VALENCIA. En un banco del parque del Marxalenes u oteando el mar en Altea, un sexagenario con barba y pelo cano se lía un cigarrillo. Porta una gorra plana y ladeada que deja entrever, a duras penas, dos pequeños y brillantes ojos. De vez en cuando silva una melodía u ojea el libro que tiene entre manos. Aparentemente no hace nada. Craso error confundirlo con un jubilado aburrido. Se llama Julio Bustamante y según Santi Carrillo, director de la revista musical Rockdelux, "es uno de los secretos mejor guardados del pop mediterráneo".
"Por la edad que tengo y siendo soltero llevo una vida bastante solitaria desde hace muchos años. Disfruto mucho de la soledad, estoy muy acostumbrado a ella", reconoce el propio Bustamante. "Entre canciones y dibujos, los días se escapan muy deprisa", asegura el también filósofo. Desde finales de los 70 y principios de los 80, cuando junto a Remigi Palmero y Pep Laguarda alumbró una nueva sensibilidad musical radicada en Valencia, su vida ha sido la de un trabajador solitario y constante; un orfebre de canciones a jornada completa que cuenta ya con una docena de álbumes a sus espaldas.
En la memoria queda In Fraganti, el efímero grupo que formó junto a su hermano y el propio Palmero, y una carrera discontinua en la que alternó el catalán con el castellano. Quizá tuvo lo más parecido a su momento de gloria con Entusiastas en 1998. "Siempre ha estado punto de llegar pero nunca lo ha conseguido, y es una pena porque si más gente conociera sus canciones se engancharía con facilidad", afirma Carrillo.
Al principio era Bustamante a secas, pero en 2003 tuvo que añadir el nombre de Julio para diferenciarse del "triunfito" llorón de San Vicente de la Barquera. De hecho, según cuenta su manager Jose Antonio Rivas (también director de su actual sello, Comboi Records), "en bastantes actuaciones se produjeron situaciones cómicas al respecto de la coincidencia".
Un día, hará poco más de cuatro años, recibió una llamada de Xema Fuertes, Caio Bellvesser y Jorge Pérez (por aquel entonces viendo agonizar su proyecto, Ciudadano). Músicos de otra generación (se encuentran todos en los "treintaytantos") se proclamaron seguidores del trabajo de Bustamante y le propusieron quedar para tocar e intercambiar pareceres. Fue en una casona de El Vedat de Torrent, y allí, entre carrascas y pinos, prendió Maderita.
LA HOGUERA SE EXTIENDE
Vivir para creer, el primer y precioso disco de Maderita, fue la chispa adecuada para que decenas de grupos contemporáneos admitieran a Bustamante como influencia decisiva o, simplemente, lo descubrieran. Un hombre que, según Santi Carrillo, "merecía más reconocimiento".
A partir de ahí, todo ardió. Fundamental fue también el día en que Julio Bustamante conoció a los catalanes Fred i Son. La excusa era grabar una versión de "Avions" y, enseguida, tuvieron claro que había que montar varias fechas conciertos juntos. A partir de ahí, fueron sumándose a la causa adeptos y compañeros de profesión cuya devoción cristalizó en tres concurridos conciertos homenaje en las ciudades de su vida: Valencia, Madrid y Barcelona. Después, ese número de septiembre de 2013 en el que Rockdelux regalaba un disco tributo a Bustamante. Renaldo i Clara, Anímic, Cuchillo, Dwomo, Fernando Alfaro, Senior, Hans Laguna... más de una veintena de artistas de la actual hornada independiente pusieron su granito de arena en forma de canción.
"De pronto, apareció mogollón de gente", cuenta Julio. "Es impagable poder estar junto a gente más joven que te admira y te aprecia". El artista dice estar viviendo un momento "abracadabrante". "Paso del cero al infinito en poco tiempo. Estoy dos semanas solo, hablando conmigo mismo y con mis dibujos y, de repente, me encuentro rodeado de gente. Ha sido un gran regalo haber conocido a tantos músicos de Valencia y de fuera. Era algo que yo no podía ni sospechar. Son cosas que no te las esperas a estas alturas".
CONEXIONES DEL CORAZÓN
"Julio ha encajado muy bien siempre con muchos músicos por su amplio y honesto corazón, que ha hecho que la gente lo vea como alguien en quien confiar", apunta Santi Carrillo. Una conexión intergeneracional, constante en su trayectoria, pero que cobra más relevancia en los últimos años y con adláteres con la mitad de años que él.
"Julio no pretende dar lecciones, aunque uno aprende mucho a su lado, es un tío generoso que da lo que tiene y que sigue tan despierto como debería estarlo un crío de catorce años", resuelve Jorge Pérez (Tórtel y Maderita). "Es una persona con la que se puede tratar de una manera muy fácil, crea mucha empatía y siempre está abierto a todo", manifiesta Manolo Tarancón (Reno). El cantautor Nèstor Mir reconoce que "Julio nunca ha dejado de estar ahí, haciendo conciertos, tocando donde fuera". Para Vanessa Prado (La Gran Alianza): "Es un ser realmente interesante; tan amable y súper divertido. Tiene la sabiduría de la senectud y el entusiasmo de la juventud".
"Julio es un maestro, pero a la vez con todo el entusiasmo de un niño", dice Xesc Cabot de Fred i Son y uno de los responsables de Bustamante Perkins, reciente documental sobre el poeta valenciano. El documental, dirigido por Cabot y Pep Garrido, se ha llevado el Premio del Público en la última edición del festival In-Edit de Barcelona y se estrena en Valencia, el próximo 30 de enero, en la sede de la SGAE. En la cinta, el periodista Eduardo Guillot define a Bustamante como "una mena de nen gran". Ante la película, el cantante destila humildad: "sufro mucho porque nadie espera verse en su vida cotidiana magnificada. Procuro no verla, me da mucha vergüenza".
CAMBRERS CELEBRA 33 AÑOS
Bustamante comenta su popular álbum 'Cambrers' 33 años después en CulturPlaza.com
A Julio Bustamante no es difícil descubrirlo, agazapado entre el público, en alguno de los conciertos de la ciudad. Sigue escuchando mucha música porque reconoce que "lo que hacen otros artistas siempre ha sido una influencia. Así es como funciona la historia de la música y la literatura. Y en Valencia vivimos un buen momento cultural". No lo ve igual en lo social y político: "en ese aspecto pienso y espero que estemos abocados a un gran cambio porque no nos han podido tratar peor nuestros gobernantes".
El 24 de enero, en la sala Matisse, es su turno. Cambrers (1981), la primera referencia que firmó, cumple 33 años y se ha cocinado un concierto especial en que el propio Bustamante, junto a un selecto grupo de invitados y Fred i Son como banda de acompañamiento, recreará íntegramente el citado disco por primera vez en la historia. No faltará su banda habitual, Los Paisanoas, en cuyas filas, además de sus inseparables Carles Carrasco y Montse Azorín, milita su hijo Lucas Balanzá (bajsita también en Lauda), una circunstancia que al poeta le causa "una gran satisfacción".
¿Planes? Dice que ya atesora 23 nuevas canciones con las que tiene en mente facturar dos nuevos álbumes y que con Maderita, está seguro, "volverá a brotar la magia". O como él mismo sentencia: "Sant Vicent que em quede com estic".
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