BARCELONA (EFE). Suena el despertador, Nick Cave aparta las sábanas, se levanta y se mira en un espejo de su casa vanguardista de Brighton. "A finales del siglo XX dejé de ser humano", dice el músico australiano en el arranque del documental 20.000 días en la Tierra, que se estrenó en la última edición del Festival In-Edit de Barcelona.
Podría ser el comienzo del clásico "un día en la vida de" cualquier artista, pero nada más lejos de la realidad. Iain Forsyth y Jane Pollard no han hecho un documental para descubrir a la persona detrás del mito, sino para apuntalarlo. "Nick ha rechazado cientos de documentales. No quería hacer una película sobre sí mismo, eso no le interesa nada", indica en una entrevista con Efe Pollard. 20.000 días en la Tierra juega con la ficción, la improvisación y una dosis de onirismo para celebrar "el poder transformador" del arte, la creatividad y la música.
Conduciendo su Jaguar por las calles de Brighton, conversando con su amiga Kylie Minogue o con Blixa Bargeld, excompañero de su banda The Bad Seeds, viendo la televisión y comiendo pizza con sus hijos o en sesión con su terapeuta, Cave inventa sus diálogos en escenas que podrían ser cotidianas pero que están guionizadas. "Sabíamos dónde queríamos estar y con quién, el tipo de mundo que queríamos mostrar, pero no qué iban a decir los personajes, no hay diálogos escritos. La idea era plantear un esquema de ficción, y luego dejarlo correr como un documental", explica Forsyth.
Él y Pollard son pareja y amigos de Cave. Proceden del mundo del videoarte y habían rodado un puñado de videoclips para el músico, que debutó hace 40 años en la escena postpunk australiana y ha logrado un mayor reconocimiento en los últimos años como el crooner furioso, oscuro y poético al frente de The Bad Seeds. "Todo empezó cuando Nick empezó a escribir su último álbum, Push the sky away. Nos llamó y nos propuso pasarnos por el estudio por si queríamos filmar algo. El nunca había hecho algo así, es muy celoso de su trabajo. Simplemente cogimos al vuelo la oportunidad", cuenta Forsyth.
"Cuando estábamos en el estudio, y vimos lo íntimo y especial que era aquello, que estábamos siendo testigos del proceso creativo del álbum, nos pareció que era algo que nadie había visto nunca antes y que había que hacer algo más grande con eso", continúa su compañera. El autor de canciones como 'Bring it on' o 'Into my arms' se interpreta a sí mismo también sobre el escenario, momento en que se transforma en un semidios que maneja con gran habilidad el deseo del espectador de abandonar su cuerpo y ser otra persona.
Sentado frente a su máquina de escribir, en medio de un archivo ficticio donde se enfrenta a sus propios recuerdos a través de fotos, recortes de prensa y cuadernos, Nick Cave no elude en la película sus experiencias pasadas con las drogas. Tampoco tiene reparo en hablar de sus mayores miedos. "A veces me preocupa no ser capaz de continuar haciendo lo que hago y llegar a un punto en el que esté satisfecho", dice. O perder la memoria: "La memoria es lo que somos, como el alma, la única razón para seguir vivo es seguir recordando", dice.
Drama y realidad se combinan en 24 horas ficticias en la vida del músico. Con ideas sorprendentemente francas, este íntimo retrato del proceso creativo es una película que examina lo que nos hace ser lo que somos, y celebra el poder transformador del arte.
"A veces dudaba, no estaba convencido de aquello fuera a funcionar", cuenta Forsyth, "pero siempre lo intentaba, y esa disposición para probar y experimentar" les ha permitido hacer la película que querían. Estrenada en el pasado Festival de Sundance, donde se llevó el premio al mejor director y a la mejor edición, 20.000 días en la Tierra se proyectó en la sección Perlas del Festival de San Sebastián y en el In-Edit de Barcelona antes de llegar a las salas hoy viernes, 7 de noviembre.
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