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VALENCIA. Siendo como era un guitarrista extraordinario en lo suyo, Paco de Lucía decidió abrir horizontes y llevar la música de su tierra a otros terrenos. Ocurrió en los años 50 en Estados Unidos cuando el R&B se convirtió en Rock and roll, y en los años 60 cuando la psicodelia se mezcló con country y música folk. En los 70 cuando en Nueva York el sello Fania empezó a editar salsa mezclada con soul. También, recientemente en Latinoamérica con el reggaeton. Y la palma se la llevaron en los Balcanes convirtiendo la canción tradicional en música techno de discoteca de carretera, el famoso turbofolk.

Estos estilos, reggaeton y turbofolk, no deberían aparecer en un texto que hable sobre Paco de Lucía, pero en el fondo la cuestión es la misma. Una vez alcanzado cierto nivel de perfección, el guitarrista tuvo que actualizar la tradición. Hablarle a los hombres de su tiempo. Ser un artista de su época. En su caso, se aproximó al jazz. En el mundillo, pocos lo entendieron.

El enfrentamiento que tuvo con los talibanes fue épico.  "Los flamencólogos no existen, sólo hay tres o cuatro que no sean unos snobs que hablan de purismo", declaró a El País. En el documental que acaba de estrenar Canal Plus, Paco de Lucía: La búsqueda vuelve a aparecer esa polémica. Hasta su propio padre que le enseñó a tocar la guitarra le dijo que lo que estaba haciendo con ‘El Sexteto' en los 70 eran "chuflerías".

El padre de la guitarra clásica, Andrés Segovia llegó a decir, cita el documental: "Paco de Lucía no es ni flamenco ni músico, sólo tiene unos dedos listos". Sabicas, quien más hizo por internacionalizar el flamenco, algo que, por cierto, nunca se ha conseguido, se levantaba en sus conciertos y se iba si se salía del guión ortodoxo. "Para qué vas a tocar esas cosas que tocas, a son de qué, si el flamenco lo tocas muy bien", le dijo.

Del mismo modo, es igual de interesante su idilio con Camarón, pero por el fenómeno inverso, el de la industria negándose a admitir en el mercado a la música popular auténtica. El encuentro que se relata es de una importancia religiosa. Estaba Paco de Lucía grabando con el nunca bien ponderado, genio entre los genios, Miguel Vargas Jiménez ‘Bambino'. Entonces apareció en el estudio un niño al que Bambino había hecho traer para que le dieran una oportunidad. Ese niño era Camarón. "Este niño canta muy bien, lo he mandado traer a ver si Cisneros le graba un disco", comentó Bambino.

Sin embargo, para la prueba, nadie quiso tocar para él. Los guitarristas estaban cansados. Llevaban horas de sesión. Se les salían las guitarras por las orejas. Solo Paco, el más joven de todos ellos, se ablandó y decidió ayudar al chaval. Tocó para él y ésta fue la sensación. "Me gustó, pero no me sorprendió, me pareció correcto".

El tal Cisneros, no obstante, se negó a ficharlo. Dijo que eso no tenía salida comercial, que no podía venderse. Y mandaron al niño a casa. Tuvo que ser meses después, cuando de borrachera por Jerez, Paco se encontró a Camarón y la noche se convirtió en día. Pasaron horas bebiendo y por la mañana Camarón le propuso a Paco "ir a ver a las gitanas recién levantadas" que había alguna muy guapa.

Paco fue para allá y se pusieron a tocar en el patio. Ahí se le cayó el alma a los pies con lo que tenía delante:

"Empezó a cantar Camarón en el patio y yo no me lo podía creer, el impacto fue tan fuerte... sentí como que había llegado El Mesías. No me podía imaginar que se podía cantar así. Me impactó de una manera brutal. Imposible de definir. Ahí le dije: Camarón vente a Madrid a grabar. Fue lo más importante musicalmente que me ha pasado en la vida, conocer a Camarón".

La relación entre ambos fue intensa pero siempre difícil dado que ambos eran muy introvertidos. Camarón siempre estaba mirando al suelo, revela. Sólo se abría cuando se iba "con su cochecillo" por los pueblos a grabar a viejas (sic) cantando. 

Paco nunca creyó que pudieran llegar al gran público. El flamenco, pensaba, sólo lo entendían una minoría. Pero una entrevista con El Loco de la Colina lanzó su carrera de forma meteórica. Una canción que había pasado desapercibida en uno de sus discos, 'Entre dos aguas', empezó a sonar gracias al periodista en la radio y en la televisión. La canción fue una improvisación que le surgió al guitarrista escuchando 'Te estoy amando locamente' de las Grecas. 

La parte más sincera del documental llega cuando valora el éxito. La fama, dice, le amargó la vida. "Daría lo que fuera por tener la vitalidad que tenía al principio". A determinado nivel, dice, si baja la calidad de lo que toca, si no se mantiene en la elite, le critican. "El perfeccionismo es un suplicio, no es agradable". Pero su filosofía es la del trabajo. La del obrero del arte: "No creo en los genios, creo en el trabajo de gente con talento".

Más impactante todavía resulta su sinceridad con respecto a su compromiso político. "Fui de izquierdas hasta que gané los dos primeros millones de pesetas. Cuando los guardé en el banco, que no hice ni escuelas ni se lo di a los niños de África, cuando no hice nada por los demás con ese dinero, desde ese día no volví a decir públicamente que era de izquierdas".

En todo caso, el guitarrista pone de manifiesto cuál es el origen de su música: "Los flamencos éramos el lumpen de Andalucía, que era el lumpen de España, el sitio más pobre". Y la identidad de Andalucía: "Aquí los árabes dejaron el riego y la poesía, también importa el calor, donde hace calor la gente es diferente, y esta gente es pobre, lo cual ayuda, porque sales, socializas, te buscas la vida". Por esto, él nunca se pudo imaginar que llegaría tan lejos con la guitarra y el flamenco.

Al final, vemos a un hombre que sigue obsesionado con la guitarra en su propia casa, en la que le gusta estar solo. "No me faltan recursos para no aburrirme", presume. Y cuenta divertido: "Los guitarristas están locos porque te pasas tiempo de más solo". Pese a lo que dice, la prensa destacó en su momento que en cierto punto de su carrera prefirió dedicarse a su familia más que a su leyenda.

El documental, grabado por su hijo e inconcluso por la inesperada muerte del guitarrista, tiene un carácter más emotivo y de homenaje que de retrato elaborado por un periodista. Podría haberse tratado por ejemplo la polémica de los royalties de Camarón, en la que se acusó desde la ignorancia a De Lucía de haberse apropiado de ellos. Pero la sinceridad del guitarrista tampoco despierta muchas dudas sobre las aristas que pudiera tener su figura. Ya en su momento, cuando empezó a abrirse al gran público, era tan consciente de lo poco trascendente que era lo que estaba haciendo, que no tuvo reparos en dejar sentencias como ésta:

"Cuando te metes en este mundo del consumo, del dinero, en esta máquina siniestra, en algún momento te sientes obligado a hacer algo que no te satisface al 100% para llegar a lo que realmente quieres. Por ejemplo, un tema corto como 'La danza del fuego' de Falla, que no me molesta dentro de un LP que creo que será muy bello"

Era 1977.