VALENCIA. En 2007, un joven historiador estadounidense llamado John Maloof acudió a una subasta de muebles y cachivaches en el barrio Nortwest Side de Chicago en busca de fotografías antiguas para poder ilustrar un libro sobre el vecindario de Portage Park. Por 380 dólares se hizo con un lote de negativos de una tal Vivian Maier. Aquella adquisición no sólo cambiaría su vida, sino también los epígrafes de los libros de Historia.
Para asombro propio y creciente expectación ajena, Maloof fue revelando los carretes y subiendo las imágenes resultantes en Flickr. Las cubetas fueron descubriendo escenas de niños jugando, graffitis, rutinas policiales, retratos robados, retazos de vida urbana y autorretratos experimentales.
Las instantáneas eran un remedo del candor de Diane Arbus, la espontaneidad callejera de Weegee y la frescura de Robert Frank. Los seguidores de la página fueron in crescendo, hasta tal punto que el historiador decidió averiguar quién era la autora de aquel trabajo anónimo sobrevenido arte. Por desgracia, en 2009, Maloof se topó con su obituario en el Chicago Tribune. Vivian Maier había fallecido a los 83 años. Nunca tuvo hijos ni estuvo casada. Pero sí mantuvo una relación de afecto maternal con tres adultos de los que fue niñera, que la mantuvieron económicamente en la recta final de su vida.
A medida que John fue averiguando detalles sobre la niñera, su biografía se fue tornando más esquiva: "Me permitieron el acceso a sus pertenencias y a un montón de extrañas posesiones, así que comencé un trabajo de investigador privado para averiguar más información. Cuanto más descubría, más preguntas me planteaba. ¿Le gustaría lo que estoy haciendo? ¿Por qué escondía sus fotos y su vida personal de los demás? ¿Quién demonios era esta mujer?".
La artista inédita era alta, siempre vestía con un toque masculino, acostumbraba a llevar grandes chaquetas y sombreros y calzaba pesados zapatos. Había nacido en Nueva York en 1926, aunque se había criado en Francia hasta 1951, de modo que al hablar, impostaba un acento ora francés ora alemán.
El año de su regreso a EE.UU. inició su trabajo como nodriza con una familia en Southampton. En 1956 se trasladó a Chicago, donde siguió trabajando de institutriz en sucesivos hogares. Uno de ellos, el del presentador y productor televisivo Phil Donahue, que en aquel entonces era padre de tres niños. Hasta aquí la vida oficial, la oculta es un tesoro de 100.000 fotografías disparadas entre 1950 y 1990, en su mayoría nunca impresas ni reveladas. Del total, hay 2.000 rollos de película en blanco y negro y 700 en color, en medio formato y en 35 milímetros.
UN DOCUMENTAL QUE JUEGA A LOS DETECTIVES
El mito Maier fue tomando tal fuerza que los medios empezaron a reivindicarla. Un día, Jeff Garlin, conocido por la comedia de HBO Curb Your Enthusiasm entrevió la noticia en los informativos del canal CBS. El cómico, fotógrafo aficionado, empezó a fantasear con un documental y contactó con Maloof a través de la web vivianmaier.com La bola de nieve fue haciéndose más y más grande y terminó arrollando también a Michael Moore, quien les puso en contacto con el director de documentales Charlie Siskel. Maloof y el susodicho asumieron la producción y la dirección al alimón de una película que lleva por título Finding Vivian Maier, y ahora está nominada al Oscar a mejor documental.
"Éramos muy conscientes de que corríamos el riesgo de que el misterio de la vida del personaje eclipsara la calidad de su obra. Y aunque queríamos abordar los dos frentes, el objetivo no era realizar un escrutinio de la vida de Vivian. Hay una historia absorbente sobre una mujer viviendo una doble vida, llena de secretos, pero lo que va a hacer que el filme perdure es el legado fotográfico, su condición de artista brillante. Sus instantáneas hablan por sí mismas", confiaba Siskel durante la presentación del documental en el Festival Internacional de Cine de Toronto.
Tras la investigación exhaustiva que el tándem llevó a cabo, llegaron a la conclusión de que la niñera era una mujer muy fuerte, obstinada y cautelosa que tenía una sensibilidad creativa muy aguda.
"Le caracterizaba un gran sentido del humor, era muy ingeniosa y muy lista, e independientemente de su nivel de educación, era una persona increíblemente cultivada, leía la prensa diariamente y sabía perfectamente qué estaba sucediendo en el mundo, tanto en el plano político como en el cultural. Consultaba libros sobre temáticas muy diversas y era aficionada al cine de arte y ensayo, así como al teatro", detalla Siskel.
De hecho, Maier además del número ingente de negativos y pequeñas películas en Súper 8 y 16 milímetros que dejó tras de sí, también acumuló cintas de audio en las que registraba conversaciones con desconocidos en las que, como recoge el documental, les planteaba cuestiones espinosas, por ejemplo, su opinión sobre el caso Watergate.
A lo largo de todo el metraje, una duda acecha al espectador, la incógnita de si Vivian era consciente de la calidad de su obra. En opinión de Siskel, sí. "Sabía que era buena fotógrafa, que su trabajo era excelente, pero ya fuera por temor a ser rechazada, por una cuestión financiera o por su carácter reservado, nunca lo sacó a la luz. No todo artista siente ese impulso de compartir su trabajo con el mundo. Y ese aspecto te hace plantearte cuántos creadores soberbios hay de cuya obra nunca vamos a disfrutar".
COMPULSIONES VARIAS
La misma compulsión de Vivian por la fotografía la trasladó a otros planos de su vida personal. Montañas de periódicos se acumulaban en sus habitaciones, recibos, notas, cintas de casete... que, en ocasiones, despertaron inquietud entre las familias que le dieron trabajo.
"Maier era una especie de espía. Capturó la vida en la calle, registrando la humanidad tal como aparecía, donde quiera que apareciera, en corrales, barrios marginales y suburbios -atestigua Siskel-. Como artista, Maier era una outsider, que empatizó con las personas inadaptadas que a menudo fotografió. Pero la obstinación en pos de su arte le supuso un precio muy alto. Maier se definía a sí misma en broma como una mujer misteriosa. Protegió ferozmente su privacidad y asentó su independencia con respecto a los valores burgueses de las familias con las que vivía. Pero en secreto, pudo haber anhelado los lazos familiares que presenció íntimamente durante décadas, lazos que se habían roto en su propia infancia".
En la actualidad, el trabajo de Vivian está siendo archivado y catalogado, pero Maloof ha
adelantado que todavía pueden aguardar sorpresas. "Los negativos en blanco y negro ya han sido revelados, pero no así los de color, así que no sabemos qué nos espera. Parte de ello es trabajo reciente, de los setenta a los noventa, cuando cambió su Rolleiflex por una cámara Leica".
La histórica cámara réflex de doble objetivo y formato medio le permitía a Maier una notable discreción, ya que el visor está en la parte superior, por lo que para poder captar la imagen que quería inmortalizar, la fotógrafa tenía que mirar hacia abajo y cuando disparaba, el retratado no era consciente de estar siendo observado.
"Con el cambio de cámara, las fotos también varían, ya no resultan tan íntimas, porque Vivian no puede aproximarse tanto para realizar retratos -apostilla Maloof-. Los trabajos de este periodo son más abstractos, buscan el detalle o captan a mucha gente en el marco de la foto. El estilo difiere también, porque ahora es en color. Hay un ejemplo de una imagen de tres personas vestidas de amarillo que no funcionaría en blanco y negro".
UN COLECCIONISTA LLAMADO TIM ROTH
Además de la película, el historiador ha editado dos libros publicados por powerHouse Books: Vivian Maier: Street Photographer, que recoge lo más granado de su producción de calle, y Vivian Maier: Self-Portraits, que muestra 60 autorretratos en blanco y negro y color.
Así mismo, en su afán por promover a la fotógrafa, Maloof ha puesto en marcha exposiciones en EE.UU., Reino Unido, España, Francia, Canadá, Rusia, Bélgica, Italia, Hungría, Alemania, Holanda, Noruega, Dinamarca, Suecia.
"Las galerías nos han comentado que se está produciendo un fenómeno que no habían experimentado antes: la mayor parte de los compradores no son coleccionistas, sino fans de su trabajo. Es fascinante. Como su persona se ha hecho tan popular entre la gente corriente, deciden hacerse con sus originales", explicaba Maloof durante el TIFF. Finding Vivian Maier recoge el testimonio de varios de sus seguidores, entre ellos el actor Tim Roth, quien se hizo con uno de sus retratos.
El documental es un mosaico de declaraciones de vecinos, amigos y jefes que, a pesar de conocerla, nunca sospecharon su pulsión creativa, y de artistas que analizan su valía. Entre ellos, la fotoperiodista Mary Ellen Mark, quien, durante la cinta, ensalza el talento de Vivian: "Tenía sentido del humor y sentido de la tragedia. Si se hubiera dado a conocer, hubiera sido una fotógrafa famosa".
Pero, ¿qué opinaría Vivian de la cruzada por reivindicar su arte de permanecer con vida? "Todos elegimos qué queremos que el mundo sepa sobre nosotros. Y, sin embargo, al final de nuestra vida no podemos evitar darnos a conocer. Quizás si Vivian Maier hubiera podido elegir, el mundo no sabría nada de su vida o de sus fotografías. Ella optó por ocultarse y escondió su obra durante toda su vida. Pero ocultar el arte es lo opuesto a destruirlo. Maier preservó su trabajo y dejó su destino en manos de otros. Al igual que las instrucciones que dio Kafka para quemar sus escritos inéditos, cualquier deseo que ella pudiera haber tenido de mantener su trabajo oculto, ya fuera expresa o tácitamente, ha sido ignorado", sentencia Siskel.
Muy interesante! Las fotos estan fenomenal
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