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AUDITORIA DEL PODER VALENCIANO: EL ARTE

Mejor Barcelona que Madrid: Breve radiografía del 'poder valenciano' en el Arte

CARLOS AIMEUR. 14/08/2015

Un único valenciano en la RAE, dos en la SGAE, y mucha presencia singular en campos como el sector audiovisual y, sobre todo, en Cataluña

VALENCIA. Entre la inexistencia, la irrelevancia y la influencia singular, la presencia o no de valencianos en el mundo de la Ciencia y el Arte varía mucho en función del área que se observe. Desde la inesperada y sorprendente ausencia en campos como la Literatura, con un único académico en la Real Academia, Francisco Brines, quien ocupa la silla X desde 2006, hasta la importante presencia de profesionales del cine como Daniel Monzón o el productor Fernando Bovaira, la creatividad y el saber valenciano no goza en la actualidad de una gran presencia institucional, sobre todo en Madrid.

Una de las pocas figuras valencianas que ha contado con proyección nacional en un órgano de poder ha sido Piluca Baquero, productora, que fue candidata a presidir la Academia de Cinematografía. Su caso es excepcional ya que los profesionales dedicados a la industria audiovisual han optado normalmente por un perfil más artístico. El caso de Monzón, nacido en Palma de Mallorca, vecino de Rocafort desde su infancia pero profesionalmente afincado en Madrid, es sintomático. Aunque él nunca oculta sus vínculos valencianos, rara vez es citado como tal.

Otro tanto sucede con el castellonense Bovaira, productor habitual de Alejandro Amenábar, o con el director Paco Plaza, afincado en Barcelona. La actriz Ana Duato, el actor y presentador Arturo Valls, el periodista y showman Pablo Motos, el comedian Antonio Castelo, el colaborador de Ana Rosa Quintana Màxim Huerta o Nuria Roca son otros nombres a los que cabe citar como personalidades destacadas del cine y la televisión, pero no funcionan como lobby aunque algunos se conocen entre sí.

Sí que se ven más cineastas como Sigfrid Monleón o Alberto Morais. Este último relataba en una entrevista a ValenciaPlaza.com como vive en Madrid desde hace 15 años donde trata con frecuencia con una comunidad de cineastas e intérpretes valencianos. "Somos unos pocos. Mantengo relación habitual con Sigfrid Monleón y su mujer, y con actores como Sergio Caballero", explicaba Morais. Pero no es una cuestión de lobby, sino de afinidades. De hecho, su caso no es el único.

El director de CulturArts, José Luis Moreno, recuerda que entre los representantes del sector audiovisual con cierta relevancia se encuentra José Luis Berlanga, que aunque nacido en Madrid ha mantenido vínculos personales con Valencia. En televisión, por su parte, al margen de los presentadores antes citados y de un buen número de guionistas que van desde Rodolf Sirera a Miquel Peidró, desde la marcha de José María Mas Millet de la presidencia Antena 3 no ha existido un verdadero poder valenciano. Sólo Gustavo Ferrada, responsable del área de ficción de Televisión Española, ha tenido un cargo relevante institucional ya que otros como Agustí Mezquida optaron por dejar los despachos para afrontar proyectos personales.

En el mundo de la exhibición cinematográfica, la familia Pechuán es importante pero trabajan sobre todo en la Comunidad Valenciana, el decano Bautista Soler aún mantiene cines en Madrid pero todo lo demás son pequeños y medianos exhibidores.

MÚSICOS RECONOCIDOS... EN EL EXTRANJERO

Un caso curioso es el de la música clásica donde la pujanza de los directores valencianos y la nutrida presencia de cantantes valencianos no ha ido acompañada de una presencia institucional. Como señala el subdirector del Palau de la Música, Manuel Muñoz, "la mayoría están haciendo su carrera en el extranjero", y recuerda casos como el de Ramón Tebar que es director principal de la Florida Grand Opera y director musical del Festival de Música de Santo Domingo, o el del pujante Gustavo Gimeno en Luxemburgo. Una de las contadísimas excepciones a esta regla es la de Miguel Ángel García Cañamero, que fue nombrado a principios de año director del Coro Nacional de España. Es uno de los pocos valencianos con cargo orgánico.

También sucede lo mismo en géneros como el jazz, donde la pujanza a nivel creativo no va acompañada de una presencia institucional en organismos como la SGAE. Uno de los pocos que ocupa un puesto responsable es Juli Disla, que está en el Colegio de Gran Derecho, y lo es por el mundo teatral. Otro valenciano en la junta directiva es Nacho Mañó, que se halla en el Colegio de Pequeño Derecho. De los 43 miembros de la junta, sólo dos son valencianos, cuando estadísticamente deberían ser al menos cuatro.

"Hubo una época, en los noventa, con gente como Luis Merino o Pedro Cervera, en la que Madrid estaba llena de valencianos, pero es cierto que últimamente hay menos valencianos en la capital", comenta el promotor y productor Vicente Mañó. "No creo que responda a nada en concreto, sino que es una situación circunstancial", apunta. Con todo, él no quiere ver el vaso medio vacío y apuesta a que "quizás antes era más habitual que hubiera más valencianos en el exterior, pero era porque o salías o no hacías nada", dice. Una interpretación que podría aplicarse a otros ámbitos, evocando las palabras del fallecido José Sancho, quien recordaba hace unos años que cuando él quiso ser actor no tuvo más remedio que irse a Madrid. Algo, que, decía, no era ya imprescindible. Quizás ahora no diría lo mismo. Sobre todo tras el cierre de RTVV.

Un dato especialmente llamativo es el de la RAE donde pese a la fama y prestigio de escritores como Carlos Marzal, Manuel Vicent, el ilicitano Vicente Molina Foix o Rafael Chirbes, los premios de autores como Carmen Amoraga, Vicente Gallego... sólo hay un valenciano en la Academia, Francisco Brines. El de Oliva es, a día de hoy, la única referencia.

EL 'PODER VALENCIANO' VIVE MEJOR EN BARCELONA

Donde si se percibe una mayor presencia del 'poder valenciano' es en Cataluña. Así lo comenta el escritor setabense Xavier Aliaga, quien destaca que "no hay prácticamente ninguna institución catalana importante en la que no haya un valenciano". Pero matiza, son "asimilados". Es decir, han hecho su vida en Barcelona y "ya no van a volver". Con ejemplos tan llamativos como el del gestor cultural Joan Llinares, quien tras un breve regreso a Valencia para ser gerente del IVAM, ha vuelto a Barcelona, o el del astrofísico Josep Maria Trigo-Rodríguez, que trabaja en Barcelona.

El fenómeno no es nuevo y fue recientemente analizado por la revista El Temps en un extenso reportaje realizado por la redacción de la revista Barcelona. En este caso se juntan dos aspectos, dice Aliaga: El primero, que hay posibilidades de crecer profesionalmente y el segundo, el más importante, "que no tienen problemas en encajar y, finalmente, encajan".

Es precisamente en Cataluña en el ámbito de las artes escénicas donde se puede percibir mejor la presencia de valencianos como los coreógrafos Sol Picó (la alcoyana es habitual de los premios Max) o Marcos Morau (Premio Nacional de Danza), o directores teatrales como Carme Portaceli o Carles Alfaro, que trabajan principalmente en teatros de Barcelona y Madrid. Otros, como Nacho Duato, directamente trabajan en el extranjero. Por no sentirse, no se sienten ya ni españoles.

Uno de los pocos campos donde los valencianos sí ejercen poder y se percibe su presencia es el mundo del arte plástico, donde algunos ocupan puestos destacados, como son los casos del castellonense Borja Villel, que actualmente es director del Museo Nacional Reina Sofía, de Agustín Pérez Rubio en Buenos Aires al frente del Malba, o de Vicent Todolí que fue director de la Tate Modern en Londres y ahora es responsable del HangarBicocca de Milán.

"En los últimos años ha habido una recentralización, no sólo por la crisis sino sobre todo porque en Madrid están los Ministerios, las grandes fundaciones, las empresas...", comenta el crítico valenciano José Luis Pérez Pont. A ello une la influencia negativa de la administración autonómica durante las dos últimas décadas. "En los últimos 20 años se ha perdido la posibilidad de poner en circulación e impulsar desde la administración a personas con capacidad para poder generar una proyección nacional", comenta. Pese a ello, conviene que, al menos en arte, lo valenciano sí pinta algo.

SERIE "Poder Valenciano"

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2.- Valencianos en los partidos: escasos pero con influencia

3. Aprobado raspado a la representación valenciana en sindicatos y patronal

4.- Dos valencianos y medio

5. Mejor Barcelona que Madrid: Breve radiografía del 'poder valenciano' en el Arte

6. Una presencia menguante en las altas instituciones del Estado

7. Valencianos en la Ciencia: Ni hay 'lobby' ni se le espera

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2 comentarios

Pau escribió
14/08/2015 09:39

En el cas de la cultura està clar que els valencians amb projecció han de triar entre castellà i valencià. Uns van a Madrid i altres a Barcelona. Són les dues ànimes que conviuen al nostre País. Per cert, a aquests articles sempre tinc la impressió de que la cultura en valencià es mira amb certa condescendència. Tampoc heu nomenat que a l'IEC hi ha un bon nombre de valencians que exerceixen com a tal: Germà Colón, Josep Piera, Vicent Pitarch...

Por algo será escribió
14/08/2015 09:09

Buen articulo, como siempre de Aimeur.. En Madrid a nadie se le pregunta "de donde es", sino "que vas a aportar"....y la aceptación social y profesional va en función de esta pregunta.En este sentido la identidad "valenciana", vasca, andaluza, ect.. desaparece una vez que vives allí, a excepción de la catalana y los catalanes que efectivamente por el rollo que se traen de creerse especiales, crean lobbys, como lo crea el colectivo Gay y tantos otros y eso se nota más en la tele y medios de comunicación pero se da en todos los sectores. Crear y actuar profesionalmente como lobby valenciano,vasco, andaluz, ect.. en Madrid dudo mucho que tuviera recorrido, porque sería visto como una horterada. No obstante hay sectores, como el político, empresarial y medios de comunicación en que es necesario tener una estrategia a medio y largo plazo para adquirir influencia en la capital del Estado. Lo que si queda en evidencia cuando vives en Madrid, es que aunque en Valencia se tiene el mismo o mejor nivel profesional y las mismas o mejores ideas, sin embargo sigue siendo empresarial y laboralmente insignificante, esto es debido al eterno y arraigado nepotismo provinciano que se ha dado y se sigue dando no solo en el sector público sino también en el privado que cierra las puertas a los mejores profesionales que naturalmente acaban en Madrid, Barcelona o en el extranjero. Una nota final, ninguna otra comunidad es tan exageradamente autocritica y autodestructiva como la valenciana y naturalmente si te vendes negativamente no puedes pretender tener buena imagen y esa "buena imagen" afecta no solo al colectivo, sino a todos y cada uno de los valencianos.

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