VALENCIA. Sólo tenía dos minutos, pero para lo que dijo, bien podía habérselos ahorrado. Todo pasa, nada queda de su discurso. Las menciones a la empresa quedan como reclamos estériles. Es preocupante que los responsables de ese discurso crean que es lo mejor que puede decir el embajador de una de las antiguas tres grandes de Detroit.
EL EJEMPLO
De los dos minutos que dura la intervención, Machado pierde 40 segundos con los saludos y agradecimientos de rigor. Dora la píldora demasiado, en lugar de despachar los formalismos rapido para entrar en harina.
Aunque repasar los valores que encarnan los premiados con la intención de identificarlos con su empresa era una buena idea, tiene un resultado fallido. Las frases demasiado largas y lo difuso que acaba siendo el mensaje disuelve el efecto.
Consumido ya tres cuartas partes del tiempo, Machado se acelera, quiere pasar rápido el trámite y volver a su sitio. En este marco, mete la cuña publicitaria sobre el programa de inversiones más ambicioso de la historia, pero no concreta aspectos muy positivos que despertarían simpatía, como los empleos generados, el total de la inversión, el efecto indirecto que producirá en sus proveedores y en la economía en general.
Como guiño al público, recuerda que la empresa está en Almussafes desde 1973, pero no despierta la empatía. Podría haber hablado de la historia compartida, empleos generados, confianza en los proveedores...
Machado baja del estrado después de haber pasado el trámite de hablar en público sin dejar a los periodistas un titular que publicar con su nombre o, lo que es lo mismo, para reforzar gratis la presencia pública de Ford.
OTROS ASPECTOS
"Que hablen de ti aunque sea bien", bromeaba Oscar Wilde. Cuando un personaje público de la talla de Machado participa en un acto con representantes políticos de primer nivel y que está siendo retransmitido por televisión (con posibilidad de ser grabado) tiene la obligación de dejar huella.
Que se puede hacer un buen discurso delante de quien haga falta lo demostró el empresario Juan Roig unas semanas más tarde en la entrega de los premios Rey Jaime Primero. Su impronta no sólo reafirma su liderazgo personal, sino que refuerza públicamente a la empresa frente a la competencia.
Por otro lado, aunque venga impuesta por la organización, la brevedad puede ser un filón. Lo vemos con algunos anuncios de televisión, que duran 20 segundos y son auténticas películas de cine con todos los ingredientes para captar nuestra atención, satisfacernos como espectadores y convertirnos en consumidores de lo que nos venden.
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Alvaro Mohorte es autor del blog Habla por ti
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