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VALENCIA. El pasado mes de enero este periódico publicaba que en el Consell existía una fuerte inquietud por las consecuencias que se podrían derivar de una investigación judicial de la compra de Valmor, la empresa que organizaba la Fórmula 1. Ese temor solo ha hecho que confirmarse con el paso de los meses y el avance de las dos denuncias que se presentaron posteriormente, una por parte del PSPV-PSOE y otra por Esquerra Unida, ahora ampliada. 

"Es una malversación de fondos públicos de libro", han explicado distintas fuentes jurídicas consultadas por este periódico en repetidas ocasiones. Comprar con dinero público una empresa privada salvando a los accionistas de las repercusiones de las pérdidas y la deuda acumulada -créditos otorgados por el propio Consell- es, cuanto menos, sospechoso.

De esa sospecha, y de la multitud de documentación que rodea al acuerdo firmado en su día por Valmor con el conglomerado de empresas de Bernie Ecclestone y posteriormente con la Generalitat Valenciana, ha ido tirando la Fiscalía y en breve presentará su denuncia. Si el juez al que le toque la admite a trámite, en el objetivo judicial estarán todos los que firmaron aquella operación de compra venta. Y esa firma la aprobó, en tanto que accionista único de Circuito del Motor, la empresa pública compradora todo el Consell con Alberto Fabra a la cabeza.

El empastre de la Fórmula 1 en Valencia llegó de la mano de unos entusiastas Francisco Camps y Rita Barberá. La segunda fue la que agasajó tanto como fue necesario a Ecclestone en sus visitas a Valencia. El primero el que puso el dinero de todos los valencianos en una operación tan sospechosa que hasta el Tribunal de Cuentas considera que hay que revisar cada contrato.

El secretario general del PSPV, Ximo Puig, cifró este lunes en más de 300 millones lo que le ha costado a los valencianos la fiesta de la F1, con el cierre final de un circuito urbano abandonado a su suerte que ha hipotecado durante años el futuro de una parte tan importante de la ciudad como la dársena.

El problema para Fabra es que, aunque él no firmó la organización de los grandes premios sí asumió los compromisos que, quién sabe si de palabra, tenían pactados Camps con los socios de Valmor -Bancaja, Fernando Roig y el tándem Aspar-Vicente Cotino- y compró Valmor por 60 millones cuando era una empresa quebrada. Aspecto este último (es relevante) que se sabía.

Lola Johnson, que era la consellera de Cultura (de la que dependía Circuito del Motor), era la que tenía todos los números para pagar el pato de la compra. Pero la sombra de Ecclestone es muy alargada. Nadie descarta ahora que Fabra acabe atrapado por su propia línea roja. Aunque como los tiempos de la justicia son los que son, tal vez cualquier imputación llegue con retraso. Quién sabe.