VALENCIA. Este miércoles el cantante y director de escena Davide Livermore recibió una llamada de la Conselleria de Cultura. La consellera María José Català le ofrecía el puesto de director artístico del Palau de les Arts. El turinés habló poco después con la hasta ahora directora artística del complejo valenciano, la austriaca Helga Schmidt. Ella le manifestó su total apoyo. Había dado su nombre. Era, pues, un nombre de consenso.
Este viernes, recién llegado de Berlín, donde había estado negociando un montaje para la ópera de Sydney en 2017, Livermore se enteró de que la noticia ya era oficial. La había anunciado la propia Català en la rueda de prensa tras el pleno del Consell valenciano. Livermore recibió la enhorabuena de los miembros de su equipo. Fueron muchos los trabajadores del coliseo que se alegraron. "Es una máquina", le describía gráficamente uno. "Es brillante, todo energía", comentaba otra empleada. Se cruzaron llamadas y mensajes de felicitaciones.
Livermore se encontraba en Valencia para ultimar los ensayos del espectáculo ¿Qué son las nubes? que el Centre de Perfeccionament Plácido Domingo estrenará el próximo 27 de enero, un homenaje a Mozart el día de su nacimiento que contará con la dirección musical del valenciano Juan Luis Martínez. En torno a las nueve de la noche, tras concluir el ensayo, Livemore atendió a la llamada de un medio de comunicación y después, tras aclarar algunas cuestiones del montaje con su equipo, se fue a su casa en Alboraia, en la Patacona, enfrente del famoso local La más bonita. "Me encanta cocinar", dice para explicar por qué no vive en un hotel. "Además, me encanta mi casa. Vengo de la montaña y la gente de la montaña nos gusta el mar. Levantarte y verlo...", sonríe abriendo los brazos e hinchando el pecho.
Desde verano del año pasado Livermore, director a la sazón del Centre, ha sido considerado como el principal candidato a relevar a Schmidt al frente del coliseo valenciano. Conoce la casa, conoce el medio y es, además, una persona con una gran habilidad para manejar grupos humanos, para motivar a los jóvenes cantantes. Fue de hecho esta característica la que hizo que Schmidt, cuando apenas llevaba una semana en Valencia ensayando La Bohème, le ofreciera el puesto de director del Centre de Perfeccionament. Eso fue en noviembre de 2012.
Schmidt, "Doña Helga" como la llaman en el Palau de les Arts, no lo sabía pero ella y Livermore ya se conocían. Fue en 1996, con motivo del centenario del estreno de La Bohème en Turín. La ciudad piamontesa acogió un montaje especial dirigido por Daniel Oren con la mítica pareja formada por Luciano Pavarotti como Rodolfo y Mirella Freni como Mimì. Livemore cantaba en esa producción; interpretaba a Parpignol. Doña Helga acudió. "Carlo Majer, que era el director artístico, me dijo: ésta es Doña Helga", recordaba Livemore. "Ella trabajaba en el Covent Garden y era toda una personalidad".
Tuvieron que pasar 18 años para que sus caminos volvieran a encontrarse. Y fue por una llamada de Schmidt en enero de 2012, hace ahora tres años. Schmidt le telefoneó para comentarle que le habían gustado sus bocetos para La Bohème que estaba preparando para la Opera Company of Philadelphia, una producción que iba a contar con dirección musical de Riccardo Chailly.
El maestro, gran amigo personal de Schmidt, le había enseñado el proyecto que llevaban entre manos Livermore y él, y a la austriaca le había llamado la atención. Era el tipo de propuestas que buscaba para Valencia: modernas, emotivas, relativamente baratas y accesibles para el gran público, la cuadratura del círculo. Le pidió que fuera a verle y se la explicara en persona. Tuvieron una reunión a tres bandas Chailly, Schmidt y Livermore. A la austriaca le convencieron tanto las ideas de Livermore que decidió que el Palau de les Arts sería coproductor del montaje.
Lo de Livermore con el Palau de les Arts fue poco menos que un flechazo. "La producción fue maravillosa para mí por encontrarme a la gente de la casa, a estos trabajadores estupendos", recordaba este viernes. Mientras, sobre el escenario, los técnicos procedían a desmontar el decorado de Qué son las nubes. Livermore les miró. "Aquí he encontrado un respeto por el trabajo que es verdaderamente único. No lo digo ahora porque vaya a ser director artístico; lo he dicho siempre", añadía.
Desde el primer momento Livermore notó una energía especial en el coliseo valenciano. "Me impresionaban cosas que veía que me tocaron profundamente: el silencio en los ensayos, el director de escena que llora de emoción, la concentración de todos sobre lo que pasa en el escenario... Fue una emoción impresionante para mí ver cómo los técnicos montaban el decorado con respeto, con silencio... Y de pronto un día vi la clave que explicaba todo esto; vi a Doña Helga mirando cómo los técnicos montaban un decorado. No es lo habitual que los intendentes hagan eso".
Una vez fichado como director del Centre de Perfeccionament, Livemore se convirtió en el director de escena de referencia del complejo. La Bohème antecedió al Otello en mayo de 2013 con Gregory Kunde, Maria Agresta y Carlos Álvarez, y Zubin Mehta como director. Y el año pasado, de nuevo en el Festival del Mediterráneo, llegó La Forza del Destino, también con Mehta, un montaje extraordinario que fue reconocido en los prestigiosos premios Campoamor de Oviedo como la mejor producción operística de 2014.
Este año Livermore dirigirá en marzo la producción de Norma, de Bellini, con el valenciano Gustavo Gimeno en el foso como director musical. Precisamente Gimeno es uno de los favoritos a ser nombrados director titular de la Orquesta del Palau de les Arts, un asunto aún por resolver. Asimismo, a finales de mayo presentará en Valencia el montaje del Centre de Perfeccionament Narciso, de Scarlatti, que se ha representado ya en Austria con una excelente respuesta de la crítica.
La dedicación y capacidad de trabajo de Livermore son proverbiales. Sin embargo, lo que sobresale de él es su profundo conocimiento de todas las facetas de la ópera porque Livermore ha abarcado todos los ámbitos de la lírica. Inició su carrera profesional como cantante. En diez años de actividad belcantista actuó en los principales teatros italianos e internacionales. Desde 1999 se dedica a la dirección de escena. Y, por si fuera poco, desde 2002 es director artístico del Teatro Baretti de Turín, un escenario dedicado al teatro musical experimental que con sólo 112 butacas consiguió el año pasado 25.153 espectadores, con una ocupación de casi el 100%.
Desde la Conselleria de Cultura destacaban este viernes que "es uno de los directores de escena italianos más importantes del panorama operístico internacional". En el Palau de les Arts lo que más satisfacción produce es que le consideran uno de los suyos. "Si se hubiera hecho un concurso como el del IVAM seguro que lo gana", comentaba un trabajador. Su contrato será como el de José Miguel G. Cortés; tendrá una duración de cuatro años, hasta 2019, y un salario de 67.615 euros anuales, más indemnización por residencia y dietas.
Con él se garantiza la calidad ("vamos a mantener el mismo nivel", decía este viernes) y la presencia de las grandes figuras. No en vano Livermore tiene buena relación con los referentes del coliseo, en especial Domingo, y cuenta con el apoyo de grandes nombres de la escena internacional como el citado Chailly. Su nombramiento, en la práctica, no ha hecho sino adelantarse en el tiempo. Estaba previsto que fuera nombrado en verano, cuando se concretara la salida pactada de Schmidt.
La imputación de la austriaca este miércoles de los presuntos delitos de falsedad, malversación de fondos y prevaricación, ha acelerado un relevo natural que ha contado con el beneplácito de la propia intendente. "Es una decisión que ella [Schmidt] conoce perfectamente. Pienso que la primera persona que ha dado mi nombre a la consellera ha sido ella", comentaba Livermore. Así lo admitió la consellera Català este viernes a mediodía, si bien se apresuró a apuntar que la elección partía del Consell. "No lo hemos pedido permiso a nadie", señalaba.
Cuando el lunes se reúna el patronato del Palau de les Arts, se planteará la destitución de Schmidt, Català confía en que ella presente antes su dimisión, y se nombrará pues a Livermore como sustituto con todos los parabienes. En cuanto se formalice su nombramiento, se garantizará una nueva etapa en el coliseo valenciano, la segunda de su existencia. Pero, sobre todo, se dará fin a una semana de ruido y furia que ha marcado de manera indeleble al joven complejo operístico valenciano.
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