Durante los últimos años, estamos asistiendo a una transformación y reestructuración del sistema financiero de nuestro país, que está generando efectos muy relevantes en los mecanismos de financiación de la economía. El crecimiento del PIB no es suficiente para conseguir una reactivación económica que pueda equilibrar indicadores como podría ser el desempleo en España.
Desde el Banco Central Europeo, se han tomado medidas de política monetaria, como la reducción de los tipos de interés al 0,05, y medidas para incrementar la cantidad de dinero disponible para la financiación. Sin embargo, la economía no consigue arrancar. Uno de los problemas es que, de momento, no existe un sector que tire de la economía productiva ni tampoco proyectos que impliquen una inversión importante y que aporten un crecimiento estable.
Además, a este factor debe añadirse la falta de demanda por parte de los consumidores, excepto en el sector del turismo, que es uno de los únicos ámbitos donde, no sólo se mantiene, sino que además sigue creciendo. Asimismo, lo más importante es generar proyectos de inversión y de crecimiento económico sostenibles.
En este escenario, el mundo cooperativo puede colaborar, aportando valor, en la tan ansiada reactivación económica. La cooperación puede abrir ventanas al crecimiento. La innovación es uno de los elementos clave para reactivar la economía y la cooperación del sector financiero en su desarrollo es esencial. Además, si la innovación está ligada a proyectos de emprendimiento, valor social añadido, sostenibilidad y medio ambiente es cuando el mundo cooperativo puede contribuir de forma destacada a la competitividad de los mismos. Precisamente, cooperación y competitividad son términos complementarios y no opuestos. La cooperación hace que las compañías sean más competitivas, puesto que las hace más fuertes y productivas.
La creciente desigualdad es otro de los elementos que no contribuye a la reactivación económica. Los últimos datos indican que en España, el número de personas con más de un millón de dólares de patrimonio financiero ha crecido más de un 24% durante los últimos 12 meses, llegando a las 465.000; mientras que sólo el 10% de la población concentra el 56% de la riqueza. Por este motivo es necesario abordar las desigualdades, no sólo por aspectos sociales, sino también económicos, ya que la composición de la demanda y el consumo varían sustancialmente si la riqueza está concentrada en pocas manos o bien, hay una distribución de la renta más equilibrada. El cooperativismo también puede ayudar a esta redistribución del capital a través de la financiación cooperativa.
El modelo bancario cooperativo ha demostrado ser sostenible y resistente a las distintas crisis financieras. Las entidades de crédito cooperativas registran, en comparación con el sector y durante un largo número de años, un crecimiento del beneficio estable, con saneamientos relativamente limitados, menores esfuerzos de aprovisionamiento, menos riesgos del crédito y una fuerte capitalización.
La banca cooperativa se sitúa en línea con los nuevos requerimientos regulatorios y sociales. Es una banca sencilla, transparente, adversa al riesgo, implicada en el desarrollo de la comunidad y la sociedad en su conjunto, en la cual la maximización del beneficio no es el único motor de la toma de decisiones.
En definitiva, el modelo cooperativo ha demostrado ser una realidad positiva en nuestro país y también a escala europea, donde la cuota del sector se sitúa alrededor del 25% y su contribución a la estabilidad financiera, ahora más necesaria que nunca, es muy relevante.
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* Jordi Marsan, subdirector general comercial de Caja de Ingenieros
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