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Un proyecto de la era Rato demasiado bonito para ser verdad

JOAQUIM CLEMENTE. 21/09/2012

VALENCIA. Valencia Dinamiza era un proyecto de una envergadura impropia de una época como la actual. La actuación implicaba desde la urbanización del actual estadio de Mestalla, una vez derruido, a la construcción de una ciudad deportiva en Porxinos (el terreno del pelotazo origen de buena parte de los males del Valencia CF). Desde la finalización del estadio de Corts Valencianes y su inmenso centro comercial anejo a la recalificación de la actual ciudad deportiva de Paterna.

Todo eso y multitud de actuaciones más pequeñas vinculadas a los acuerdos a los que se obligaba la sociedad conjunta de Bankia Habitat y Aedifica Grupo, responsables de un proyecto que implicaba a toda administración pública que se pusiera por delante. Ahí estuvo el Consell en pleno junio declarando Actuación Territorial Estratégica (figura inédita) a un plan que, en el fondo, buscaba solucionar los endémicos problemas de deuda de un club arrasado por el ladrillo y atrapado entre un campo viajo y uno abandonado a medias.

El acuerdo entre el Valencia y Bankia, su gran acreedor, se anunció en diciembre de 2011. Sobre el papel era un negocio redondo para todos. Como en los viejos tiempos, donde había un solar surgía por arte de recalificación y aumento de la edificabilidad en un negocio millonario. Así, el suelo del viejo Mestalla, por el que nadie pagaría hoy ni 150 millones, en las cuentas del pacto se tasaba en 225 millones. Del nuevo estadio surgían metros de terciario por 46 millones, los campos de entreno de Paterna pasaban a valer 33 millones. Y así todo.

Los cálculos utilizados para estas valoraciones nunca se han desvelado oficialmente, lo que no quiere decir que no existan tasaciones que le otorguen ese precio. Pero, igual que ocurría con el boom de ladrillo, se trataba de expectativas. Estaban vinculadas al cumplimiento de una serie de actuaciones administrativas sin las cuales el valor de todo ese negocio inmobiliario podía ser otro muy distinto.

Y si no, que se lo pregunten a Bankia, en cuyo balance se amontonan metros y metros de suelo que en su día fueron campos de naranjos que, convenientemente tamizados por las expectativas, multiplicaron su valor hasta... el desastre.

DE RATO A GOIRIGOLZARRI

Y con ese lastre de ladrillos, Bankia fue intervenida en mayo. Y con su nacionalización de facto cambió de arriba a abajo la cúpula directiva. El acuerdo que se había firmado con Rodrigo Rato como presidente y con alguna influencia de Bancaja en las decisiones del banco, estuvo de inmediato en el disparadero.

Y no fue José Ignacio Goirigolzarri quien dijo nada que hiciera sospechar a nadie. El propio Valencia CF, conocedor de las debilidades del acuerdo, se puso en guardia.

Si ha sido el FROB (que no es otro que el Estado) el que ha puesto punto final al proyecto, tal y como defienden en Mestalla, no está demostrado. Pero lo que parece evidente es que un banco con pérdidas muy severas, nacionalizado y que necesitará unos 19.000 millones de dinero público, que prácticamente ha provocado la necesidad de activar el rescate financiero de España y que será el mayor proveedor de activos tóxicos del futuro banco malo no debía embarcarse en un proyecto inmobiliario como si estuviésemos en 2005.

La pregunta que cabría hacerse es si fue una buena idea buscar la solución al problema del Valencia en el mismo territorio en el que nació: el ladrillo. Pero la pregunta que los aficionados se hacen es si a Bankia le conviene dejar caer al Valencia CF. Hay dos respuestas para eso. Financieramente, y atendiendo a lo que en su día se aseguraba desde Bancaja, el crédito con el club está dotado íntegramente. Es decir, ya se sabe desde hace tiempo que iba a resultar fallido y así está descontado. ¿Y el rechazo público al banco por la parte sentimental? Quizá ahí la pregunta es si creen que la imagen de Bankia puede ir a peor. Veremos.

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