MADRID. Definitivamente, ‘Los Informáticos' (The IT Crowd) ha llegado a su fin. Lo ha hecho con una especie de película en lugar de con una quinta temporada, pero aún queda esperanza. ‘Enano Rojo' también pretendió concluir así en 2009 y tres años después estrenó una décima temporada. Quién sabe si no volveremos a penetrar en el sótano oscuro de Industrias Reynholm donde se encuentra confinado este equipo de responsables del soporte técnico.
Es una pena que esta serie se haya acabado porque tenía mucho más recorrido. Comenzó en 2006, en el apogeo de la descarga directa y los inicios de Youtube, cuando no había redes sociales. La evolución de la red se fue plasmando en los guiones y, ahora que el futuro nos amenaza con unas escalofriantes gafas inteligentes y no tardaremos en catar vinos con narices electrónicas -que de hecho se llevan investigando en universidades españolas desde hace más de diez años- nos vamos a quedar sin su reflejo, su mofa, el tan necesario descojono a su costa en The IT Crowd.
En la última temporada tuvimos un capítulo dedicado a Friendface, farsa de la red social de Mark Zuckerberg, en la que Jen, la jefa de los informáticos, se sentía obligada a montar el teatrillo de que tenía un marido triunfador cuando empieza a ver los éxitos en vida que van publicando sus amigas del colegio en sus perfiles. Y en la aludida película de final de temporada está Chitter. Ya saben a santo de qué. Es también Jen a quien malinterpretan las masas cuando ‘chittea' sobre un vídeo del que es protagonista, tirándole un café ardiendo en la cara a un mendigo, que se ha convertido en viral y aparece en los informativos de televisión de todo el mundo.
Entes misteriosos como Anonymous, en esta serie era un niño que se peleaba con sus padres porque querían que dejase el ordenador y saliese un poco de casa a tomar el aire. Otro célebre usuario de Internet, el caníbal alemán que quedó con otro caballero para comérselo de mutuo acuerdo, también tiene su capítulo. Moss y Roy terminan en su casa haciéndole creer que sí, que van a dejarse comer, sólo para poder ver una película en su cojo-dvd. Todas esas noticias que abrían los informativos de la tele bajo el lema implícito de "en Internet le espera la muerte", cautivos y desarmados ya los juegos de rol, aquí le mataban a uno pero de ris
Por otro lado, lo mejor de ‘Los Informáticos' ha sido que era para todos los públicos, que no para toda la familia. No daba grandes lecciones morales, ni ofrecía una visión crítica de la vida ideologizada, ni pretendía penetrar en las cavidades más profundas de la personalidad humana. El objetivo era reírse de todo, punto. A la manera inglesa, que siempre comentamos aquí, sin dejar títere con cabeza.
El empresario fundador de Industrias Reynholm, cuya frase mítica era "cuando empecé sólo tenía un sueño y seis millones de libras", es un estafador que tiene un pufo en los planes de pensiones. Vemos también cómo los servicios de Salud se sustituyen por publicidad en televisión con ambulancias modernas y enfermeros guapos con un número de emergencias imposible de memorizar. Y la prohibición de fumar se compara con un resurgir del opresivo mundo tras el telón de acero, gris y deprimente, donde los fumadores son tratados como insurgentes en una pesadilla orwelliana. Es decir, todo pilla desde todos los ángulos. La puedes ver junto a tu amigo de ‘la otra España' y partiros de risa los dos.
Aparece un grupo indie y el bajista es un atontao que parece que se alimenta haciendo la fotosíntesis. Al personaje gótico-siniestro le tienen encerrado en un sótano para que no les deprima. Los oficinistas son patéticos en general, los directivos impresionables por cualquier ridiculez. En fin, la serie se centra en unos inadaptados, misóginos y misántropos, inmaduros, freaks del cine cutre y los juegos de mesa, unos informáticos, vamos, pero logra que ellos sean los más normales, aun con todas sus irritantes rarezas.
Es memorable cuando se descargan por Internet una ración de frases típicas para poder hablar de fútbol y se van a un pub a beber cerveza, Moss pide una leche, y las repiten sin ton ni son para confraternizar con lo que ellos llaman "personas normales". Es igual que en una cena en casa de su jefa a la que van sus amigas. Ella les pide que sean normales y ellos fingen interesarse por las recetas y hacen preguntas estúpidas. Dan la vuelta a la tortilla. La serie hace parecer genuinos gilipollas a lo que se conoce como "personas normales". Y es una comedia que no busca trascendencia alguna, pero oye, ahí queda ese detallito.
Luego sí, los protagonistas son muy espabilados con los ordenadores pero no saben resolver problemillas tan sencillos como un incendio. Un día aparecen unas llamas en el sótano y Moss envía un email a los bomberos y sigue ahí, sentado con sus cosas en el ordenador tosiendo por el humo. Aunque la norma, y es también la fórmula de todos los guiones, es el recurrir a la mentira en situaciones de estrés.
Otra vez Moss, cuando le obligan a hacerlo, dado que es tan inocente como un niño, es incapaz de mentir con sutileza, pierde el control y dice que Jen, su jefa, ha muerto y que por eso no puede volver a ver al tío pesado, un petulante oficinista, con el que había tenido una cita. Luego llega ella y se encuentra coronas de flores en su sitio.
El actor que hace de Roy, Chris O´Dowd es un irlandés cuya propia biografía podría formar parte de un capítulo. Le picó el gusanillo de la interpretación el día en el que su pueblo recibió de vuelta cuarenta años después a Maureen O´Sullivan, la actriz que había hecho de Jane en la primera película de Tarzán. El sólo era un niño, pero se percató de que algo de bueno tenía ese oficio cuando los 3.000 habitantes de su pueblo, Boyle, salían de casa para recibirla como si fuese el Papa. Ahora no para de trabajar, también en películas, y está casado con la presentadora Dawn Porter, con lo que encima es carne de tabloides. Lo mismo hasta terminamos hartos de él.
El caso de Ross, Richard Ayoade, sin embargo, es más discreto. Es director de cine. Su película ‘Submarine' fue nominada a los premios BAFTA como mejor debut. Ahora ha rodado ‘The Double' una adaptación de Dostoievski sobre miserias de oficinistas, con lo que habrá que verla sí o sí. De todas formas, su trabajo inmortal, antes que su papel en ‘Los Informáticos', fue la serie ‘Garth Marenghi´s Darkplace'.
Inicialmente fue una obra de teatro, pero lograron convertirla en serie, como falso documental, y estrenarla en Channel 4. Iba de un hospital, con sus típicos romances y casos difíciles de diagnosticar, donde los médicos eran también detectives de fenómenos paranormales y expertos en artes marciales. Una ida de olla de altos vuelos absolutamente recomendable, como ‘The It Crowd'.
"La puedes ver junto a tu amigo de ‘la otra España' y partiros de risa los dos." Yo en general me suelo conformar con sus reseñas, que son cojonudas. No me puedo creer, por otro lado, que vayan a adaptar "El doble" al cine.
Pues tendré que ver la película, pero no sé di me hace mucha ilusión que hayan decidido acabar así la serie. Con Inbetweeners hicieron lo mismo y la peli no estaba ni de lejos al nivel de la serie. De todas maneras, me has dado ganas de volver a ver la serie, y ya de paso Black Books también.
Totalmente de acuerdo. El primer capítulo de la segunda temporada es uno de mis favoritos de cualquier serie de todos los tiempos. "I'm disabled!"
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