Foto: Xavi Sempere
VALENCIA. Si hay algo de verdad entre toda la literatura del mayor superventas de la historia es, sin duda, eso de que los caminos del Señor son inescrutables. Es un principio fácil de extrapolar. Un sencillo ejercicio de abstracción permite aplicar el famoso pasaje de Isaías, 55 a la realidad cotidiana, y recitarlo con la vehemencia del mismísimo Samuel L. Jackson en Pulp Fiction. ¡Busquen a la música mientras se deja encontrar, llámenla mientras está cerca! No sólo suena verosímil, sino que dibuja con precisión cirujana la indescifrable madeja de caminos de la música profesional.
En cada una de esas sendas, que se esconden detrás de puertas secundarias que no se abren muy a menudo, hay valencianos. Valencianos que hacen cosas. Cosas con la música. Estas son las historias de algunos de ellos.
JORDI SEMPERE: LA PUBLICIDAD, UN CAMINO AÚN POR EXPLORAR
"Mis ingresos provenientes de la música son, casi exclusivamente, por la publicidad". Y ese es uno de los caminos. Jordi Sempere hace canciones desde la adolescencia, pero no ha sido hasta este año cuando ha editado su primera referencia como SEMPERE (‘El hijo pequeño'). Sin embargo, hacer que su otra música suene en spots publicitarios no le ha costado tanto tiempo: los 5 últimos años de sus actuales 35 los ha empleado en colocar sus trabajos en anuncios, exposiciones, apps y eventos de todo tipo. "Ahora mismo acabo de hacer dos jingles para dos spots de televisión de la campaña de Navidad, tengo pendientes un proyecto de ficción que está en el aire, dos vídeos de publicidad y una app".
Se ha especializado en el diseño de sonido ("un ejemplo muy clarificador sería todos los efectos que escuchas en un vídeo de animación, de dibujos animados"), una puerta al lado de la puerta que hay muy cerca de la gran puerta de la música: tocar en una banda. Desde que en 2009 hizo un trabajo para la agencia en la que trabaja su hermano, ha visto cómo se despejaba su camino en la música. No sin ciertas dosis de sudor en un periplo madrileño de 4 años, donde compatibilizó encargos de composición con trabajos "más prosaicos y feos, como teleoperador". "Las tardes las dedicaba a visitar productoras y agencias; era complicado porque nadie me conocía de nada, y ahí llegaba yo con mi portátil y mis músicas como un vendedor de Biblias".
"Valencia es una ciudad perfecta en muchos sentidos, ojalá siga creciendo y se vuelva más cosmopolita". Lo dice reubicado en su ciudad, donde detecta "mucha efervescencia de agencias y productoras jóvenes que están haciendo cosas de mucho nivel". Su regreso lo ha cargado de contactos y trabajos con Iralta Films, Cuatro Tuercas, Mediarecord, Mario Pagano, Juan Carlos Fresnadillo o incluso Elvira Lindo. "Yo puedo decir que sobrevivo de esto", asegura Sempere, que añade que, para conseguirlo, "hay que tener mucha cintura, ser capaz de trabajar rápido y en cualquier tipo de música, y ser competitivo a nivel de tarifas".
ISABEL LATORRE: LEJOS DE LAS BALDOSAS AMARILLAS
"Lo último ha sido la música para un vídeo corporativo, y ahora estoy esperando que me entre una app". Isabel Latorre habla de sus proyectos con la naturalidad de quien le ha puesto música a casi todo. Si alguna vez has entrado en un bar y había alguien aliviando el peso de sus bolsillos con las tragaperras, puede que hayas escuchado la música de Isabel Latorre. Bueno, más o menos. "He hecho música para máquinas algo más sofisticadas que las popularmente conocidas como tragaperras, se exportan principalmente a casinos de México". Ándale.
Formada en el Conservatorio Superior de Música de Valencia y en la Universidad de Sussex, donde se especializó en música electroacústica y escritura musical para medios audiovisuales, ella sabe cómo se sobrevive en los caminos de la música: "es complicado en Valencia y en el resto de España, especialmente ahora que la industria audiovisual está tan carcomida". En la parte cognoscible de la senda, ha sido batería del grupo punk The Sheenas, arreglista de Barón Rojo y, en la actualidad, acordeonista en el dúo de música francesa Chans'ON; en la parte inescrutable, es profesora en el Taller de Música Jove de Benimaclet desde hace 5 años, da clases particulares ("muy poquitas, sólo a amigos o conocidos que quieren aprender de mi alguna cosa muy concreta o diferente") y pone música a documentales y cortometrajes.
"Esos géneros son los menos rentables, por ser en principio los más creativos o personales; es decir, los que no reciben subvenciones o dinero de patrocinadores". Alejada de las baldosas amarillas del camino principal también pone música a vídeos promocionales, y a videojuegos. "Es un trabajo muy interesante y distinto a cualquier otro, el proceso de composición es muy diferente ya que el producto nunca está acabado: la partida dependerá del jugador". Incluso compone sintonías de televisión. "Siempre estoy trabajando, aunque no me dé cuenta, creo que a veces puede llegar a ser enfermizo".
JOSUÉ VERGARA Y LOS OSCARS DE LA MÚSICA
Si uno se para a observar en los caminos menos previsibles de la música seguro que se encuentra con un valenciano. En el de las bandas sonoras, además, hay instituciones que se han encargado de certificarlo. La International Film Music Critics Association en 2012, y los Hollywood Music in Media Awards este mismo año, han reconocido el trabajo de Arnau Bataller y Josué Vergara, respectivamente. Bataller recibió el galardón a la mejor música original para una serie de televisión (Ermessenda) por delante de Dowton Abbey o Juego de Tronos; Vergara, por su parte, no se trajo ningún premio de Los Angeles, pero sí tres nominaciones en categorías en las que competía con compositores como el Oscarizado Hans Zimmer.
Hijo de inmigrantes españoles en Ginebra, Vergara aprovechó el sistema educativo suizo, que ofrecía a los alumnos de su instituto la oportunidad de especializarse en pintura o música con hasta 8 horas semanales ("allí descubrí el jazz, el rock y el funk, y no precisamente la música clásica"). Harto de abrir la gran puerta y encontrar siempre el mismo precipicio, optó por llamar a la de al lado. "La música deja de ser arte muchas veces para transformarse en producto de venta y, poco a poco, viendo mis ambiciones desvanecerse, traté de reinventarme y desarrollar otros estilos musicales". Conoció entonces al actor y director Abdelatif Hwidar, con quien ha desarrollado un largo historial de colaboración hasta llegar a su última pieza: la serie Motonómadas.
"Estas tres nominaciones han sido una bendición, la llave de una puerta que sin duda abre otras muchas", reconoce Vergara que, a pesar de ser el único español con tres nominaciones en los Oscars de la música, continúa con su trabajo en una famosa aseguradora. A día de hoy, la música no le ofrece la estabilidad económica necesaria: "como cualquier padre de familia, quiero lo mejor para mis hijas"; así que su viaje a Los Angeles queda, de momento, en "una gran sensación de orgullo" que le anima a seguir componiendo y una anécdota de quilates que contar a sus nietos. Al final del camino, y mientras trabaja en la música del próximo corto de Miguel Ángel Font Bisier, Vergara tiene claro la lección más importante: "vivir de la música no implica sólo ser un compositor de éxito".
ARNAU BATALLER: LOS ANGELES ES LA CLAVE
"Ahora mismo, el músico que pretenda vivir de la música, y no sobrevivir, ha de plantearse seriamente emigrar a Londres o Los Ángeles", concluye Vergara. Esto es más o menos lo que hizo Arnau Bataller, que completó su especialización en música para cine y televisión en la Universidad del Sur de California. "No había ningún sitio en España donde se pudiera estudiar esta especialidad y la USC es el mejor centro del mundo para estudiarla; una vez has pasado por Los Angeles, te sientes preparado para enfrentarte a lo que sea", apunta Bataller.
El músico alzireño ha puesto música a películas (REC 4, Lo Mejor de Eva, Perdona si te Llamo Amor), series (Pulseras Rojas) y documentales como el de Fernando León de Aranoa y Elena Anaya para ACNUR (Welcome to my Country). Profesor de composición para medios audiovisuales en la Escuela Superior de Música de Catalunya, lleva ya una década en Barcelona, desde donde puede sacar la balanza. "Aquí es igual de difícil encontrar proyectos, aunque sí es verdad que hay más productoras y más industria cinematográfica que en Valencia, pero también hay más competencia", cuenta Bataller, que ve un factor diferencial en la escuela de cine ESCAC y la decisión de las productoras catalanas de no centrar su producción exclusivamente en TV3.
Inmerso "en uno de los momentos más intensos" de su carrera, con dos películas y una serie en agenda para los próximos meses, el compositor valenciano ve "con tristeza que Valencia es casi un desierto en cuanto a producción cinematográfica", y lamenta que haya pocas salidas para el músico profesional. "En este país hemos gastado mucho en hacer teatros y salas a precios desorbitados, pero nos hemos olvidado de que, si no ponemos contenido, no sirven para nada", apunta Bataller, que se matiza a él mismo: "sirven para especular con el ladrillo, y por desgracia de esto en Valencia sabemos un rato".
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