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LA PANTALLA GOBAL

De modelo a actriz: la pasarela como trampolín

EDUARDO GUILLOT. 02/09/2014 Llega a los cines 'Hércules', que supone el debut ante la cámara de Irina Shayk. La rusa no es la primera que ha dado el salto al cine desde el mundo de la moda

VALENCIA. Se estrena Hércules (Hercules, Brett Ratner, 2014), un nuevo peplum moderno, basado en el cómic de Steve Moore, cuyo principal interés radica en comprobar si Dwayne Johnson es capaz de estar a la altura del personaje que hizo famoso el culturista Steve Reeves a finales de los años cincuenta y en la espectacularidad de unos efectos especiales digitales que se superan en cada gran producción estadounidense. A otro nivel, la película también posee el atractivo de ver por primera vez en la pantalla grande a la rusa Irina Valerevna Shayjlislamova, más conocida como Irina Shayk, habitual del papel couché por su trabajo como top model y su relación con el futbolista Cristiano Ronaldo. La escultural modelo (medidas oficiales: 90-59-89) interpreta a Megara, la primera esposa del héroe mitológico, que le fue entregada tras derrotar al rey Ergino de Orcómeno.

Es bastante improbable que la joven de 28 años con sangre tártara sea nominada al Oscar por su intervención en la película, pero de momento ha logrado lo más difícil en estos casos: meter la cabeza en un film de gran presupuesto y difusión global. Probablemente, su presencia en las revistas deportivas y la prensa del corazón haya sido determinante en su elección, pero ahora es ella quien debe demostrar que es capaz de desarrollar una carrera como actriz. Kate Upton, por ejemplo, aún no lo ha logrado. La estadounidense saltó a la fama en 2011, gracias al célebre número anual que Sports Illustrated dedica a los bañadores, y ese mismo año hizo una breve aparición en Un golpe de altura (Tower Heist, Brett Ratner), pero ni en Los tres chiflados (The Three Stooges, Peter y Bobby Farrelly, 2012) ni en No hay dos sin tres (The Other Woman, Nick Cassavetes, 2014) ha logrado quitarse el sambenito de rubia florero.


EL LARGO CAMINO A LA FAMA

Precisamente en No hay dos sin tres compartía protagonismo con Cameron Diaz, otra modelo convertida en actriz que ya llevaba tiempo trabajando para la prestigiosa agencia Elite cuando se presentó a una prueba para participar en La máscara (The Mask, Chuck Russell, 1994). La escogieron como co-protagonista y el resto es historia, pero al principio le costó hacerse un hueco en la industria. "Cuando empiezas, te rechazan en el ochenta o noventa por ciento de los castings", aseguraba en una entrevista de 1994. "Una vez has trabajado, la gente comienza a conocerte y muchas cosas resultan más fáciles. Pero es normal que te rechacen: Hay miles de mujeres guapas en Los Ángeles, y todas compiten por los mismos puestos".

El camino a la fama suele ser largo y no está exento de obstáculos. En 1944, Norma Jeane Dougherty trabajaba en la cadena de montaje de una fábrica de armamento, cuando David Conover la descubrió mientras fotografiaba a otras operarias para un reportaje. Su belleza le llamó la atención y propuso a la joven hacer una sesión en su estudio. Poco después, los fotógrafos se la disputaban y comenzo a aparecer en las revistas. Cuando su marido le dio a elegir entre su trabajo como modelo y la vida hogareña, se divorció y se dispuso a labrarse una carrera como actriz. Logró un contrato como extra con Twentieth Century Fox, que le puso como nombre artístico Marilyn Monroe, y debutó en la hoy olvidada Dangeours Years (Arthur Pierson, 1947), pero no saborearía el éxito hasta Niágara (Niagara, Henry Hathaway, 1953), estrenada el mismo año en que también protagonizó el primer número de la revista Playboy.

Marilyn se apuntaría a clases de interpretación (acudiendo, incluso, al famoso Actor's Studio de Lee Strasberg) con objeto de mejorar sus aptitudes, pero Lauren Bacall ya tenía cierta experiencia en el teatro cuando fue escogida para debutar en el cine junto a Humphrey Bogart en Tener y no tener (To Have And Have Not, Howard Hawks, 1944). Sin embargo, el motivo por el que hizo la prueba no fueron sus escarceos escénicos previos, sino un reportaje fotográfico publicado en 1943 en la revista Harper's Bazaar que llamó la atención del director. En Por mi misma (Ultramar Editores, 1987), su autobiografía, recuerda su angustia al asistir al visionado de su casting. "Howard me llevó a la sala de proyecciones y nada más caer en el asiento empezó a pasar mi prueba. Yo no podía entonces, y nunca he podido, juzgar mi trabajo en la pantalla. Cada defecto, y los había, se multiplicaba; cada mirada, cada movimiento, el modo de decir una frase; me entraron ganas de esconderme".

La prueba fue buena, y la película un éxito. Solo dos años después, ya como pareja, Bogart y Bacall trabajarían juntos nuevamente en un clásico del cine negro: El sueño eterno (The Big Sleep, 1946), también a las órdenes de Hawks. Sus tiempos como modelo quedaban definitivamente atrás, pero no había sido fácil. Hawks había firmado un contrato privado con ella de siete años de duración, le adjudicó su nombre artístico, modificó su voz (cambió su timbre "nefasto, agudo y nasal" por un registro más bajo y ronco) y hasta inventó su famosa mirada: "Al mirar, asienta la barbilla hacia abajo y levanta solo los ojos", le exigió. Un auténtico Pigmalion. 

DESCUBRIDORES Y DÉSPOTAS

No es del todo inusual que el descubridor de una actriz se comporte como si fuera su dueño. Y resulta mucho más sencillo cuando se trata de mujeres jóvenes o inexpertas, en un entorno que les resulta tan seductor como desconocido. Cuando Alfred Hitchcock perdió a Grace Kelly tuvo que buscar una rubia que la sustituyera en sus películas y en sus fantasías. La elegida fue una modelo de modas llamada Tippi Hedren, que en 1963 firmó un contrato de siete años con el director (parece que es la cifra estandard que certificaba la esclavitud en Hollywood). Su primer película juntos fue Los pájaros (The Birds, 1963).

Según cuenta Kenneth Anger en la segunda parte de su imprescindible Hollywood Babilonia (Tusquets Editores, 1986), "pese a la casta devoción de Hitchcock por su esposa Alma, desarrolló una violenta obsesión romántica y sexual por Hedren. En el episodio cumbre de la película, el director decidió cambiar los pájaros mecánicos previstos por aves reales. Durante una semana entera, Tippi fue despellejada por gaviotas y cuervos enloquecidos. La ataron al suelo con tiras elásticas invisibles; luego, mediante hilos de nylon, amarraron su vestido a las aves excitadas, a las cuales se incitó a picarle el cuerpo. Uno de los pájaros hizo lo posible por arrancarle el ojo izquierdo, dejando una huella profunda en su párpado inferior. La actriz sufrió un ataque de histeria y acabó por derrumbarse. El rodaje tuvo que interrumpirse durante una semana".

En su siguiente película, Marnie la ladrona (Marnie, 1964), Hitchcock sometió a Tippi Hedren a un insistente acoso sexual, amenazando incluso con arruinar su carrera. En una ocasión, hizo un macabro regalo a Melanie, la hija de la actriz (por entonces, de cinco años de edad): una muñeca que representaba a su madre, vestida y peinada como su personaje en Los pájaros, y metida en un pequeño ataúd de madera. Hedren nunca cedió a sus proposiciones y el cineasta terminó por dejar de dirigirle la palabra en el plató. Obviamente, el contrato laboral que les unía no se cumplió nunca.

Irina Shayk cuenta con precedentes de todo tipo. El tiempo dirá si puede llegar a ser una estrella, si Hércules no es más que frívolo devaneo o si su destino es el mismo que el de otras modelos que han dado el salto al cine y han mantenido una carrera continuada, aunque discreta, como la española Inés Sastre, que debutó en 1987, con solo catorce años, de la mano de Carlos Saura. El director la había visto en un anuncio televisivo y la contrató para El Dorado. Pero en veintisiete años apenas ha participado en una quincena de películas, que ha combinado con su trabajo como top model internacional. Una tercera vía que podría ser la más conveniente para la rusa.

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