VALENCIA. ¿A qué suena la desesperanza de la juventud española? Según la Compañía Arden Producciones a Michael Jackson, Lou Reed, Las Bácara, Abba, Bob Marley, Prefab Sprout, Pink Floyd y The Rolling Stones. De grandes himnos del último tercio del siglo XX está salpicada la banda sonora de la comedia Alicia en Wonderland. La versión libre del cuento de Lewis Carroll, programada en la Sala Russafa hasta el próximo 11 de enero, se sirve de teatro de texto, danza y música en directo para abordar la inserción en el mercado de trabajo de una becaria treintañera.
Según un estudio realizado por el Instituto para la Sociedad y las Comunicaciones de Vodafone en media docena de países europeos (Alemania, España, Holanda, Italia, Reino Unido y la República Checa) sólo un 29% de los jóvenes españoles considera que tendrá una vida mejor que la generación de sus padres. De entre los entrevistados, únicamente los procedentes de nuestro país afirma que a la hora de aceptar un puesto de trabajo pesa más el temor al desempleo que la vocación y el salario. La precariedad laboral de la juventud española arroja titulares que no han pasado desapercibidos al teatro.
"Es vergonzoso que un país no pueda atender a toda una generación -clama el dramaturgo y director de la pieza, Chema Cardeña-. Los jóvenes de hoy en día están mejor preparados que nosotros, han tenido a su alcance información rápida e inmediata, pero su formación no sirve de nada. Y no se están sentando las bases para resolver sus problemas".
La protagonista del montaje se va a dar de bruces con el nepotismo, la burocracia, la estafa y la política. Y de su mano, el público de la obra. Así, del mismo modo que Alicia, los espectadores realizan su propio viaje a través del espejo. En un mundo irreal se les brinda reflexiones sobre la situación de la justicia, la sanidad, la cultura y la educación en nuestra realidad.
"Los microcosmos no son buenos. No hay que aislarse en los propios problemas. En la obra planteamos preguntas demoledoras para que el público disponga de una perspectiva mucho más amplia de la involución tremenda que ha sufrido nuestra sociedad. Por muy absurdos que resulten los personajes, al espectador se le habla a través de la caricatura que cada uno de ellos representa de su estamento social. Por ejemplo, el gato de Cheshire es un personaje que aparece y desaparece cuando le viene en gana, habla cuando quiere y calla cuando le preguntan... quizá recuerde a alguien que está en lo más alto de la política", explica Cardeña.
Y entre guiños y tirones de orejas a la audiencia, el director musical de la propuesta, David Campillos, subraya la acción junto a la banda de Naipes con hits como Lucy in the Wky with Diamonds, Walk on the Wild Side. The Wall, Billie Jean y Satisfaction.
"Este subrayado musical pone de manifiesto que el teatro es un género multidisciplinar. Y ha sido así desde siempre, Aristófanes ya componía música expresa para cada una de sus obras", destaca el dramaturgo.
CLÁSICOS EN NUESTRO TIEMPO
Cardeña opina que todo está inventado, de modo que siempre hay otros que antes lo han hecho mejor. De ahí la querencia de Arden Producciones por la adaptación de clásicos. "Utilizo el pasado para hablar del presente -sintetiza el autor-. Una de las historias más complejas que se han escrito, después del Ulises de Joyce, ha sido Alicia en el país de las maravillas. Es una obra en la que el autor refleja la sociedad de su momento y me sirve de vehículo para reflexionar sobre el nuestro".
Otro tanto ha hecho Lucía Miranda con su relectura teatral de Peter Pan Perdidos en Nunca Jamás, donde aplica estudios de género y los principios del teatro del oprimido para adaptar la historia del niño que no quería crecer a la realidad desesperanzada de los jóvenes españoles. Y también la dramaturga Lola Blasco, que recurre a Las Tristes de Ovidio para sustentar su pieza de teatro político En Defensa (un concierto de despedida).
"Los clásicos son un consuelo, un cabo al que agarrarse. Utilizar los clásicos es una forma de atrapar la historia. En el caso de nuestra generación, la generación perdida, la utilización de los clásicos es una forma de no resignarse a ser expulsados de la historia. Ovidio fue ya un referente entre muchos intelectuales republicanos obligados al exilio. Cuando le cito, uno mi voz a la de aquellos que fueron echados por la violencia o la tiranía. Me siento menos perdida, en definitiva, menos sola", argumenta la alicantina.
La obra se originó durante una manifestación del 15 M. Blasco escuchó a la policía advertir a un grupo de asistentes: "Bájense de la ballena que puede ceder", en referencia a la boca de metro de cristal de la parada de Sol. "Entonces, yo pensé: "España es una ballena varada en las costas de Europa". Con En Defensa quise atrapar ese instante, ese momento histórico, lo que sentimos los que allí estábamos, para que no se pierda".
El montaje se plantea como un diálogo socrático, con ecos de La República de Platón, La Odisea de Homero, La estética de la resistencia de Peter Weiss, ensayos de Jean-Paul Sartre y visuales de Alberto Durero. Sin embargo, no se trata de un ejercicio intelectual. Ahí está la música para democratizar el conjunto. La puesta en escena cuenta con el experto en nuevas músicas alternativas Luis Paniagua, el canto en latín y castellano de la mezzosoprano Mónica Dorta y las rimas del rapero Mentenguerra, quien, entre otros versos, hilvana la siguiente denuncia: "Me duelen los ojos de leer/ los dedos de pasar páginas / mi vasta cultura / la tortura bajo el sol de una España de fosas comunes / de heridas abiertas / de hombres paridos muertos / entre las piernas / de cadáveres que apestan desde abajo / de guaridas / de hijos de puta/ de deudas que uno no contrajo / de colas de paro ¡que parecen tanatorios! / de gritos / de cantos / esta tierra / mi España / mi querida España".
En Defensa es un texto con un claro posicionamiento político, donde se cita a Rosa Luxemburgo y a su Liga Espartaquista. Esto a veces no sienta bien entre el público y alguno abandona la sala.
"Creo que nuestra generación, esa a la que llaman perdida, es una generación compleja, llena de contradicciones. Por un lado estamos ante una generación melancólica cuya ausencia de futuro le hace posar su vista en el pasado buscando tiempos mejores. De ahí esa tendencia exasperante que se ha impuesto por doquier entre los treintañeros: lo vintage. Pero, por otro lado, nuestra generación, la generación en red, es también la generación del 15M. Y menciono este hecho porque me parece que hay un cambio significativo en relación con las anteriores. Frente a la exacerbación del yo que propugnaba la posmodernidad, la nuestra es la generación de lo colectivo, de la revuelta social. Podría decirse que en el caso de la generación perdida la ausencia de futuro ha dado paso a la resistencia. No es poco".
DONDE HAY JUVENTUD HAY ESPERANZA
"Punk Rock es una obra que escribí con gran fe en la juventud. Y la idea de que sea representada por este equipo español, con idéntica confianza en la gente joven de Madrid, significa mucho para mí". Con estas palabras se dirigía el británico Simon Stephens, uno de los más brillantes de la dramaturgia contemporánea europea, a los componentes de La Joven Compañía, formación integrada por más de una treintena de jóvenes entre 18 y 25 años, guiados por profesionales del circuito teatral nacional
"El proyecto tiene varios objetivos, el primero es acercar el teatro a los chavales en edad de instituto, chicos de entre 13 y 20 años, segmento con un desafecto muy grande por las artes escénicas, y en segundo lugar, servir de plataforma laboral para jóvenes que quieren trabajar en el teatro en cualquiera de sus áreas", describe su director artístico, David R. Peralto.
La labor de esta iniciativa en la "captación de nuevos públicos y formación de jóvenes profesionales del teatro" ha sido reconocida este año con el Premio Ojo Crítico de Teatro que otorga Radio Nacional de España.
Su último montaje, la mentada Punk Rock, es una instantánea en la vida de siete jóvenes que se encuentran preparando los exámenes de acceso a la Universidad. "La violencia, como algo implícito en la esencia del joven; la angustia y la frustración que nos impelen a realizar actos sólo justificables en la oscuridad que provoca el miedo; el deseo incontrolable como lenguaje oculto en los pliegues del alma, y la necesidad de existir, de ser, en un mundo que se nos descompone y al que no tenemos más remedio que plegarnos o escapar. Huir hacia un lugar desconocido. Todo esto es Punk Rock, pura esencia adolescente, pura energía juvenil", describe su director de escena, José Luis Arellano.
A la hora de abordar la versión al castellano, su responsable, el valenciano José Luis Collado, estuvo dudando si mantener la ambientación en el suburbio industrial de Manchester donde tiene lugar el original, Stockport. Finalmente, lo respetó. Los protagonistas viven un conflicto propio de los estudiantes ingleses: la presión de alcanzar la nota suficiente para acceder a las prestigiosas Cambridge u Oxford, conformarse con otras universidades, o quedarse atrapado en el lugar donde han nacido. Sin embargo, comparten actitudes y temores con los estudiantes de secundaria de cualquier esquina de Occidente. "Perdemos de vista que hay una generación, la que hoy ha cumplido de 18 a 21 años, que no tiene otro recuerdo que la crisis económica, han hecho sus estudios sin horizonte de futuro y gestionado situaciones laborales de sus padres muy complicadas en casa. La obra habla de la violencia que genera en el aula la desesperanza, de la autolesión, del mobbing..., para terminar siendo un canto de esperanza por el hecho de que los protagonistas que cuentan la historia son chavales de esa misma edad", expone Peralto.
Y a medida que el futuro del grupo de jóvenes protagonistas se va trazando, se suceden una serie de videoescenas que actúan como transiciones, en las que cobra fuerza las descargas eléctricas con ecos de Big Black, Linkin Park y Sonic Youth.
Punk Rock se ha estado representando en el Centro Cultural Conde Duque de Madrid a razón de nueve funciones a la semana, de las que seis han sido matinales para alumnos de instituto y universidad. "Los encuentros posteriores han resultado interesantísimos, porque los jóvenes espectadores se encuentran frente a un espejo, ya que los protagonistas representan estereotipos con los que se identifican. En los coloquios, los chicos hablan de la falta de salidas, de la presión que ejerce sobre ellos el sistema... y la charla evoluciona hacia la búsqueda de soluciones, con la pregunta crucial de qué podemos hacer como individuos frente a una situación tan difícil".
El próximo 28 de enero, el debate llega al Gran Teatro de Elche.
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