Las elecciones europeas han confirmado un mapa político en el que la izquierda vuelve a tener la mayoría pero con una dispersión del voto que obligará a un pacto que los socialistas solo podrán encabezar si logran frenar su sangría de votos
VALENCIA. Las eleccciones europeas del pasado domingo han dibujado el nuevo escenario político valenciano. Pese a la irrupción sorpresiva de Podemos, lo cierto es que el mapa no se aleja mucho de lo que se intuía: el PP ha perdido la mayoría absoluta y los partidos progresistas suman más del 50% de los votos. Con los datos oficiales se puede decir que los valencianos que votan -lo que piensan los abstencionistas no se sabe- vuelven a ser de izquierdas.
Al menos eso dicen los datos en bruto. De hecho parece hasta haber regresado el cinturón rojo de Valencia. Pero resulta del todo imposible hacer una proyección fría de los resultados del domingo a unas elecciones autonómicas. Los motivos que llevan a los electores a acudir o no a votar y a depositar la papeleta en la urna de uno u otro partido son complejos. Pensar que el comportamiento dentro de un año, cuando se celebren las elecciones a ayuntamientos y a la Generalitat Valenciana será el mismo que el de este domingo es, cuanto menos aventurado.
Pero lo que sí es evidente es que el nuevo escenario es precisamente eso: nuevo. No se parece al que dejaron las últimas elecciones generales o autonómicas. El PP se ha desplomado, el PSPV sigue buscando su suelo, mientras que Esquerra Unida, Compromís y UPyD siguen al alza esperando.
Ese vuelco tiene especial relevancia cuando se procede de un periodo de casi 20 años de gobierno del PP en la Generalitat y en no pocos ayuntamientos de la Comunitat Valenciana. La simple hipótesis de un cambio en esta dinámica lleva dominando el debate político valenciano desde hace ya meses. Que se haya confirmado en estas elecciones solo hace que amplificarlo.
La cuestión es que este mismo lunes y ya con los datos de un proceso electoral en la mano todos los partidos empezaron a mover ficha. El PP sabe que las cosas le van mal incluso en territorios tan consagrados como la ciudad de Valencia ni el nombre de la incombustible Rita Barberá parece ser suficiente para evitar la sangría. Alberto Fabra se ha dejado medio millón de votos por el camino y le salva el inmenso colchón que le dejó Francisco Camps, lo que le permite estar por encima de la media del partido en España. ¿Le afectará el plan que prepara Rajoy para el próximo septiembre?
Frente a los populares, el PSPV-PSOE. Ximo Puig no ha conseguido frenar la caída del partido y su electorado empieza a desperdigarse por todo el espectro de partidos con los que tendrá que contar para formar un hipotético gobierno de la Generalitat. Solo no puede. Con ¿amigos? sí.
Y es ahí donde está el meollo de la cuestión. El debate sobre cómo se articulará la supuesta nueva mayoría en Les Corts cuando se celebren elecciones el año que viene se ha abierto ya. Puig quiere liderarla, pero para ello deberá resolver algunas incógnitas, especialmente el liderazgo en las grandes ciudades, en muchas de las cuales no tiene candidatos firmes. Y, como el PP, con problemas en Valencia, donde Joan Calabuig está cuestionado por parte del partido al no conseguir la movilización y respaldo del electorado.
Esquerra Unida sabe que deberá entrar en esa ecuación de pacto con el PSPV. Lo que ahora también ha quedado bastante claro es que no podrán ir solos o incluso con el permiso implícito de una UPyD consolidada. Compromís ha aguantado el tirón en unas elecciones en las que tenía poco que ganar -sacar el eurodiputado- y en las que podía perder por empuje. Algo de esto último puede haberle pasado, no tanto por los resultados sino por la sensación de que Podemos les ha robado la cartera en la Comunitat Valenciana.
Pero en mayo de 2015 todo va a ser diferente para los valencianistas. Al fin y al cabo, si el éxito de Podemos ha sido la fuerte personalidad de un político que quiere mostrarse diferente a la clase política, en las filas de Compromís tiene una réplica (si no la original): Mònica Oltra. Los de Pablo Iglesias no tienen estructura municipal, clave para arrastrar votos. ¿Habrá acuerdo de integración en listas?
El nuevo escenario político valenciano es, por tanto, pluripartidista, alejado de la polarización del PP y PSPV-PSOE. Frente a quienes claman contra tripartitos o gobiernos de coalición cabe recordar en qué situación se encuentra económica y políticamente la Comunitat Valenciana: quebrada la Generalitat, una economía con graves desequilibrios y numerosos casos de corrupción salpicando la gestión pública. Todo tras 20 años de unipartidismo.
Por otra parte, el acuerdo entre las formaciones progresistas obligará a limar aristas entre ellos. Pero eso es la política.
Pues yo sinceramente espero que no haya acuerdo Compromís-Podemos. Si es para el bien de Compromís, y de verdad acaba beneficiándole, pues que sea lo que tenga que ser, pero yo soy votante de Compromís por su programa electoral realista que mira por el ciudadano con propuestas totalmente factibles, mientras que mucho (no todo) de lo que propone Podemos suena muy bien pero es sencillamente infactible. Me parece bien el auge de Podemos porque todos esos votos no se los llevan los dos grandes, pero no veo que los programas de Compromís y Podemos encajen. Claro que Podemos puede proponer algo más realista dentro de un año. Todo se verá.
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