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LAS CLAVES DE UN TRIUNFO SIN RESERVAS

El fenómeno Manel no se agota

CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA. 05/04/2014 La banda catalana de más éxito en todo el país sigue arrasando. Este mes agota entradas en Noise (Valencia) y Razzmatazz (Barcelona), a un año vista ya de la salida de su tercer disco. Ellos tampoco se lo explican

VALENCIA. No tienen nada que ver ni con Izal, ni con Vestusta Morla ni con Love Of Lesbian. Pero un simple vistazo basta para palpar en ellos eso que tanto se estila hoy en día en la escena musical estatal: el éxito de los tipos absolutamente normales, el predicamento de bandas cuyos miembros podrían encarnar el cliché del amable vecino del quinto, el estereotipo de aquella estrella con la que podrías perfectamente compartir un café. El aplicado esfuerzo comunal por encima de factores como el carisma, la verborrea controvertida o los estragos del rock and roll way of life, que en este país parecen ya puras reliquias de los 80. No destacan por su estilismo, ni por ser atractivos o (por el contrario) más bien difíciles de mirar.

"No somos los más divertidos ni los más extrovertidos sobre un escenario", asume Martí Maymó, bajista de Manel, miembro más joven de la banda y nuestro interlocutor en una charla mantenida tan solo unos días antes de su concierto en la sala Noise de Valencia. Agotaron todo el papel con más de un mes de antelación, y hMartí Maymóan hecho también lo propio con la actuación que tienen prevista en el Razzmatazz barcelonés a finales de abril. "Eso sí, nos lo pasamos muy bien sobre el escenario", puntualiza.

Hace más de un año que salió a la calle Atletes, baixin de l'escenari (Discmedi), tercer álbum de una banda que, para más inri, redondeó su perfil prosaico durante meses con 'La gent normal', reverente adaptación del 'Common People' de Pulp, himno totémico del pop británico de los 90 y salvoconducto (posiblemente involuntario) para ser vistos con buenos ojos por la parroquia indie del país. Poco importa su ritmo editor: con novedades o sin ellas, llevan meses embarcados en una espiral de popularidad que les lleva a completar aforos allí donde pisan.

La satisfacción es máxima, claro: "alguna cosa has hecho bien cuando la gente viene a escuchar tus canciones en directo, y seguramente alguno repite con respecto a las últimas visitas". Se refiere a conciertos relativamente cercanos, como el que les llevó hasta Burjassot en junio del año pasado . "Habrá gente para todo, pero uno hace canciones pensando que a la gente le puedan gustar algún día", confiesa. Al fin y al cabo, el objetivo primordial de la música popular, ¿o no?

Ni muy jóvenes ni demasiado curtidos (sus cuatro miembros pululan alrededor de la treintena), estos guardiolistas de pro asumen su inesperado e imprevisible éxito con total naturalidad. Saben lo suficiente como para relativizar la enorme repercusión mediática que se han cobrado, esa que les encumbra como la primera formación catalanoparlante en encabezar la lista de álbumes más vendidos en España desde Joan Manuel Serrat. Lo cierto es que ni el brillo del escalafón (las cifras para encaramarse a los primeros puestos de esas listas son hoy en día famélicas, en comparación) ni el factor idiomático son apuntes tan determinantes como pudiera parecer a primera vista. Aunque haya que reconocer que este último vector no deja de ser sintomático de la creciente normalización de una lengua, el catalán, que vivió un trasunto pop en los 90 francamente distorsionado por las subvenciones públicas, elevando a rango de referentes a auténticas medianías.

Ellos insisten en que "aunque los titulares queden muy bien, hay que ser consciente de que se venden discos nuestros sobre todo en Cataluña, pero si cogiéramos un mapa, igual en alguna otra Comunidad no habíamos vendido ni uno". Y luego lo del idioma, que no deja de ser una anécdota para ellos cuando el tema es abordado en cualquier entrevista: "podría sacar un disco un cantante de Castilla La Mancha, vender muchos discos y no se especificaría que es el primer artista manchego que lo hace, pero ojo, que para nosotros es la hostia, estamos contentos y lo vivimos bien".

Manel llevan años viajando por todo el Estado, y aunque en un primer momento eran bastante escépticos, han acabado por aceptar que incluso en el interior de la piel de toro haya quien cante sus canciones a voz en grito, pese a captar más bien poco acerca del significado de lo que dicen sus letras: "siempre pensamos que la gente que venía a vernos eran catalanes que viven fuera, y nosotros somos muy poco catalanes para eso". Hasta que algún compañero del gremio comenzó a abrirles los ojos. Lean, lean: "un día, estando en Gijón, vino Nacho Vegas a vernos, y nos comentó la cantidad de gente que había viéndonos y cantando las canciones. Le dijimos: "sí, pero serían catalanes", a lo que Nacho contestó: "catalanes en Gijón no hay. Nadie viene a trabajar aquí porque no hay trabajo, así que catalanes aquí habrá uno o dos".

En esencia, se trata del contagio de la música pop, esa que no entiende de barreras. Maymó lo atribuye al hecho de que "la música popular lleva toda la vida funcionado de esa forma, te emociona o te distrae". La música es así entendida como una koiné (la lengua común que decían los griegos), una forma de expresión metalingüística, que graba a fuego en nuestras cabezas expresiones y giros cuyo significado no necesitamos conocer  de buenas a primeras para empatizar con el emisor o sentir emoción. Y, tal y como lo explica él, desde la más tierna infancia: "yo he escuchado a Brassens o Moustaki y he cantado 50 canciones de ellos porque las ponían mis padres, pero no sabría traducir ni una palabra de lo que dicen, lo mismo que me pasa con los Beatles y Dylan, de quienes me sé de memoria canciones en un inglés que no existe, el que utilizaba cuando cantaba sus temas mucho antes de estudiar inglés".

Los caminos del éxito son tan inescrutables que otra de las paradojas en el trayecto de la banda barcelonesa es la de haber obtenido más eco en algunos territorios hispanos que carecen de lengua propia (más allá del castellano) que en aquellos que presentan unos rasgos idiomáticos y culturales bien diferenciados. La gira que emprendieron a raíz de este tercer álbum fue clave para darse cuenta de que habían tocado "en muchos sitios donde no conocemos gente catalana y que han funcionado estupendamente, como Gijón, Valladolid o Santander", enclaves en los que les ha ido "mejor incluso que en sitios como Galicia o País Vasco, donde piensas que por la afinidad de disponer también de una lengua propia y minoritaria-en el conjunto de España- la cosa va a funcionar mejor".

Muy lejos parecen quedar los tiempos en los que el empleo del catalán solía asociarse exclusivamente a la reivindicación identitaria. Las bandas que lo utilizan con la naturalidad propia de quien siempre se ha manejado en ella como lengua madre son legión (tanto allí como en Valencia o Baleares), aunque aún perviven ciertos rescoldos de entusiasmo nacionalista en algunos conciertos (banderas cuatribarradas y esteladas), y la verdad es que los de Manel tampoco suelen ser la excepción: "el ambiente estaba mucho más politizado alrededor de los grupos de los 90, de todos modos. A mí el tema no me molesta, igual que no me molestaría que alguien sacara otro tipo de bandera, mientras no sea ofensiva para nadie, pero siempre pienso que en un concierto la cosa no va de esto".

Puede decirse que llevan ya un año viviendo de las rentas de su tercer álbum, pero conviene también recalcar que ese sesteo es más que merecido: Atletes, baixin de l'escenari consagró una notable evolución que les alejó de los clichés folk pop entre los que se movían con sus dos primeros discos. A saber, entre la sombra anglosajona de Beirut y Herman Dune o la mediterránea de Jaume Sisa y Pau Riba, con el costumbrismo, los textos vastamente narrativos y el dichoso ukelele por bandera. Los giros suelen conllevar sus pequeñas dosis de trauma, y más cuando se tiene bien ganada y acostumbrada a la clientela a un producto muy concreto. En su caso, ese daño colateral ha quedado minimizado prácticamente desde la salida del disco, aunque reconoce Martí Maymó que en un principio no las tenía todas consigo: "casi siempre te encuentras gente que te dice que le ha gustado lo nuevo, porque, al que no, le cuesta ser sincero contigo, así que para valorarlo no queda más remedio que ver cómo es la reacción de tu público en los conciertos".

Y lo cierto es que, pese a que reconoce que "en los primeros bolos la gente era más fría", la apuesta se ha revelado como ganadora a medio y largo plazo. En cuestión de meses el nuevo repertorio, que prácticamente capitalizaba sus conciertos, fue creciendo sobre el escenario, mostrando con rotundidad la cara más rock de Manel. Y el calor de su público acabó por refrendar la maniobra: "el riesgo es que este era un disco más de banda, en el que incluso nosotros vamos conociendo las canciones a medida que las vamos tocando, pero el tipo de arreglos que tiene ha contaminado un poco también la interpretación de los temas de los dos anteriores".

En definitiva, da la sensación de que en su caso se trata de crecer sin mirar atrás más de la cuenta, manteniendo ese delicado equilibrio entre la fidelidad a unas básicas e irrenunciables señas de identidad y la negativa a caer en la autocomplacencia. No son muchas las bandas que en este país consolidan ese encaje de bolillos: "el tercer disco nos ha servido para convertirnos más en banda y ser mejores músicos: es un experimento que no sé si va a volver a repetirse en el futuro", aclara.

 

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2 comentarios

Carlos escribió
09/04/2014 17:28

No sé si me he explicado mal: lo que afirmo en el texto es que tampoco destacan por ser difíciles de mirar. Vaya, que no son ni feos ni guapos, exactamente eso mismo. Muchas gracias por los comentarios!

Ws escribió
05/04/2014 16:42

Me parece un comentario un poco de mal gusto, este: "No destacan por su estilismo, ni por ser atractivos o (por el contrario) más bien difíciles de mirar." Difíciles de mirar? Difíciles de mirar serán Quique San Francisco o Rossy de Palma, pero estos chicos me parecen de lo más normales, ni feos ni guapos, de los típicos que puedes encontrarte en el supermercado, como vecinos o por la calle. Por lo demás, muy buen artículo!

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