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VALENCIA. Los abrasivos acordes de las guitarras de Nirvana, el cine de la nouvelle vague de Truffaut, la moda de Carnaby Street, los comics de Tintín, el Chelsea Hotel, la contracultura de la generación beat o la explosión del soul, el free jazz o la bossa nova: estos son solo algunos de los muchos reclamos estéticos que reúne la exposición Iconos del pop, una muestra que repasa, a lo largo de 101 collages, algunos de los más significativos hitos de la historia de la cultura pop, tal y como la entendemos desde mediados de los años 50.

El resultado es una explosión de colorido que sintetiza algunas de las corrientes culturales que han ayudado a entender quiénes somos y de dónde venimos, y que no por ello rehúye el rigor didáctico. De hecho, la eclosión cromática de la muestra, que puede apabullar al espectador, está muy bien matizada por oportunos recuadros informativos.

Es un dechado de memorabilia que se expone hasta el próximo 20 de enero en el Casal Jove de Puerto de Sagunto, y que su artífice, el veterano activista pop Juan Vitoria (radiofonista, periodista y vendedor de discos desde hace más de tres décadas) ha querido cifrar, especialmente, en torno a los dorados años 60. La razón es clara: "Los 60 supusieron la explosión del fenómeno pop en todas sus consecuencias, porque fue asimilado por la gente y adaptado a las necesidades del mercado, aunque tampoco he eludido en la muestra algunos elementos posteriores, tanto en música (Pixies) como en cine (David Lynch)".

Huelga decir que la música se lleva, obviamente, la palma de la muestra: algo comprensible si tenemos en cuenta el carácter de coleccionista compulsivo de su impulsor. Por cierto, que él mismo estará el próximo jueves 16 conduciendo una charla-coloquio sobre la expo, con sesión de DJ incluida (y simultánea: ahí es nada) a las 19:30, en el propio local.

El propio formato de la muestra, concretado en collages de imágenes en los que se entremezclan fotografías, portadas de discos, carteles y emblemas icónicos de lo más diverso, supone una materialización muy gráfica del carácter vorazmente fragmentario del propio movimiento al que retrata, una cultura pop que ha penetrado por todos y cada uno de los poros de nuestra sociedad occidental en las últimas décadas.

Y demuestra que no es necesario un gran presupuesto cuando hay de por medio ganas e imaginación, ya que casi todo el material está "básicamente sacado de portadas de discos, libros, carteles y cosas que yo tengo en casa. Muchas fotos de lugares, garitos, ciudades o comics están hechas por mí aunque, lógicamente, la mayoría de imágenes están tomadas prestadas de soportes físicos que tengo pero cuyo autor no soy yo, claro".

Todo esto refuerza el carácter práctico de la muestra, que resulta "fácil de manejar y se puede trasladar sin dificultad. Al margen de que, al ser una exposición de tan alto número, necesitaría un espacio muy grande, pero así cabe en casi cualquier lugar".

El movimiento mod, la escena folk del Greenwich Village (de nuevo puesta en solfa merced al último film de los hermanos Coen), los míticos estudios de Abbey Road o el cine de Stanley Kubrick o Alfred Hitchcock también desfilan por una exposición que, sin embargo, apenas reserva hueco para su reflejo hispano más allá de algún collage, como el dedicado a Carlos Berlanga.

Este último factor contrasta con la oficialidad de algunas exposiciones recientes en museos públicos, como la que se desarrolla en el Muvim sobre los iconos pop valencianos: "casi todo el mundo que conozco ha arremetido contra la expo del Muvim. Y la verdad, con el presupuesto que tienen, cualquiera de las personas que estuvimos involucradas en aquel instante hubiera hecho una  maravilla", afirma Vitoria, una persona que nunca se ha caracterizado precisamente por morderse la lengua o no expresar con cierta vehemencia sus opiniones.

"MEZCLAR POP CON CHIMO BAYO, DELEZNABLE"

Así las cosas, aunque afirma no querer "pronunciarme demasiado al respecto", no puede evitar reconocer que hay "cosas que no me han gustado nada de nada y que no creo que reflejen en absoluto aquel instante, como mezclar el apogeo del pop con el asesinato de la música por parte de tipos como Chimo Bayo, algo que me parece deleznable"

Iconos del pop es fruto de "casi ocho meses de trabajo", y no es precisamente la primera exposición que Vitoria organiza en torno al mundo del pop. Hace unos años ya montó una muestra de portadas de discos legendarios de la historia del rock en el extinto Greenspace, y son conocidas las que ha llevado a cabo en Nuevo Centro, donde opera su tienda, en las que ha llegado a exponer más de 350 portadas de discos originales.

Algo que en estos tiempos de descargas digitales y consumo musical de usar y tirar puede sonar a muestra de anacrónicas reliquias, pero que no deja de suponer un recordatorio de todo el arte y la significación cultural que encerraban los artworks de los álbumes de vinilo en su época de máximo apogeo.

Una era dorada para la industria musical, unos tiempos en los que todo aquello, por increíble que nos parezca ahora, sí era cien por cien relevante. Y de esa filosofía, y de los gloriosos restos que quedan del naufragio y que aún perviven entre nosotros, participa también esta exposición.