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Benedicto XVI,
una dimisión 'vintage'

A. MOHORTE. 13/02/2013 Su entrada en Twitter no ha cambiado los rígidos moldes vaticanos

VALENCIA. Que un Papa renuncie ya es bastante novedad. Eso es una realidad que se evidencia al constatar cómo en 2000 año sólo cuatro obispos de Roma han dejado esta prelatura sin que medie su fallecimiento.

Sin un protocolo definido, la solución aplicada ha sido tan institucional que la mayoría de los periodistas que estaba cubriendo el acto (menos la veterana periodista de la agencia italiana de noticias Ansa, Giovanna Chirri, que habla latín) no se enteraron de la noticia hasta que el equipo de comunicación repartió la correspondiente nota de prensa.

A pesar de que Benedicto XVI es el primer Papa con perfil en Twitter; a la hora de tomar la decisión más trascendental de los últimos siglos para los católicos, ha optado por hacerlo a la vieja usanza. Tanto es así que, siendo el italiano el idioma de trabajo del Vaticano, el Santo Padre ha optado por el idioma litúrgico por antonomasia: el latín.

A fin de cuentas, si los papas se anuncian en latín, es coherente que renuncien en latín.

LA PUESTA EN ESCENA DE LA RENUNCIA

El acto elegido para el anuncio fue una reunión del Consistorio ordinario, el que reúne a los cardenales residentes en Roma y no a todos los del mundo (como ocurre cuando se designa el nuevo Papa). Pese a todo, no se trataba de un encuentro menor, ya que sirvió para establecer la fecha de canonización de dos santas, que se incorporan para lso creyentes en la llamada Iglesia Triunfante, que intercede directamente ante Dios por la Humanidad.

La intervención duró apenas 2:24 minutos y la emitió el propio Benedicto XVI con voz cansada, aunque firme. Los elementos formales no difieren de otros actos papales por la indumentaria y la actitud impasible del diácono y del único miembro de la curia.

Es este último el que cambia ligeramente el gesto tras el anuncio de renuncia, concretamente lanza una mirada furtiva al resto de la prelados cuando se anuncia la convocatoria del Cónclave.

Realmente, el texto, dentro de su formalismo litúrgico, no se va apenas por las ramas. Desde el primer momento se advierte que ha convocado el Consistorio, "no sólo para las tres causas de canonización, sino también para comunicaros una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia".

HACER HISTORIA EN TRES PÁRRAFOS

En el segundo párrafo hace una breve exposición de causas: "he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino. Soy muy consciente que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando"

Para destacar esta situación, contrasta la situación del "mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de San Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado".

En el minuto 0:58 lanza la noticia de su renuncia y, en la misma fase, el proceso de sustitución: "Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice".

AGRADECIMIENTOS Y DISCULPAS 

A partir de este punto, se despide dando las gracias "de corazón por todo el amor y el trabajo con que habéis llevado junto a mí el peso de mi ministerio, y pido perdón por todos mis defectos".

Respecto a su propio futuro sólo se reserva la última frase: "Por lo que a mi respecta, también en el futuro, quisiera servir de todo corazón a la Santa Iglesia de Dios con una vida dedicada a la plegaria". Y así, sin aspavientos, el Papa Benedicto pasa a ser de nuevo Joseph Ratzinger e inicia lo que parece ser el primer paso en una nueva tradición papal.

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