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LA PAELLA RUSA.  Ayer fue un día un poco especial en la campaña. O, mejor dicho, en la "no campaña". El terremoto en Lorca provocó un luto instantáneo y solidario de todas las formaciones políticas, a lo largo y ancho del país. Nuestra tierra o fue una excepción. Sí, ya sabemos: como comentaba alguien ayer en Twitter, "jo també vull agafar-me el dia lliure i anar a fer-me fotos a Lorca". Sobre todo si, como Rajoy, no se tiene ningún cargo estatal y se acude como líder de la oposición (?), a mover una comitiva de guardaespaldas para estorbar un rato. Sí señor. Elegancia y reserva.

El miércoles fue algo más jugoso por estos lares. Entre otras cosas, tuvimos un debate entre los candidatos de los dos principales partidos a la alcaldía de Valencia. Rita Barberá y Joan Calabuig se batieron en duelo durante, atención, menos de una hora y cinco preguntas, en Canal 9. Aún así, hay quien piensa que Calabuig estuvo medianamente bien. Desde luego, superó expectativas, pero comunicativamente sigue siendo más bien corto. Rita, por su parte, se entretuvo en poner "discretamente" una libreta de pie con... un cartel electoral de su partido. ¡Un cartel electoral! Y con la ausencia de los candidatos del resto de partidos. De Sanchís no cabría esperar demasiado, cierto, pero Joan Ribó, solo por perro viejo, podría haber entablado un duelo interesante. El conjunto fue francamente patético.

Si marcar quince días para una campaña sirve para hacer debates incompletos donde los candidatos pueden saltarse normas escrupulosamente negociadas a la torera, y cuando se suspende la campaña en señal de "duelo y respeto" van los líderes a hacerse la foto entre saludables víctimas y pulcros escombros, cabe preguntarse si realmente tiene sentido marcar esta barrera ficticia llena de regulación pública que dura dos semanas. Al fin y al cabo, con la omnipresencia de los medios (particularmente online), cualquier día, cualquier gesto de los políticos, es de cara al público. Si vivimos en campaña permanente, lo mejor para la democracia sería, tal vez, asumirlo con naturalidad.

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