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VERSIÓN RESTAURADA

'La puerta del cielo', la película que hundió al nuevo Hollywood se convierte en objeto de culto

C. A.. 17/06/2014 La Filmoteca de Valencia recupera la obra maldita del hoy olvidado Michael Cimino

VALENCIA. Lo dijo en su día Martin Scorsese. "La puerta del cielo nos debilitó a todos [los jóvenes cineastas]". Lo ratificó Francis Ford Coppola. "Lo que tuvo lugar después de La puerta del cielo fue como un golpe de Estado encabezado por Paramount". Es la película maldita por excelencia. Se la considera la culpable de que los grandes estudios abandonaran la política de autor, el darle libertad a los cineastas. A partir de entonces se pasó al cine comercial burdo y directo. Se acabaron los excesos. Se acabaron los experimentos. Así lo dejó escrito Peter Biskind en Moteros tranquilos, toros salvajes, su libro sobre el fenómeno que supuso que durante una década los grandes estudios confiaran en los jóvenes cineastas que revolucionaron la forma de entender el cine.

Estrenada el 19 de noviembre de 1980, el largometraje de Michael Cimino está considerado como uno de los más grandes fracasos de la historia del cine. No hay lista sobre grandes fiascos que no incluya La puerta del cielo. Todo lo que la rodea habla de calamidad. Su presupuesto se multiplicó por cuatro como una obra de Santiago Calatrava. Su taquilla fue risible, apenas 3,48 millones de dólares, por los 44 que tuvo de presupuesto.

Las leyendas que circularon en torno al rodaje fueron de lo más variopintas. Se habló de muertes de animales durante la grabación de algunas secuencias, de excesos cómo importar un árbol milenario desde Inglaterra para un día de rodaje, y el crítico de New York Times Vincent Canby escribió que Cimino había tenido un presupuesto de 50.000 dólares para cocaína. Hace un año el director recordaba la anécdota en una entrevista con el productor Vincent Maraval publicada en España por SoFilm. "Aunque hubiera querido jamás habría podido meterme tanta", se reía.

Hoy, sin embargo, La puerta del cielo es reivindicada como la gran película incomprendida de la década de los ochenta, el filme maldito que merece ser revisado una y otra vez, y entre sus defensores acérrimos se encuentran cineastas como James Gray. Y aunque su calificación en el todopoderoso portal IMDB no supera el 6,7, son muchos los que creen que deben ser considerada como una de las grandes obras maestras de la década.

Uno de ellos es el director de la Filmoteca de Valencia, José Luis Moreno. La institución valenciana proyectará los próximos 10 y 11 de julio dos sesiones especiales de la nueva versión restaurada del largometraje. Se presentó en el Festival de Venecia hace casi dos años y la película sigue viajando por el mundo y cada exhibición es un acontecimiento. De hecho, la propia Filmoteca de Valencia la ha incluido dentro de su ciclo Clásicos restaurados.

A pesar de sólo tener 34 años, ya un clásico. Existe una corriente de recuperación que hizo que la película volviese incluso a reestrenarse en los cines británicos de manera convencional en 2013. Porque, vista hoy, si algo sorprende de La puerta del cielo es por su poderosa imagen visual, debida en gran parte al trabajo del director de fotografía húngaro Vilmos Zsigmond y al ritmo narrativo que le impuso Cimino. Así lo cree Moreno quien considera que "es una película técnicamente impecable. Todo está en su justa medida", comenta.

La versión que se proyectará en Valencia es la más cercana a la primera que montó Cimino, 216 minutos, por los 219 originales que después fueron reducidos a 149. Protagonizada por Kris Kristofferson, Christopher Walken, Isabelle Huppert y John Hurt, la película ponía el foco de atención sobre las matanzas de inmigrantes del este de Europa en 1890 en Wyoming a manos de matones contratados por los grandes terratenientes. Estos habían confeccionado una lista de delincuentes que debían ser exterminados. Algunos eran ladrones, sí, pero pillos de poca monta; la mayoría sólo habían cometido el delito de robar para dar de comer a los suyos. Los inmigrantes, cansados de la inacción de las autoridades, se unieron y dio pie a una batalla no reconocida oficialmente.

La narración gira en torno al sheriff encarnado por Kristoferson, amigo de uno de los terratenientes, enamorado de una prostituta que a su vez es cortejada por uno de los matones. Con una profusión de medios inusual incluso para la época, Cimino, que venía de triunfar con El cazador (1978) realizó la película con una profunda meticulosidad, como han coincidido en señalar todos los documentales y reportajes que se han hecho sobre el film. En escenas con centenares de figurantes, situaba a cada uno de ellos y les indicaba cómo debían reaccionar. "En La puerta del cielo no necesitaba ni mirar el guión; sabía lo que estaba haciendo con todo detalle", aseguraba el cineasta a Maraval.

El perfeccionismo de Cimino fue exasperante y las tomas se repetían por docenas en algunos casos. Como un pequeño Dios, el cineasta ordenaba tirar decorados, levantar otros, cambiar secuencias... Cuando llevaba poco más de un mes de rodaje ya había consumido todo el presupuesto. Le fueron a visitar los responsables de la productora y se negó a recibirles. Su equipo hablaba de que se trataba de un film que era como si David Lean (Lawrence de Arabia, El puente sobre el río Kwai) estuviera filmando un western, pero para la prensa era más bien un Stanley Kubrick pasado de cocaína rodando una película de Sergio Leone. Cuando terminó el rodaje Cimino había usado unos 450.000 metros de película, algo así como unas doscientas veinte horas. Era materialmente imposible que fuera comercial. Recaudó una media de 500 dólares por sala de exhibición. Un desastre en toda regla.

Más allá incluso de sus sobrecostes, nada que no hubiera pasado antes, la película fue rechazada por su cruda imagen de Estados Unidos, su sórdido relato de amor triangular entre la prostituta, el sheriff y el asesino, la violencia de algunas de sus imágenes de una gran crueldad, con adolescentes tiroteados, la desoladora visión del alma humana que socavaba los cimientos del sueño americano. No era tanto lo que contaba, la historia ya había sido tratada en Incidente en Ox-Bow y Raíces Profundas, sino el cómo.

La industria hollywoodiense se vio ofendida, insultada y las críticas negativas se sucedieron. Aunque llegó a contar con una nominación al Oscar a la mejor dirección artística, para Tambi Larsen y James L. Berkey, también obtuvo el Razzie a la peor dirección del año. La puerta del cielo era una película antipática, perniciosa, porque mostraba la cruda realidad de la construcción de Estados Unidos, la sangre que había regado las raíces de su prosperidad.

Fue tal el fracaso que provocó la venta de United Artists y alteró el equilibrio de fuerzas en Hollywood, si bien, como recuerda Biskind, "la causante de la crisis podía haber sido Carga maldita, Apocalypse Now o 1941". A diferencia de todas ellas, La puerta del cielo fue vilipendiada unánimemente, nadie la defendió, y Cimino fue tildado de marxista por los mismos que años antes le habían llamado fascista por El cazador. Acababa de llegar al poder de Ronald Reagan, elegido unos meses antes presidente de los Estados Unidos, y con él la ola de puritanismo que laminó al largometraje. No había peor insulto que ser marxista en los EEUU de Reagan y eso terminó de destrozar la carrera del director. "Nunca hubo un intento de ver lo que trataba de decir la película", se quejaría amargamente uno de sus productores, Stephen Bach, con el paso de los años. "Todo el odio se volcó sobre Michael [Cimino]", comentaría Brad Dourif, uno de sus protagonistas.

"A principios de los ochenta tuvo lugar una contrarrevolución [en los estudios]", y "La puerta del cielo fue una mera excusa", escribe Biskind. Las productoras dejaron de ser regidas por cineastas y se convirtieron en vulgares multinacionales. La industria se engulló los sueños artísticos de una generación de un bocado. Lo importante era la taquilla. Lo importante ya no era hacer una buena película.

Pese a todo, su huella es fácilmente detectable en el cine posterior. La puerta del cielo aportó una visión crepuscular que fue después recuperada por, entre otros, Clint Eastwood en la imprescindible Sin perdón (1992). Curiosamente Eastwood fue la primera estrella que confió en el talento de Cimino cuando era poco más que un adolescente y le produjo su primera película, Un botín de 500.000 dólares.

Maldecida y despreciada, la película ha arrastrado a su creador y le ha convertido en un cineasta casi marginal. El paso de los años ha hecho que se vuelva la mirada sobre ella y se considere a La puerta del cielo una obra maestra imprescindible para entender una época. "Estoy convencido de que hay decenas de películas así, pero en este caso, como era una superproducción, su olvido se ha magnificado", comenta Moreno. "Su fracaso fue una metáfora y su recuperación está siendo también otra metáfora", concluye.

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1 comentario

Bernat Muniesa Brito escribió
09/04/2015 11:50

"La puerta del cielo" puso en duda el llamado "sueño americano", Al llegar el ultra-facha.neoliberal Ronald Reagan a la presidencia USA inició una "caza de brujas" contra Michel Cimino, acusándole de marxista. Cimino, un grande del cine, fue eclipsado. Es necesario buscar y ver ese film.

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