VALENCIA. Libros, grabados, dibujos, ilustraciones, en monumentos falleros... el erotismo en Valencia ha sido moneda de uso común en la literatura popular, en revistas comerciales e incluso en la alta Literatura. Las gárgolas obscenas de la Lonja han tenido competencia desde su creación. Romances, poemas, chistes y, a partir del siglo XIX, revistas y sainetes. Que muchas de estas obras impresas en papel de mala calidad hayan sobrevivido al paso del tiempo, es sorprendente. Que todas escaparan de la destrucción y la persecución por parte de las autoridades, significativo. Ahora forman parte del libro Figues i naps (Higos y nabos), el nuevo trabajo del bibliófilo y especialista valenciano Rafael Solaz. Con el explícito subtítulo de Imatge, Erotisme y Pornografia en la literatura popular valenciana, el volumen es un repaso al erotismo en papel, ya sea texto o ilustración, desde el siglo XV hasta nuestros días, con una especial parada en los inicios del siglo XX y la segunda República.
En Figues i naps, que se presentó este lunes en la Universitat de València, hay mucho de recorrido etnológico, ya que numerosas de las adscripciones eróticas de los textos son juegos de palabras con el doble sentido de algunas frutas y hortalizas, una costumbre que casi cabría definir como tradición. No en vano el festival erótico de l'Alcudia se llamaba Agroerótic.
Así al menos lo consideraron el vicerrector de Cultura de la Universitat, Antonio Ariño, y el vicepresidente del Consell Valencià de Cultura, Jesús Huguet, quienes acompañaron al autor durante la presentación del volumen. "No se me ocurre mejor persona que él para escribir este libro", dijo Huguet. Y es que Solaz atesora una de las colecciones bibliófilas más importantes de Valencia, lo cual unido a su experiencia le ha llevado con los años a escribir libros de referencia sobre la cultura impresa y popular valenciana, como La Valencia prohibida o El Carme. Crónica social y urbana de un barrio histórico.
Concebido como un ensayo enumerativo, casi una guía sobre la representación del erotismo, Figues i naps constata como en el siglo XV, con el esplendor económico de la ciudad, "se produjo un desarrollo de la literatura autóctona que tenía su centro en Valencia, donde las formas de vida medievales habían experimentado una amplia relajación como consecuencia del esplendor económico". Esto se tradujo en tertulias literarias en las que los escritores e intelectuales se pasaban los unos a los otros poemas eróticos.
Al margen del erotismo latente en algunos poetas, Solaz enumera libros como el anónimo Col.loqui de dames, "de alta carga erótica, diríamos que pornográfica", el Procés de les olives de Fenollar, o Lo somni de Joan Joan, de Jaume Gasull. El primero, de fecha desconocida y atribuido a Joan Moreno, relata una conversación entre una mujer casada, otra de condición beata y una tercera viuda, todo oído por un viejo. Ambientado en un Viernes Santo en la Catedral de Valencia, el coloquio, "desvergonzado" según lo describió en su día el especialista Miquel Planas, tiene lugar durante la misa por la muerte de Cristo. Es por eso que el propio Planas la califica como "una obra de una perversión pocas veces igualada en la literatura". Los otros dos textos, el de Fenollar y el de Gasull, versan sobre la potencia sexual de los ancianos, fueron impresos ambos en 1497 y serían también buenos ejemplos de esa literatura desvergonzada. Es en ese escenario donde cabe enmarcar pues el exacerbado erotismo del Tirant Lo Blanc, que se percibe así como hijo de su tiempo.
Tras recorrer los siglos XVI y XVII, con los poemas eróticos de los autores de la Academia de los Nocturnos o los del Pare Mulet, un religioso al que se le atribuyen algunos escritos "no bien vistos por la autoridad", y repasar los principales textos del XVIII, Figues i Naps se centra especialmente en el "no tan romántico siglo XIX". Los textos de Bernat i Baldoví, coinciden con los de otros autores de la Renaixença, si bien el de Sueca sería el que alcanzaría fama con su célebre sainete Virgo de Vicenteta (1845). Quizás como respuesta, como broma o similar, a finales del XIX se escribió un manuscrito titulado Visantet el Pardalut firmado en Almussafes y de autor desconocido que se reproduce en el libro, y que hasta ahora permanecía inédito, "una joya" en palabras de Solaz. El texto está autorizado por un censor llamado Carajo Mierda-Seca y narra los avatares que pasa el Visantet del título para casarse con su amor, Tomasa, y la mala fama que tiene porque va enseñando todo el día su 'pardal' ('pajarito') por la calle, además de masturbarse en cuanto puede para entretenerse. "Per a poder refrenarme/ nesesite yo casarme", dice el protagonista. Al final Visantet logra el permiso de su suegro para contraer matrimonio con su amada y para garantizarse el sustento le anuncia que montará una tienda donde, dice, "comersiaré en condons"
Con todo, el grueso de Figues i naps, como es lógico, está dedicado al siglo XX. Gran importancia cobran los hábitos de la Bélle Epoque, "verde y desvergonzada", pero sobre todo la figura de Vicent Miquel Carceller y su editorial, que publicó revistas como La Traca y otras más explícitas como Bésame que se presentaba de la siguiente manera: "Ya está aquí Bésame, y con él, ya pueden ustedes, queridas lectoras, disponer de un puñado de redactores, pollos y pollas (porque también hay redactoras), con ganas de servirles en todo". Publicaciones en la colección Bésame como La iniciación de un quinto (por 20 céntimos), Las travesuras de Pitusa, Un buen semental o Dos buenas amigas, dan pistas de cuál era el contenido de sus textos. Ya en los años treinta la editorial fue la encargada de publicar los entonces famosos libros del Dr. Pierre Frecher, con títulos como La prostitución, Locura sexual, Vicios y aberraciones, al tiempo que imprimía almanaques que incluían fotografías de desnudos.
Tras la represión que supuso el franquismo, la literatura erótica popular volvió a registrar una eclosión mediados los setenta. Un espacio donde se percibió de manera muy evidente esa liberación fueron las Fallas, a las que también dedica un capítulo en su trabajo Solaz. Hay también espacio para analizar la censura así como las dificultades para un bibliófilo.
Publicado por ROM Editors, Figues i naps es todo un viaje al erotismo del pasado, una pasarela por cinco siglos de sutilidad, seducción, vulgaridad, pornografía y excitación. "No hemos cambiado demasiado", comentaba este lunes Solaz. "Continuamos con esa inventiva por las cosas cotidianas, la parte festiva, el desenfado, la libertad total", decía. Algo que dijo Ariño, según le explicó un amigo se corresponde con "una forma politeísta de entender la existencia que busca manifestarse en el placer". Y el sexo, sin duda, es uno de esos placeres.
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