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Entrevista con Carles Magraner

13/11/2012 25 años en torno al sexto sentido que rodea la música antigua: el intelecto

VALENCIA. Con motivo de los 25 años de la fundación de Capella de Ministrers, entrevistamos a su director, el valenciano Carles Magraner.

PREGUNTA: ¿Qué tal les ha sentado a usted y a Capella de Ministrers el cuarto de siglo?

CARLES MAGRANER: Es éste un momento de reflexión y sobre todo de entender nuestro trabajo desde la normalidad. No es ya una excepción escuchar a Capella de Ministrers. Me siento orgulloso de que nuestra música evoque recuerdos, emociones y además provoque al intelecto. Eso es lo que pido a mi trabajo como intérprete y director. Sólo eso, que no es poco. Nunca he pretendido acercarme a la música antigua con un espíritu museístico, sino con la intención, precisamente, de generar emociones. Como siempre ha sido, en el siglo XIV o en el XXI.

P.: ¿Y qué me dice de la crisis? ¿Podremos capearla?

C.M.: Son tiempos difíciles los que vivimos pero aún así aprovechamos la ocasión, la excusa del cumpleaños redondo, no para hacer ninguna pausa, que no cabe, sino para pensar en lo que hemos hecho y en las posibilidades de lo que queda por hacer. De ahí el disco recopilatorio de los 25 años de Capella de Ministrers. Y de ahí también la exposición sobre el ciclo vital que conmemora este aniversario. Por mi parte no nos queda más que seguir trabajando por un proyecto difícil pero necesario y confiar en la sensibilidad de quienes administran y programan. En estos momentos sobra la cultura del espectáculo. La cultura es otra cosa bien distinta, sin negarle su capacidad de deleite o entretenimiento. No podemos perdernos en estos vanos conceptos que invaden poco a poco programaciones musicales de espacios públicos en pro de un mercado cultural de oferta/demanda/resultados. Hay que aprovechar este momento de crisis para establecer los parámetros entre lo público y lo privado, entre la necesidad del apoyo a la cultura desde su faceta del patrimonio y la creación. Nuestro I+D+I musical.

P.: A finales de septiembre celebraron los 25 años con un concierto y una exposición titulada El cicle de la vida que a su vez les ha inspirado el libro-disco catálogo con el que han puesto la guinda al pastel. ¿Cómo surgió la idea de esta exposición?

C.M.: El ciclo de la vida es una reflexión en una efemérides. Se divide en cuatro bloques: génesis, metamorfosis, concupiscencia y apocalipsis. De entrada, la música alrededor de todo y como centro de todo y por ello pensé en un disco recopilatorio, que reúne una selección de quince piezas agrupadas según las etapas de esta cronología vital. Por otro lado la plástica: fiel a la vocación multidisciplinar que ha caracterizado Capella de Ministrers (recordemos colaboraciones con Manolo Boix, Vargas Llosa, Ferran Adrià, Bigas Luna o Àlex Rigola, para poner cinco ejemplos de ámbitos creativos diferentes), pedimos a cuatro artistas contemporáneas que interpretasen nuestra música, y el resultado es una exposición que encuentra armonía donde, de entrada, parecía que no debería haberla. Sólo hay que visitar la exposición para entender y disfrutar esa delicada simbiosis.

P.: Aunque a priori resulta chocante el emparejamiento de fotografías tan contemporáneas con piezas seleccionadas del Códice de Las Huelgas o de Berenguer de Palou, su contenido no puede ser más análogo.... Usted habla en las notas al disco de “enriquecer la música del pasado desde las posibilidades del arte presente”...

C.M.: Me preguntaban no hace mucho qué tienen en común Flor Garduño, con sus fotografías de granadas y su barroquismo mexicano y Carmen Calvo, que juega con el fetichismo del objeto. Y aún, ambas, qué relación tienen con el erotismo sutil, la sugerencia en textura de fotografía analógica que presenta Isabel Muñoz o, para acabar de remachar el clavo, con la sobrecogedora frialdad de la austriaca Eva Lootz y sus manos conscientes de no poder sostener el inalcanzable hecho arena negra, o ceniza, o quién sabe qué. Respondía con las palabras de la comisaria de la exposición, Béatrice Traver, diciendo que entre ellas tienen una coherencia estética, conceptual y poética, más allá de la música que les inspiró su propuesta. No había premisas. Sólo la intención de experimentar con la música y las artes plásticas. Qué más da fechas, contextos o pretextos si la propuesta se plantea desde un mismo prisma: la reflexión sobre el ciclo vital.

P.: Como usted ha comentado, El cicle de la vida está estructurado en cuatro capítulos y cada uno de ellos corresponde a una etapa de la vida. ¿Cuáles fueron los criterios que emplearon a la hora de seleccionar el material para el disco-catálogo?

C.M.: Conforman el catálogo libro-disco cuatro artistas contemporáneas, mujeres con vida hecha y capaces de interpretar la parte del ciclo que les tocaba (nacimiento o crecimiento o reproducción o muerte), pero cada una con su lenguaje han acabado creando un todo armónico, provocadas quizás por la fuerza de la música que les propusimos. Para la génesis, Garduño ha oído las monodias y las polifonías incipientes, con fragmentos del Llibre Vermell de Montserrat o del Códice de Las Huelgas, por ejemplo. Calvo, para la metamorfosis, unos fragmentos del Misterio de Elche, esta bella composición con raíces medievales, aire de Renacimiento y Barroco que se representa de manera ininterrumpida desde el siglo XV y que aquí nos ofrece el tránsito de la Madre de Dios, su metamorfosis en cuerpo y en alma También la metamorfosis del pueblo cuando la escucha, como nos dice en los textos que acompañan al disco el profesor Honorio Velasco. Para concupiscencia, entendida como placer de los sentidos y también como estímulo y disfrute ofrecido por el simple hecho de escuchar la música, Muñoz ha podido escuchar el arte de los trovadores, del brazo de una pieza de Berenguer de Palou, o las canciones que se componían en el entorno del príncipe Carlos de Viana. Para el apocalipsis, Lootz ha tenido el Canto de la Sibila. Con un añadido que cierra el círculo o que lo vuelve a abrir: el Epitafio de Seikilos, que proviene de una estela funeraria griega del siglo I y que tanto nos habla de la muerte que a todos nos espera como de las raíces culturales del que vendrá después. Epitafio que incluyo como necesaria noción de universalidad.

P.: Parafraseando a Maricarmen Gómez en uno de los artículos publicados en el libro-disco, ¿qué le interesaría más como musicólogo y director musical: el libro de historia o la novela histórica?

C.M.: Existe en mi oficio una pregunta eterna: ¿Hasta qué punto interpretar, especialmente en el caso de la música antigua, no es reinterpretar o incluso, inventar? ¿Hasta qué punto en un concierto o en un disco escuchamos la música que escuchaba en el siglo XV la corte de Alfonso el Magnánimo o la que bailaban los peregrinos en Montserrat el año 1400? Pero para eso hay que plantearse otra cuestión y es hasta qué punto nos interesaría ese “sonido original”, la música que escuchaba la gente del siglo XIII. El músico, el intérprete de música antigua, se hace continuamente estas preguntas. De hecho somos muy conscientes de que la recuperación del sonido es imposible. Todo lo que hacemos son aproximaciones o especulaciones. Pensemos que codificar el sonido siempre ha sido un reto para el ser humano, desde la antigüedad hasta nuestros días. Después de codificado lo tratamos de comprender desde la partitura, reconstruirlo en su entorno y entender lo que podrían significar intenciones en forma de notación, después hacer sonido esa grafía, después reinterpretarla. Cuanto más atrás vamos en el tiempo la aportación del intérprete siempre es mayor, evidentemente  porque hay menos información en la partitura. Entonces, como verá, me siento, más que novelista o historiador, el traductor de una obra clásica a quien a menudo su oficio le obliga a ser, además, adaptador textual para el lector actual.

P.: De un tiempo a esta parte, usted y Capella de Ministrers se han decantado por el formato del libro-disco así como por el retrato monográfico (Jaume I, Ausiàs March, Tirant lo Blanch) como eje conductor de los programas. ¿Piensa que esta combinación de literatura y música en tapa dura podrá resistir el embate de los eBooks y las descargas digitales?

C.M.: Una de las características de la Capella de Ministrers es, de hecho, la cuidada presentación, tanto sea en el escenario como en disco o en el juego de alianzas con otras artes que puede ayudar a difundir hoy unas obras escritas para la mentalidad y el uso del siglo XIII, del XV o del XVIII: El tiempo te lleva a la necesidad de cuidar todos los detalles. Tanto a la hora de hacer música como a la hora de presentarla en concierto o disco. Me gusta que el espectador pueda acceder a una parte de su patrimonio, pero no sólo desde un proceso historiográfico, o incluso arqueológico: si la intención es  generar emociones y no levantar simplemente acta, debemos recurrir a una necesaria creatividad, pero sin confundirla con el espectáculo gratuito. Nunca dejaremos pasar una oportunidad de motivar el sexto sentido que rodea la música antigua: el intelecto. Y para ello hay muchas herramientas para conseguirlo: entender, desde el conocimiento, la música y sus intenciones. Si creo desde esa perspectiva accedo al retrato monográfico desde la literatura, la pintura o la arquitectura; el argumento no me preocupa más que la manera de presentarlo. Al fin y al cabo los discos de Capella de Ministrers son como aquellos a quienes se dirige nuestra música. ¿Qué sentido tiene tener un CD copiado en MP3 de un disco de Capella de Ministrers para escucharlo en el coche? Evíteme hacer comparaciones, por favor.

P.: ¿Con qué proyectos piensan deleitarnos usted y Capella de Ministrers los próximos 25 años?

C.M.: Quedan muchísimas cosas por decir todavía sobre todo en torno a nuestro patrimonio musical. Este aniversario se plantea como un momento de reflexión, casi de introspección personal y profesional, existencial. Es el momento de reunirse y de recopilar, de pensar en esos mil conciertos y cuarenta y cuatro discos que hemos editado, de mirar qué ha significado este tiempo y nuestro marco referencial y ver qué nos queda por decir todavía. En este proyecto hay muchísima gente que ha participado. Ya es representativo de Capella de Ministrers la pluridisciplinariedad: músicos, musicólogos y artistas se unen en el objetivo común de hacer revivir la música antigua. Me siento ahora como el ave Fénix. Siempre renacemos y morimos, lo que nos lleva a un estado continuo de metamorfosis en el cual no puede estar exenta la pasión. Pasión y concupiscencia. Y ésta, entendida como el placer que es un todo, el placer que de hecho proviene de la creación artística, el momento concupiscente que genera el placer de hacer conciertos y que nos lleva a un cambio continuo. Todo se relaciona y se funde y me provoca para no detenerme. Viajaremos ahora a Nueva York, interpretaremos en Valencia y Madrid el Canto de la Sibila como preludio de la Navidad, en enero estaremos en el Auditorio Nacional con las ensaladas de Flecha y Cárceres, después de nuevo grabaremos para no detenernos. Seguiremos entregando nuestro trabajo al público. A la gente sensible. A la postre nuestra vida transcurre en un escenario, qué seríamos sin ellos, sin ese público que nos asume ya en su vital normalidad.

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