VALENCIA. "En una banda tributo tienes la facilidad de que el tema ya lo han compuesto y sólo tienes que copiarlo. Componer un tema y que sea bueno es bastante jodido". A veces las cosas se explican de la forma más sencilla; otras, las más, es legítimo tener la sensación de que, en realidad, todo es mucho más complicado de lo que parece. En la cuestión de las bandas tributo conviven ambos bandos en aparente paz, pero fácilmente se puede caer en la tentación de acogerse a la quinta enmienda (en este caso, la primera cita de este párrafo) para reducir a la mínima expresión una escena que late de una forma muy sui generis en Valencia.
Las dos primeras frases de este artículo pertenecen a Pembo Rodríguez, cantante de Overdose, banda valenciana que versiona a los australianos AC/DC en sus conciertos. Rodríguez, que dejará la banda el próximo 25 de octubre, se unió en 2007, pero el proyecto cuenta casi con dos décadas de existencia entre parones y resurrecciones. Con unos 40 conciertos al año (y no más porque, según el mismo Rodríguez, "cada uno tiene su vida, y una edad"), Overdose es una de las bandas tributo a AC/DC más respetadas del país, tanto por la profesionalidad de sus músicos como por la voz de Rodríguez, salida del mismo lugar que la del desaparecido Bon Scott. "Todos menos yo son fans de AC/DC, y les encanta tocar sus temas", dice, "y si encima da pasta como las orquestas, pues mejor". Pragmatismo hard-rock.
El eje de las bandas tributo, su corazón, no permanece en el mismo lugar invariablemente. Preguntar siempre por qué es la excepción a aquella frase erróneamente atribuida a Einstein que decía que la locura es repetir siempre lo mismo y esperar diferentes resultados. Lo bueno de inquirir sobre el por qué de las cosas es que siempre puede dar distintas respuestas. "Queríamos quitarnos de encima la presión que conlleva todo el lío de los temas propios: componer, retocar, grabar, que a la gente le guste, que te conozca". Víctor Asensi, guitarrista de Canal 69, banda tributo valenciana de Los Rodríguez, reubica el núcleo de la cuestión. Para él, además, entra en juego el "reto" de crecer como músico: "tocar cosas con técnicas distintas, poder destripar las canciones, sacarlo todo y recomponerlas en directo suponía un estímulo, algo que parecía muy motivante y divertido", asegura.
La elección del objeto de tributo sí que parece responder a unas coordenadas compartidas. "Admiración", "recuerdos", "himnos", "ídolos",... la nube de palabras formada para la ocasión coincide bastante a la hora de señalar a grupos que, evidentemente, marcaron de alguna forma el pasado y el presente de cada músico. "Te permite tocar canciones que te gustan, ponerte en la piel de tus ídolos", explica Monty Peiró, guitarrista de las Sheenas, grupo femenino que hasta hace poco versionaba a Ramones. Peiró reconoce que lo suyo era "una manera de aprender tocando, que es infinitamente más divertida que hacerlo sola en casa"; algo que acaba por unir extrañamente a los Ramones con los Beatles, vía Federico Ripamonti, guitarrista de Los Blisters (tributo valenciano a los cuatro de Liverpool): "no dejas de aprender algo nuevo con cada canción".
LA FALSA ESCENA VALENCIANA
Queda claro que en Valencia está representado un espectro importante, cualitativa y cuantitativamente, de la música nacional e internacional: AC/DC, Los Rodríguez, los Ramones y los Beatles no son los únicos. Casi cualquier grupo de cierta relevancia histórica o fanática tiene su respuesta valenciana. ¿Black Sabbath? Law Maker. ¿Los Rolling Stones? Los Stoneds. ¿U2? Spy Plane. Se podrían llenar líneas y líneas de este reportaje sólo con bandas tributo de la ¿escena? valenciana. "No creo que haya una escena de bandas tributo en Valencia", asegura Monty Peiró (foto de Ana R. López). Bien. Y si lo dice ella, que lleva ya década y media como personaje fundamental en la escena rock de Valencia (tanto por las Sheenas como por Sweet Little Sister y un largo etcétera de referencias), hay que tomarlo en serio. "Sí creo que hay una escena de rock en la que nos juntamos todos. De hecho, la mayoría de músicos que conozco en bandas tributo tienen sus bandas de temas propios", termina. Esto encaja con la visión que también tiene Víctor Asensi, que reconoce que "no hay mucho movimiento de bandas tributo en Valencia de manera continuada".
Si vivir de la música haciendo canciones propias es realmente complicado, tampoco parece que tener una banda tributo sea la panacea en una Valencia que mutila las oportunidades; y especialmente al que trabaja con cultura. "Los empresarios quieren asumir un riesgo cero, es normal, la situación no está como para arriesgar, y cada uno mira por su negocio", dice Asensi, que confirma que, con unos 15 conciertos al año, "ni de coña" se puede (sobre)vivir de una banda tributo. Tampoco con los 50 o 60 shows de Los Blisters; "cada uno tenemos nuestros respectivos trabajos que compaginamos como podemos con esta actividad. Tocar en un grupo tributo es, primero que todo, una afición, un hobby y una ilusión", afirma el Paul McCartney del grupo, Pablo Vila de Toro.
UNA CRISIS QUE ALIMENTA LA ETERNA POLÉMICA
"En los últimos años, con todo el lío de la crisis, notábamos que cada vez era más complicado conseguir conciertos. No hablemos de conseguir financiación para grabar o alguna compañía, eso ya imposible". Así habla Víctor Asensi de Comandante B.A.R., la banda de temas propios anterior a Canal 69 y germen creador de la misma. La crisis como canción del verano. Y como el malo de una película de Serie B. Siempre vuelve. "Por desgracia, la música en directo está cada vez peor pagada, sobre todo a causa de la crisis", reconoce Federico Ripamonti, el Lennon argentino de Los Blisters. La falta de inversión crea un caldo de cultivo ideal para la eterna polémica entre autenticidad y reproducción. "No se potencia la creatividad, que la hay, ni se facilita a esos grupos que empiezan la posibilidad de darse a conocer", asegura Ripamonti, que desliza ligeramente la idea de que tras una banda tributo siempre está el deseo de conseguir estabilidad con el talento propio.
"¿Dónde está el problema?", pregunta Pembo Rodríguez (Overdose), "¿las nuevas bandas no hacemos buenos temas? ¿El público quiere lo de siempre?". Monty Peiró, que acaba de publicar su cómic ‘FallaZ' en la actualidad, ha tocado sus propios temas, en grupos de versiones, en formatos acústicos, ha sido corista, bajista,... y lo tiene claro: "este tema es bastante recurrente, se habla mucho de si las bandas tributo "roban" público a las nuevas, etc... Creo que es normal que cueste más atraer público con tu música, es así y siempre será así, y hay que aceptar que hay que pelear más y que, si bien todos tenemos derecho a intentar "triunfar" con nuestra música, eso no significa que tengamos el derecho a conseguirlo".
Nadie "roba" público a nadie pero, mientras la inversión decrece, la cosecha de grupos nuevos sigue aumentando; por lo que es fácil concluir que la coyuntura económico-social, lejos de relajar la situación, continuará subiendo la dificultad. Ante la falta de oportunidades, y como subterfugio, es muy posible que algunos de esos músicos terminen alimentando la falsa escena de bandas tributo valenciana. Y todos contentos. Ya lo dice Pablo, el McCartney de Los Blisters: "en el fondo, todos los músicos de bandas tributo ansiamos llegar a interpretar nuestra propia música algún día. Mientras tanto, nos divertimos y aprendemos tocando temas de los más grandes".
TINGLADOS MANAGEMENT: LA VISIÓN DESDE EL OTRO LADO
Tinglados Management es una promotora de conciertos con oficina en Torredembarra (Barcelona), pionera en España a la hora de ofrecer espectáculos de bandas tributo. Nacida en 1985, y dedicada a los "grupos clónicos" desde 1997, esta agencia catalana ha vivido cada una de las fases de desarrollo del género en España. "En aquel tiempo recogimos un subgénero que casi nadie quería contratar; los pocos grupos existentes tocaban en pubs y pequeñas fiestas. "¿Sólo hacen temas de un grupo?" era la pregunta mayoritaria a nuestras promociones", asegura Miquel Rañe, responsable de la oficina, que también recuerda que el espacio que ahora ocupan las bandas tributo entonces estaba "copado" por orquestas y grupos de versiones cuya única diferencia era que "los primeros aún tocaban pasodobles".
Su cartera de grupos, que hoy en día ofrece alrededor de cuarenta propuestas diferentes (desde los Beatles a Amy Winehouse o Coldplay), se forjó entonces con un duro proceso de selección para encontrar a los mejores cantantes y conseguir el resultado más cercano a la banda original. "Nada de Elvis gordos con flecos", matiza Rañe. Con todo ese trabajo consiguieron "desplazar a las orquestas" y algún que otro hito efectista, como que Universal contratara a PLEASE, su grupo tributo de U2, para la promoción española del ‘How to dismantle an atomic bomb' de los irlandeses.
Rañe asegura que "la demanda de hoy en día es la renta de lo que se sembró en su día", y reconoce que las actuaciones se reparten mayoritariamente entre salas de bajo presupuesto (50%) y fiestas mayores (40%). Sin embargo, avisa a modo de epílogo: "la calidad se ha empobrecido, no hay mucho rigor en las propuestas, y la oferta se ha magnificado de tal manera que, sencillamente, hay tanto excedente que ellos mismos se han bajado los precios al mínimo".
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