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Pese a las drásticas imposiciones de Bruselas y las incertidumbres políticas, BFA-Bankia sigue todavía en la partida 

MADRID. Los tecnócratas de Bruselas con Joaquín Almunia a la cabeza han dado esta semana un crujido de mucho cuidado a los banca española nacionalizada, un crujido que en algunos casos se antoja como una sentencia de muerte sin recurso de apelación, como en el de Novagalicia. Pero que por ahora no ha sido así en el caso de BFA-Bankia, a juzgar por las declaraciones de su presidente, José Ignacio Goirigolzarri en la presentación del plan 2012/2015.

Goirigolzarri, 'Goiri' por ser más corto y para los amigos, ha quedado tocado pero no hundido y todas sus manifestaciones dan a entender que sigue en la partida, que todavía hay juego y que además como prometió públicamente se piensa dejar la piel en la batalla que aún queda por librar.

Reto profesional

Como él mismo reconoció, no es su plan original, pero lo acepta y lo hace suyo, ya que todavía hay muchos restos del naufragio que salvar y se encuentra ante el reto profesional de su vida.

Le obligarán a cerrar hasta 400 sucursales rentables, le imponen más despidos, le limitan el crecimiento geográfico a las zonas de origen de la entidad, nada de experimentos en banca privada ni competencias en guerras de depósitos, tiene que vender las joyas de la corona como Iberia-IAG y Mapfre, no le dejarán dar dividendos hasta 2014. También le imponen canjear las preferentes por capital.

Su número dos, Pepe Sevilla, dijo que la entidad tendría una caída del balance de entre el 20/25% al final del proceso, pero las cifras que se van conociendo pueden apuntar a porcentajes mayores.

En resumidas cuentas, tiene que hacer un ajuste de caballo y dejar una entidad mucho más pequeña. Hasta su sueldo sigue en entredicho y al final, como él mismo explicó, será el que le impongan. Pero es evidente que él no se mueve por dinero.

Amenazas de todo tipo

No pinta bien, nada bien, pero no piensa rendirse. Lo dijo bien alto y claro. Pero ¿cuáles son las motivaciones que llevan a este ejecutivo que abandonó una jubilación de oro a seguir peleando de forma quijotesca contra tantos molinos de viento detrás de los que se esconden todo tipo de intereses? Sobre todo intereses de entidades muy poderosas que no dejan de visitar a Almunia y a los miembros del Gobierno para preparar el reparto, a precio de saldo, de lo que quede de BFA-Bankia al final del proceso.

Goiri sabe que le van a poner todas las zancadillas posibles, pero se siente capaz de sortearlas. Conoce todos los resortes de la banca tras una vida profesional dedicada por completo a esta actividad con mucho éxito. Además tiene ganas de acción y de ser el número uno, lo que dejó bien claro cuando aceptó la presidencia de Bankia.

Lo explicó todo él mismo y sólo hay que analizar sus palabras para entenderle. Dijo que ha comprometido todo su esfuerzo y hasta su "propia vida" a la consecución del objetivo de devolver al Estado los 19.000 millones de ayudas que la antigua caja recibirá para poder abordar su plan de saneamiento. Ese éxito económico es la forma de garantizarse tiempo y la máxima independencia para gestionar.

Sobre todo, independencia

Sabe que si es capaz de alcanzar ese propósito cabe la posibilidad, sólo la posibilidad, de mantener una entidad independiente y salvar a BFA-Bankia de ser troceada y vendida, como muchos buitres desean. Quiere llevar al grupo que preside hasta un buen puerto, independiente o no, quizás dentro de otro, pero con hechuras. Y cómo no, también aspira a seguir siendo su máximo ejecutivo. Siempre hay que tener presente lo sucedido en procesos similares o parecidos y para ello sólo hay que dar nombres y recordar viejas historias: Alfredo Sáenz, Ángel Corcóstegui, Francisco Luzón, etc...

Y ese es el objetivo que se ha impuesto y al que conjura cada día a su equipo. Apenas se dejó un puente de madera para la retirada al asegurar que no era un "mago para predecir el futuro", y es muy fácil entender estas palabras cuando vemos cómo las reglas del juego en el sector financiero están cambiando cada día y se suceden como olas detrás de cada nueva reforma.

Pero además está el reto personal y la ambición legítima de construir, aunque sea desde las ruinas. Relevó en la presidencia de BFA-Bankia, a propuesta suya, al mismísimo Rodrigo Rato, que ahí es nada. Y el reto era de órdago porque suponía ser número uno, después de años y años aguantando y ser la sombra de ese gallego de Chantada de nombre Francisco González y conocido como FG que sigue presidiendo el BBVA. Que, recordemos, le forzó a jubilarse cuando decidió no abandonar él mismo el banco aunque le tocaba por edad.

Sobrevivir en la jungla

En BBVA manejó casi todos los resortes de la entidad, desde el comercial al estratégico y acumuló una experiencia impagable. Si hay alguien capaz de sobrevivir en la jungla ese es Goiri. No tenemos más que recordar las batallas internas que al final supusieron la salida de sus mayores, desde su mentor Pedro Luis Uriarte, hasta el copresidente del banco, Emilio Ybarra, por aquel caso de las cuentas secretas de Jersey, una combinación de pinza política y económica digna del mejor Maquiavelo.

Ahora, José Ignacio Goirigolzarri, de 58 años, que abandonó una cómoda jubilación de tres millones anuales para salvar BFA-Bankia, mantiene el pulso del mayor desafío de su vida. Y pese a las crecientes presiones políticas, a las modificaciones de Bruselas a su plan, al odio de los titulares de preferentes y hasta a las fuertes reticencias internas de quienes no quieren aceptar suicidarse para después renacer, proceso en el que se encuentra el grupo que preside, seguirá jugando la partida hasta que pueda o hasta que le dejen.