanteara su postura ante la evolución de la situación económica valenciana del último año, aunque esto significara enfrentarse a Rita Barberá, firme defensora del proyecto.
La ruptura de la unidad de acción empresarial ha caído como un jarro de agua fría entre las organizaciones empresariales y, pese a la predisposición de continuar en el proceso de explotación de sinergias entre la CEV y la Cámara de Comercio, el proceso ha sufrido un baño de 'enfriamiento' que podría frenar la prevista integración de ambos presidentes en las directivas contrarias como miembros invitados.
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