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VALENCIA. Fue única. Inquieta, valiente, Jacinta Gil Roncalés ha sido una de las principales artistas valencianas del siglo XX. Con su muerte este fin de semana el arte valenciano pierde a una de sus creadoras más independientes, una mujer marcada por tres sucesos dolorosos: la muerte de su madre cuando era una niña; la de su marido, Manolo Gil; y su apresamiento por razones políticas en 1962.

Nacida el 8 de octubre de 1917, falleció este viernes santo, por la tarde, como consecuencia de una neumonía. Por expreso deseo suyo, sus cenizas fueron incineradas al día siguiente. Hija del médico Enrique Gil Cervera, la tragedia marcó muy pronto su vida pues perdió a su madre cuando sólo tenía seis años. A ella le dedicó su gran exposición retrospectiva del año 2000 en Las Atarazanas con un emotivo mensaje: "A mi madre, la gran ignorada, muerta a los 36 años, con su dulce acento cubano y su forma de peinarse el largo y oscuro cabello".

Pintora de muy temprana vocación, su primer profesor fue el miniaturista José Meseguer, quien la introdujo en el color, en la representación de los detalles y los dibujos. Aunque fue admitida para recibir clases en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos en 1939, una serie de problemas burocráticos retrasaron el inicio de sus estudios hasta 1941.

Amiga personal de poetas como José Luis Hidalgo o José Hierro, Jacinta Gil apostó desde el principio por "el impulso vanguardista", en palabras de Ricardo Forriol y Carmen Ballester, autores de una breve biografía sobre la artista. Concluyó sus estudios en 1943 y dos años después conocería a Manolo Gil, su compañero de viaje hasta la prematura muerte de éste en 1957.

En abril de ese mismo 1945 participaron "juntos" en la VI Exposición de Arte Universitario y ella consiguió la Medalla de Plata por su Autorretrato. Sus respectivas obras de ese momento, sombrías e intensas, revelaban su rebeldía frente a los criterios academicistas de la Escuela de Bellas Artes. Ya entonces se incorporaron al Grupo Z, uno de los primeros intentos renovadores surgidos en la pintura valenciana de los años cuarenta, de breve duración pues estuvo activo sólo entre octubre de 1948 y mayo de 1950.

Tras esta primera experiencia en un grupo artístico, se formaron en el extranjero con diversas becas (Londres, Roma, París...) para regresar definitivamente a Valencia, en 1952, con renovados deseos vanguardistas. Y ya en 1956 se incorporaron al mítico Grupo Parpalló que auspiciaba el crítico Vicente Aguilera Cerni, y que incluyó a artistas como Alfaro, Esteve Edo, Genovés, Amadeo Gabino, Michavila, Nassio Bayarri, Luis Prades o Ribera Berenguer, entre otros.

La repentina muerte de su marido en 1957 trastocó su vida. Si bien permaneció en el Grupo Parpalló hasta 1960, fue distanciándose del mismo al tiempo que comenzaba a implicarse más en actividades políticas. Feminista y progresista, en 1962 la detuvieron por su vinculación al Partido Comunista, experiencia que recogió en unos diarios que fueron publicados en el año 2000, y en los que relataba el trato que recibió por parte de las autoridades y el miedo a la tortura.

A la salida de la cárcel, en 1964, intensificó su carga crítica con la situación política con una serie de obras en las que reflejó un mayor compromiso social si cabe. Su perfil público fue disminuyendo y a partir de 1968 centró su actividad en la docencia y fue profesora de dibujo de diferentes institutos de enseñanzas medias.

Sus exposiciones se fueron espaciando hasta ya entrada la democracia. En los años ochenta comenzó a exhibir nuevas creaciones con una cierta regularidad. Su pintura, al tiempo, fue derivando en una obra que conjugaba abstracción y figuración, sugiriendo paisajes, formas de animales...

En 1986 tuvo un breve retorno a la abstracción, que dio pie a sus celebradas exposiciones de principios de los años noventa. Este giro duró apenas unos años, ya que regresó a la figura a mediados de esa década. Especialmente significativa fue su serie de dibujos iniciada en 1998 Con la línea hacia lo inverosímil, en la que, sin renunciar a una hasta obvia influencia de Picasso, creaba todo un imaginario de singular belleza. 

Convertida ya en una referencia ineludible, Jacinta Gil ha podido disfrutar en los últimos años de su vida del reconocimiento institucional, con exposiciones en el IVAM, en las Atarazanas y en La Nau, donde hace ahora dos años se exhibió en la sala Martínez Guerricabeitia una selección de los trabajos que hicieron juntos ella y su marido entre 1945 y 1957. La muestra, que tuvo por comisario a Juan Ángel Blasco Carrascosa, catedrático de la Facultad de Bellas Artes, se inauguró en diciembre de 2011 y se pudo contemplar hasta abril de 2012; ya entonces no pudo asistir por su delicado estado de salud.

También en 2012 se publicó su poemario Espadas de Arena: Crónicas poéticas por parte de la editorial de la Universidad de Cantabria. Su obra pictórica se halla representada en el museo de Vilafamés, en el Ayuntamiento de Valencia, en el museo Salvador Allende de Chile y en el IVAM.