MADRID. Si tuviéramos que expresarlo en términos musicales, una analogía pertinente podría ser la de los Temptations. Los hits de los sesenta de este grupo de soul son difícilmente igualables y su carrera está caracterizada por aquellos años en los que sacaban gema tras gema. Eso no se puede discutir. Es así. Pero, aun asumiendo que ‘My girl' es lo más, sus discos de los setenta en los que su sonido evolucionó más libremente ahora se antojan más interesantes, más estimulantes. No se puede negar que lo inmortal fueron los años dorados, pero no iban a suicidarse todos en 1970. Tenían que seguir y esa evolución es la mar de curiosa, un divertimento que merece la pena estudiar, comparar y seguir escuchando con atención hasta, al menos, entrados los 80.
Ocurre lo mismo con Peter Bagge, el autor de cómics del que La Cúpula acaba de lanzar en España su última novela gráfica, ‘Reset'. Su obra maestra es ‘Odio'. Todo el mundo que entienda de tebeos te hablará de ella. Es una recomendación suculenta para el neófito que piense que en viñetas sólo se publican tontadas de superhéroes, gore o porno, que los sigue habiendo, y también una conversación inacabable entre los seguidores. Es nuestra pequeña Comedia Humana de Balzac de los años 90.
Pero ‘Odio' ya pasó y Peter Bagge no iba a suicidarse o dedicarse a envasar charcutería sólo para que nada ensombreciera su obra magna. Siguió dibujando. Llegaron ‘Sudando tinta', sobre una redacción de tebeos. ‘Apocalipsis Friki', el mundo se acaba y un oficinista gris trata de sobrevivir en un escenario tipo Mad Max. ‘Other lives', una trepidante aventura de suspense con la red social ‘Second life' como protagonista, el recopilatorio de sus docuhistorietas sobre política estadounidense ‘Todo el mundo es imbécil menos yo', y también diversas recopilaciones del resto de personajes variopintos que ha creado como ‘Bat Boy', un niño murciélago que llega a presidente de EEUU y nombra ministra a Beyoncé, o las de ‘Mundo Idiota', como Studs Kirby, un locutor de radio liberal, o Junior, un niño de mamá.
Ninguna de ellas podía igualar a ‘Odio'. Esta novela gráfica que ridiculizaba el grunge, pateaba la faceta más vacua de las idolatradas culturas juveniles y hacía un retrato deprimente de la familia, la juventud que se escapa por minutos y el amor. Todo con un humor abrasivo. Era su momento y su lugar. Sin embargo, como decimos, todo pasa y había que seguir.
Y junto con ‘Other lifes', la nueva ‘Reset' ya define claramente cuál es su nueva línea. No es ciencia ficción, porque la red social Second Life existió, y la inteligencia artificial de la máquina protagonista en ‘Reset', un artilugio capaz de hacer que vivamos de nuevo nuestra vida en un entorno de realidad virtual, es perfectamente posible. Al menos, así lo ha explicado el autor en una entrevista en Geeks of Doom.
Aunque sí que tienen ese punto de las películas de ciencia ficción. Seguramente porque los avances tecnológicos con los que convivimos han superado nuestras expectativas -si bien todos esperábamos en el siglo XXI desplazarnos con aerodeslizadores y veranear en Marte, ni de coña se nos habría ocurrido algo como Internet y sus, entre otras menudencias, posibilidad de descargas gratuitas e infinitas y las redes sociales para ver fotos del vecino en trikini sin que él sea consciente- . En este sentido, un experto en retratar el patetismo sin piedad, pero con amor, se pegó un festín en ‘Other lifes' con lo que suponen las redes sociales y nuestros roles virtuales, sobre todo en un espacio tan exuberante técnicamente como era ‘Second life', donde tu perfil-personaje podía volar, conocer a Gaspar Llamazares y violar entre cuatro a otro avatar.
Aquella obra, que era una narración circo de tres pistas, era todo un deleite para los sentidos. Por el ritmo, por el suspense y, por supuesto, por las risas. El humor de Bagge no es de hacer mofa del tonto del pueblo. Para él todos somos tontos del pueblo. Es nuestra sociedad, en sí misma, la que le parece estúpida. Así lo llamó, como se ha dicho, en uno de sus recopilatorios, ‘Mundo idiota'.
En ‘Reset' vuelven los mismos ingredientes, reconfigurados, para un nuevo asalto. Otra lectura trepidante llena de crítica social y escenas para reírse un buen rato, a solas, y que tus allegados piensen que estás loco. El protagonista es un actor de comedia de Hollywood que, tras su divorcio, se ha visto inmerso en una serie de escándalos de conducción temeraria y violencia doméstica convenientemente exagerados y sacados fuera de contexto en los medios de cotilleos, de gossip.
Dado su perfil, como entra ya dentro de nuestra neológica, no encuentra trabajo en el cine, pero se lo rifan para los realities. Concretamente, tiene una oferta en firme para ‘La isla de los gilis', según la traducción de uno de los mecenas del comic underground americano en España, Hernán Migoya.
En una reunión de terapia de grupo por lo de la infracción de tráfico será captado para un experimento, probar una máquina para revivir su propia vida. Acepta, pues está en la ruina, y según se pone el casco es llevado a la sacrosanta -para los estadounidenses- graduación del instituto donde una de las tías buenas le llamó "atontao" sin aparentemente venir a cuento, él no se atrevió a preguntarle el porqué y se quedó acomplejado por esa vivencia para toda la vida.
De su regreso al pasado, le rescata un botón que tiene al lado de la mano en todo momento que le permite volver a empezar por si algo no le está gustando, es el botón de ‘Reset'. Bagge juega con nuestro narcisismo y nuestros complejos en estas fantasías. Si ustedes pudieran vivir su propia vida sabiéndolo todo, qué harían. Unos, salvar el mundo. Otros, inventar lo que ya está inventado. Muchos, follárselo todo. Y los más, las tres cosas a la vez.
Esta parte del tebeo es la de mayores carcajadas. Vaya por delante que el casco de realidad virtual tiene una pequeña ventosita adherida a la cabeza del pene del protagonista. No digo más. Lo que sigue luego ya es abundar en el patetismo. El de los doctores que dirigen el experimento, los informáticos, el actor venido a menos, la antigua tía buena del instituto -ahora con tetas de silicona a las que adora- y los celos de la ex.
Un mundo banal, de orgullos ridículos, ambiciones estúpidas, mucha miseria moral, no muy distinto al que nos rodea si uno se fija bien, pero en el que los protagonistas al final quieren salir a flote apelando a su dignidad. El nuevo tebeo de Peter Bagge está lejos de aquella odisea que fue ‘Odio', pero sigue siendo estimulante, original y muy divertido. Uno nunca quiere dejar de ver desfilar viñetas con sus dibujos característicos delante de sus ojos pasen los años que pasen. Por eso, como con Woody Allen cada año, traiga lo que traiga, a Bagge hay que leerle.
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