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ESCENA ALTERNATIVA

'Poetry slams', la fiesta
oral de la poesía

BEGOÑA DONAT/ FOTOS: F. D. SCHOLL/ PAULA DÍAZ. 03/07/2014 Una vez al mes, los aficionados al verso de 12 ciudades compiten en torneos escénicos que están devolviendo la poesía a la calle

VALENCIA. No es teatro al uso ni tampoco una lectura de poesía convencional. Pero tiene componentes de ambas disciplinas, así como del arte performativo y de los talent shows. Poetry Slam es una modalidad de comunicación literaria en la que un grupo de bardos de nuestro tiempo disponen de tres minutos para recitar sus versos en una competición cuyo ganador decide el público. En sus orígenes se asemejaba al boxeo, porque los torneos se celebraban entre dos oponentes y se extendían durante 12 rondas. No así a las batallas de gallos del rap, porque los slammers no se replican entre ellos.

Esta modalidad de lectura a micro abierto debutó en 1984 en un bar de Chicago llamado Get Me High Lounge. Su dinamizador fue un poeta llamado Mark Smith. Seis años después se celebraba el primer poetry slam nacional en San Francisco. En la actualidad, la onda expansiva de la poesía oral interpretada ha alcanzado las más diversas esquinas del mundo, con programación estable en países como Israel, Ucrania, Nepal, Corea del Sur, Marruecos, Japón, India, México y España.

Nuestro país tiene una red que agrupa a 12 ciudades y desde hace cuatro ediciones celebra un campeonato nacional. La última se celebró el 31 de mayo en Es Baluard, Mallorca, y su ganador fue el representante de Santa Coloma, Dante Alarido, alter ego lírico de un licenciado en bioquímica que se gana el sueldo como profesor de matemáticas.

El representante valenciano en esta cuarta entrega del certamen fue David Trashumante, heterónimo del logroñés David Moreno Hernández, quien frecuenta la poesía desde todos los soportes y ángulos, desde la discursiva hasta la videopoesía pasando por la visual. Para el slam sus fuentes de inspiración se concretan en Walt Whitman, el punk y la obra discursiva, repetitiva y espontánea de Allen Ginsberg. Al fin y al cabo, los miembros de la generación beat fueron los padres de las jams.

SIETE BARDOS, CINCO PIZARRAS

Nuestra ciudad acoge poetry slams desde hace dos temporadas, una vez al mes, en un local de Benimaclet llamado Kaf Café (calle Arquitecto Arnau, 16). Los encuentros se extienden de octubre a mayo y suelen reunir entre 40 y 100 asistentes, entre los que se reparten cinco pizarras para que puntúen a los siete competidores de cada justa del 1 al 10. Los tres mejor considerados pasan a una segunda ronda.

"El público se implica de dos formas. Primero forman el jurado. Segundo, el micrófono abierto hace que todos tengan la oportunidad de recitar", explica el rapsoda. Los formatos presentados son diversos y, aunque todos beben de la poesía, pueden inclinarse hacia el mónologo, el speech, el discurso o la crítica.

Trashumante explica que hay que diferenciar entre la poesía oral y la escrita, porque se codifican de manera distinta. "La modalidad oral te permite emplear muchos recursos que en la escrita no funcionarían, por ejemplo, usos cacofónicos. En la poesía oral prima la idea de que se dirige a otros, la retentiva del oído es inferior a la del ojo, así que no puedes escoger un poema excesivamente complejo en términos de exigencia de concentración. Si te sirves de una metáfora brillante, el público se va a pasar un rato pensándola, no va a retener, así que se va a perder lo siguiente".

Tampoco funcionan los haikus, arte poético japonés que se concentra en tres versos de cinco, siete y cinco sílabas, porque en los slam se valora la pericia de llenar tres minutos.

POESÍA PARA TODOS

Por su condición escénica, la buena valoración de los espectadores no se limita a la calidad de los versos. Un mismo material puede ser recitado con mayor o menor magia según el día. "Hay una comunicación enérgetica entre el público y el poeta", advierte Trashumante. El intérprete que se muestra más cercano y más auténtico, el que ese día ha tenido magia, es el que suele resultar reconocido.

Según el performer afincado en Valencia, esta fiesta de la poesía oral otorga el poder al pueblo y no a las élites culturales. "El poeta no tiene patente de corso para decir lo que le dé la gana. En los slams dejamos el protocolo de lado, el público no está ahí sólo para aplaudir, los silencios son sepulcrales. La gente escucha que es una pasada, porque van a tener que opinar. La actitud no es la de yo soy la cultura y tú el pusilánime que ha de escucharme, porque el poeta puede ser vilipendiado por los asistentes. En el torneo todos los poetas corremos la misma suerte, con lo que la cura de humildad es diaria".

Opina Trashumante que los poetry slams están reesperanzando a la gente en que la palabra también es suya. "La poesía académica estaba acabando con los lectores. El academicismo es muy bueno para preservar la poesía, para biblioteconomizarla, para estudiarla, hacer sus críticas y análisis y meterla en sarcófagos. Deja un corpus teórico de lo que pasa y de por qué sucede, pero no es muy efectiva a la hora de ser escuchada. La oral, en cambio, sí está consiguiendo que las personas quieran escuchar poesía y por ende vayan a comprarla y la investiguen".

SIN ATREZZO

Aunque secantes con las artes escénicas, los recitales colectivos no se visten, iluminan ni decoran. La utilería, el vestuario y la música están prohibidos. En el slam tampoco hay un personaje. De hecho, el público suele ser bastante duro cuando atisba falta de autenticidad.

Sí hay variante de la modalidad de torneo original. Fuera de la competición, en EE.UU. se celebran encuentros conceptuales, con enfoques y temas dispares como la improvisación o poemas inspirados en el erotismo, lo queer o lo nerd.

En lo que se refiere a nuestro país, en Mallorca se está preparando una edición de poesía y ciencia ficción, y en Madrid se han programado team slams (torneos por equipos), la noche de San Valentín, con poemas sobre el amor, y veladas de poetas vivos versus poetas muertos.

Hoy miércoles se celebra la edición mensual del torneo competitivo de la sede de Madrid. Allí, los participantes actúan en orden exacto de recepción de mails en el correo electrónico de la organización. El punto de encuentro es El Intruso, en el número 3 de la calle Augusto Figueroa, aunque este fin de semana pasado se convocó a los aficionados a CentroCentro Cibeles por la condición excepcional de la cita. Se celebraba el segundo Poetry Slam Internacional, con la presencia, entre otros, de uno de los poetas orales más reconocidos de la actualidad, Harry Baker, un malabarista de las palabras coronado como mejor slammer europeo en 2011 y del mundo en 2012.

En España no vamos a la zaga, con un embajador como el asturiano Dani Orviz, tercero en el mundial y ganador en el europeo de 2012.

Según una de las organizadoras de Poetry Slam Madrid, Silvia Nieva, mientras que en EE.UU., Francia, Alemania o Bélgica, los slammers acaban teniendo un mismo estilo, nuestro país se caracteriza por la variedad. "Vamos de la lírica al rap, el poema social, el verso de humor o el enfoque más teatral. Tanto en la forma como en el texto, somos muy buenos".

En lo que todavía estamos verdes es en la visibilidad y en la difusión mediática. Nuestros juglares contemporáneos todavía no pueden ganarse la vida con ello.

En EE.UU., en cambio, existe incluso un canal de televisión dedicado al slam y se han realizado varios documentales, como Deaf Jam (Judy Lieff, 2011), sobre una adolescente sorda de origen israelí que vive en Queens, Nueva York, y se une a un programa extraescolar de poesía con lenguaje de signos que la lleva a colaborar con un slammer palestino. O Louder Than a Bomb (Greg Jacobs y Jon Siskel, 2010), donde se documenta el poetry slam juvenil que se celebra anualmente en Chicago.

Varios países han ligado el recital público de poesía a la educación de los adolescentes, con la puesta en marcha de talleres. En esta línea, en Jaén ya están dando sus primeros pasos.

Nieva destaca como, a diferencia de los recitales de poesía al uso, en las citas de slam en Madrid, todos los meses invitan a un representante de otro país de habla no necesariamente inglesa ni francesa. "En ocasiones se sobretitulan los poemas en apoyo a la interpretación, pero en otras no, y de verdad que no es necesario. Frente a la lectura más rígida de los recitados estándar, en la puesta en escena de las poetry slam se cuida la entonación y la comunicación con el público".

Entre las virtudes que la madrileña destaca de esta revolución literaria se hallan las de la cercanía y la inmediatez. "La gente descubre que la poesía es algo de todos. Le confiere un punto callejero de gente normal que tiene cosas que decir a nivel social y da voz a la inquietud artística sin necesidad de que los participantes pertenezcan a una élite literaria".

Como ya dijo el fundador de este movimiento en sus orígenes, Mark Smith, "la misma palabra poesía repele a la gente. ¿Por qué sucede eso? Por lo que las escuelas le han hecho. El slam la devuelve al público... Necesitamos que la gente hable poesía entre sí. Así es como comunicamos nuestros valores, nuestros corazones, las cosas que hemos aprendido y nos han convertido en quienes somos".

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