LA PAELLA RUSA. En una campaña política siempre hay algún momento en que al candidato se le llena la boca hablando de ética y de la necesidad de regenerar la política. Sobre todo, si el político está en la oposición, puesto que la idea de "regenerar" implica en sí misma que las cosas no están funcionando demasiado bien. Todos tienen la lección bien aprendida: sueltan cuatro tópicos sobre la ética, explican ellos están en contra del Mal y a favor del Bien, y a otra cosa. Después de todo... ¿qué político iba a decir que él está a favor de la corrupción, del oscurantismo y de la manipulación informativa?
En efecto: las campañas electorales están llenas de decálogos llenos de buenas palabras, de usar y tirar, de presentar ante los medios a ver si pueden colarlo en las noticias. Al menos, nadie puede negar que el Decálogo de la Dignidad es una iniciativa totalmente coherente con lo que está siendo la estrategia de campaña del PSPV. Otra nueva iniciativa vaporosa que se disuelve cual azucarillo. Una más.
El problema de la campaña del PSPV es que las apelaciones a la dignidad, a la lucha contra la corrupción, la búsqueda de la transparencia informativa, siempre han de formar parte de la ecuación en la campaña, pero difícilmente pueden sostener la campaña por sí solas.
Y eso es lo que parece ocurrir con el planteamiento de campaña del PSPV, cuyo lema es la dignidad, cuyo vídeo de campaña se centra en la dignidad, y que incluye una de las iniciativas más excéntricas, cabría decir surrealistas, de toda la campaña: el ridículo vídeo del PSPV "Canta por la Dignidad", que parece elaborado por el mismísimo Rafael Blasco.
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