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Chaves Nogales, literatura sobre la Guerra Civil para paladares muy demócratas

ÁLVARO GONZÁLEZ. 28/08/2013 Un periodista rescatado del olvido se convierte en la sensación con sus relatos de la Guerra Civil que rechazan tanto al fascismo como a los revolucionarios de izquierda

MADRID. Decía Chaves Nogales que la lucha de su vida era contra la estupidez y la crueldad, que le producían un odio insuperable. Eran los argumentos con los que se distanciaba de los revolucionarios en cuyas manos había recaído la defensa de la República española en 1936 y de los fascistas, que pretendían destruirla.

Su impresión era que en aquella España no quedaba nadie que defendiera la causa de la libertad. Estábamos a merced de los totalitarismos matándonos los unos a los otros, explicaba. En su relato ‘La defensa de Madrid' lo expresó sin dar lugar a equívocos:

"La verdad es ésta. Los heroicos y gloriosos ejércitos que luchaban en la Ciudad Universitaria estaban formados con la escoria del mundo. Basta fijar los ojos en la lista de las fuerzas que los componían. Frente a la Brigada Internacional de los rojos, la Novena Bandera del Tercio Extranjero de los blancos, una y otra, receptáculo de todos los criminales, aventureros y desesperados de Europa" 

En la reedición de esa obra -Editorial Renacimiento, 2011- Antonio Muñoz Molina se deshacía en elogios ante esta postura moral e ideológica de Chaves Nogales. Parece que todas las toneladas de propaganda vertidas por el franquismo y sus herederos, cuando reivindican que el golpe del 36 se hizo contra el bolchevismo, han hecho mella y ahora resulta que un escritor al que le disgustaba tanto Moscú como Berlín y su única causa era una república democrática se convierte en un clavo ardiendo al que agarrarse desesperadamente: ni con los vencedores ni con los vencidos, con los listos y guapos.

Así, causa sensación actualmente cuando Novales se describía a sí mismo como "un pequeño burgués liberal, ciudadano de una república democrática". De hecho, Andrés Trapiello en el prólogo de la reedición que nos ocupa -A sangre y fuego, Editorial Renacimiento, 2013- afirma que los trabajos de este periodista han sido muy bien recibidos entre la elite intelectual.

La obra en cuestión son una serie de relatos, basados en hechos reales, sobre la guerra. Son directos, descarnados a veces. Dicen que de prosa barojiana. Y lo que es de agradecer, literariamente hablando, es que su escepticismo con la causa gubernamental genera un relato sin héroes ni lastres ideológicos. Todos tienen su reverso tenebroso, como en las series de HBO, para que me entiendan. Pero llama la atención que la postura equidistante del periodista se merezca tanto aplauso. 

Como él mismo dice en las primeras páginas de A sangre y fuego, abandonó Madrid el día en que lo hizo el Gobierno cuando marchó a Valencia. Entendió que ahí acababa su compromiso con la causa y marchó al exilio. Deja frases muy atractivas, como que sabía que en el extranjero tendría que mendigar el respeto como inmigrante o exiliado, pero se le hacía más fácil la servidumbre fuera de España que dentro. Pues Chaves Novales entendía que de la contienda sólo iba a salir una tiranía. Roja o blanca, eso daba igual.

Ilustración: 'Proclamación de la II República Española'

Y lo cierto es que la postura del autor es estupenda, sobre todo a estas alturas de la vida que ya todo el mundo es consciente de los excesos cometidos en nombre del socialismo real. Pero son estupendas para comentarlas con un café y enviar un par de fotos a Instagram con el iPad tuiteando: "aquí, tarde estupenda hablando de Chaves Nogales".

Porque en su momento miles de españoles no tuvieron la suerte que tuvo de él de poder largarse cuando le dictó su conciencia. Las primeras bajas de Madrid no cesaron hasta sumar veinte millones de soviéticos a miles de kilómetros de aquí. Ese esfuerzo derrotó al nazismo. ¿Y qué hubo que hacer para contener después al comunismo por si quería ir más allá de donde le habían dicho en Yalta? Pues, de entrada, enviar cierta señal que fueron dos bombas nucleares en dos ciudades japonesas a primera hora de la mañana. ¡Ojalá los destinos del mundo fueran resultado de las amables disputas de profesores de universidad socialdemócratas de sesenta años! Pero no, en el siglo XX corrió la sangre, y más aún en el tercer mundo, que tuvo que sacar materias primas a destajo y sufrir hambrunas para que nos matáramos mejor. 

Esto no quiere decir que el mundo, como muy bien advirtió Chaves Nogales, no se hubiera vuelto loco por culpa de los totalitarismos. Lo expresa muy descriptivamente cuando dice que el proletariado en Rusia era víctima de una dictadura que se creía que él ejercía o que en Italia con el fascismo las raciones de comida no eran más abundantes. Pero aún así, siendo tan fusilables tanto por los revolucionarios como por los fascistas, otros personajes del momento como Julián Zugazagoitia, por ejemplo, no perdieron de vista la cuestión de fondo. En Guerras y vicisitudes de los españoles del escritor vasco no falta rechazo a los crímenes, excesos y delirios revolucionarios del 36, pero el hecho de que los anarquistas y los comunistas apoyaran a la República no la convirtió ni en una cosa ni en otra. En convencernos de lo contrario han gastado mucha tinta los franquistas. 

Por otro lado, también se elogian hasta lanzar vítores las cualidades periodísticas del autor. Sin querer desmerecer otras de sus obras, al menos en ‘La batalla de Madrid' y ‘A Sangre y fuego' habla de sucesos en los que no estuvo ni cerca, ni lejos: es que no estuvo delante. Esto es algo que, por supuesto, no le ha pasado inadvertido a Arcadi Espada, obsesionado como está con ese tan a menudo indigesto maridaje entre literatura y periodismo. Como muestra, en ‘La defensa de Madrid', descubrimos una versión de la muerte de Durruti inédita hasta ahora:

"Durruti se dirige rápidamente a la primera línea de fuego, donde se coloca a la cabeza de sus hombres animándoles al grito de ¡Viva la FAI! De repente, se lleva la mano al pecho. Es trasladado a la retaguardia y llevado en una camilla al Ministerio de la Guerra".

En los libros de Historia pone que se hallaba a más de un kilómetro de las líneas enemigas. Parece que murió de un disparo a quemarropa. No se sabe si por accidente, si porque sus hombres de confianza, que le acompañaban, no lo eran tanto. Pero lo que sí que está claro es que Chaves Nogales lo que hace es inventarse lo que pasó. Así que, por el lado del periodismo, en estas dos obras mencionadas, no es muy reivindicable.

Dicho todo esto, ¿qué tal está A sangre y fuego? Pues no haga ni caso a este plumilla. Son unos relatos cojonudos. Empieza con ‘Y a lo lejos, una lucecita', sobre unos milicianos insomnes que persiguen, desesperados, a los espías de la Quinta columna que había en Madrid. Asesinan in situ a todo aquel que descubren, incluida una joven. No tienen piedad. La falta de sueño y el fanatismo les llevan a perder el juicio hasta la paranoia. Luego le toca el turno a la retaguardia de los nacionales. La gesta de los caballistas narra la brutal represión de un cacique andaluz en el territorio conquistado a todo aquel que se hubiera distinguido por su pensamiento o ideología, a veces sólo por pensar. Penetrará el lector en los estragos que causaron las bombas franquistas sobre la población civil en ¡¡Massacre, massacre!! Y las represalias que se tomaban contra los fascistas cautivos en la capital, con aparición de Alberti "con su aire de divo catador de tangos" pimplando en una taberna. En resumen, una narración arrebatadora para describir con todo el dolor de su corazón lo que era, dicho mal y pronto, una merienda de negros. El único problema, el mencionado. Donde unos ven lucidez y valores elevados, tal vez lo que haya sea cinismo. Pero oiga, igual por eso ha gustado tanto a los intelectuales de hoy en día. 

A Sangre y Fuego "Héroes, Bestias y Mártires de España"
por CHAVES NOGALES, MANUEL

ISBN: 9788415177685
Editorial: RENACIMIENTO
Fecha de la edición: abril 2013
Encuadernación: 02
Nº Páginas: 328
Colección: NARRATIVA , Número 38
 

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17 comentarios

Pablo Ortega escribió
06/09/2013 18:21

Bueno, Álvaro, yo no niego que hubiera una conspiración MILITAR en la que participó la EXTREMA derecha política (carlistas y alfonsinos) y empresarial (March), pero hasta donde yo tengo entendido, la mayoría del empresariado de la época no estaba implicado en el golpe, ni tampoco la CEDA, por lo que no se puede decir que fue una conspiración de la derecha. Y que yo recuerde, el trabajo infantil ya se había prohibido para los años 30. La Fiscalía actúa de forma independiente, es verdad. Y lo cierto es que debió haber actuado para imputar a los guardias civiles que asesinaron a Calvo Sotelo y no lo hizo. Eso envió un mensaje de impunidad que empujó a muchos militares indecisos y al carlismo a sumarse el golpe, cosa que afirman todos los historiadores serios. Tampoco hizo nada Indalecio Prieto pese a lo que le confesó Condés y pese a que fuera uno de sus guardaespaldas el asesino.

Álvaro González escribió
05/09/2013 20:25

Yo creo que sí que hubo una conspiración de la derecha contra la República. Lo prueba, fíjese, que el 18 de julio hubo un golpe de estado y se instauró una dictadura de derecha extrema. Cuando digo que ese plan era por si perdían las elecciones, no digo que fuese la CEDA quien lo tuviese, sino la oligarquía que financió el golpe y que tenía en ese partido un brazo político afín a sus intereses. Si con ceguera ideológica se refiere a estar en contra del trabajo infantil y otras características de la época estoy completamente cegato. La Fiscalía del Estado puede estar designada por el Gobierno, pero actúa de forma independiente. Y estoy de acuerdo con una cosa que dice: "el golpe de Estado sólo hubiera estado justificado en caso de haber un intento del Frente Popular de acabar directamente con la democracia, cosa que nunca sabremos si habría ocurrido". Con eso me doy con un canto en los dientes.

Pablo Ortega escribió
05/09/2013 10:07

La historia del teniente Castillo es más compleja de lo que cuentas, Álvaro. Los tradicionalistas detestaban al teniente por haberle disparado éste a un joven tradicionalista a quemarropa con armamento real durante el convulso entierro de Anastasio de los Reyes. Acción por la cual, por cierto, Castillo nunca fue imputado. Por ende, fue la mera venganza la motivación para el asesinato de quién no era más que un mero teniente. No se pretendía generar ninguna reacción que no hubiera generado ya los más de 100 y pico asesinatos políticos que habían ocurrido en 1936. ¿Y acaso el asesinato de Castillo justifica el de Calvo Sotelo y el que los culpables de este último quedaran impunes? No deje que su fanatismo lo ciegue, por el amor de Dios. No niego que Falange efectivamente fuera una organización terrorista en los primeros meses de 1936, aunque su paso al terrorismo se debiera más como respuesta a la violencia de las fuerzas paramilitares de los partidos y sindicatos de izquierda (de los que era instructor Castillo, por cierto) que a una estrategia de la derecha en conjunto para apoderarse del poder de la cual no hay indicio alguno. Ningún historiador serio ha descubierto indicios de una conspiración conjunta entre la derecha política (o sea, la CEDA) y los militares golpistas. Gil-Robles no pintaba una mierda en los planes de los golpistas, o si no baste ver como lo trató después Franco. Así que no me venga usted con teorías locas dignas de Pío Moa. No apruebo en lo más mínimo el terrorismo de Falange, y apruebo la acción represora de la República contra ellos. Es una pena que no la aplicaran también con la izquierda, empezando con los anarquistas. Esa fue la diferencia fundamental entre la Segunda República y la Transición: que en la segunda un asesino no saldría impune cómo salieron impunes los asesinos de Calvo Sotelo. En la Segunda República habían cosas mucho peores que el supuesto complot de Zapatero. Como por ejemplo, la anarquía que había causado 269 asesinatos por razones políticas en menos de medio 1936. Aún así, ni siquiera eso justificaba el golpe de Estado. No me tome por franquista, que no lo soy. El golpe de Estado solo hubiera estado justificado en caso de haber habido un intento del Gobierno del Frente Popular de acabar directamente con la democracia. Cosa que nunca sabremos si hubiera ocurrido o no en caso de no haber ocurrido el golpe. Y no venga usted por favor a mostrarnos su incultura histórica motivada por su ceguera ideológica. ¡Si hoy en día incluso hay dudas sobre si Franco estaba o no involucrado en el golpe antes del asesinato de Calvo Sotelo! Cuestión sobre la que personalmente no me pronuncio. PD. La fiscalía del Estado es un órgano, si mal no tengo entendido, designado por el Gobierno. En él recae la responsabilidad de hacer las acusaciones judiciales que el Gobierno estime convenientes.

04/09/2013 19:47

El asesinato de Calvo Sotelo hay que entenderlo en contexto de la venganza por el del teniente Castillo, que sí que quedó impune como te he dicho, y que no entiendo por qué pasas por alto ese detalle. La estrategia de asesinar a ese policía buscaba generar una reacción como la que tuvo lugar, que pudo ser más si cogen a Gil Robles, a quien buscaron en principio. Tienes un libro escrito por Felipe Beltrán Güell en 1938 que se llama 'Preparación y desarrollo del Alzamiento Nacional', antes de que se pusiera en marcha la maquinaria propagandista del franquismo para legitimar el 18 de julio con los argumentos que estás empleando y antibolchevismo, que cuenta cómo se gestó todo. En él, dice que la Sanjurjada fracasó por falta de "atmósfera". Para eso se puso en marcha una estrategia de crimen-represalia. Y luego, se le leía la cartilla en el Congreso al Gobierno. Te copio de la Historia de España de Ramos de Oliveira: "El 12 de marzo por la tarde, saliendo de su domicilio con el policía que le daba escolta, el profesor y vicepredente de las Cortes, socialista, Jiménez de Asúam fue blanco de un atentado del que escapó ileso, pero el funcionario que le acompañaba perdió la vida. Otro día, colcaron una potente bomba en el domicilio de don Eduardo Ortega y Gasset. La vivienda quedó destruida; ausentes en aquel momento el abogado republicano y su familia, no hubo que lamentar víctimas. En Santander asesinaron al socialista Malumbres, director del semanario La Región. Otra víctima del terror blanco fue don Manuel Andrés Casaus, director de La Prensa de San Sebastián. El 13 de abril asesinaban a don Manuel Pedregal, un juez que había sentenciado días antes a treinta años de presidio a un pistolero fascista. En mayo sucumbió en las calles de Madrid el capitán de Asalto señor Faraudo, en circunstancias dramáticas por demás, cuando marchaba acompañado por su esposa; los terroristas dispararon desde un automóvil, incrustando todas las balas en el cuerpo de Faraudo, hecho que evidencia, quizás, el carácter profesional de los criminales. La oficialidad republicana de Asalto se resignó, aconsejada por el deber y la disciplina. El crimen quedó impune. El 12 de julio asesinaban al teniente del mismo cuerpo, señor Castillo, en parecidas condiciones, también en la vía pública" Y así se llega al de Calvo Sotelo. Pero para ese momento el apoyo financiero dentro y fuera de España, el apoyo de los italianos y el de los alemanes, que se intentó llevar a espalda de Inglaterra, ya estaba negociado y cerrado. Y a una época convulsa, con disputas también a tiros entre los propios sindicatos de izquierda, el terrorismo blanco puso las llamas y la gasolina que faltaban para desencadenar su hoja de ruta por orden. Todo se reduce a que la derecha no pensaba perder las elecciones del 36 y cruzarse de brazos. Ni más, ni menos. Por lo demás, no me valen las acusaciones de sectareas a las politicas republicanas, si la República estuvo la mayor parte del tiempo gobernada por la derecha, para empezar. Ni me valen las acusaciones a Azaña como mal gobernante. Me da igual lo que fuera. De Aznar o Zapatero se han vertido ríos de tinta llamándolos subnormales y ¿Qué justifica eso? De Zapatero se ha dicho que, en resumidas cuentas, colaboró con un compló con Al Qaueda y ETA para asesinar a 200 personas, descolocar a la opinión pública y hacerse asi con el poder. No hay nada que iguale eso en la II República ¿Te parecería lógico que se hubiera desencadenado una ofensiva militar con el asesinato instantáneo, in situ, de todos los militantes de partidos de izquierda, maestros y artistas significados y la imposición de una dictadura militar sin fecha a la vista de elecciones? En cuanto a los militares 'indecisos' de 1936, no perdían el tiempo en convencerles. Las primeras víctimas de la guerra fueron el general Romerales y sus colaboradores por no sumarse a la rebelión en Melilla. Luego, en Tetuán, el comandante Puente. Etc, etc... PD: Creo que la fiscalía del Estado es independiente del Gobierno.

Pablo Ortega escribió
04/09/2013 16:59

Que yo sepa, Álvaro, el Estado puede efectuar, en su condición de sujeto jurídico, acusaciones por el crimen tal a una persona determinada. Si no, ¿para qué existe la fiscalía general del Estado? Pero no, se cruzaron de brazos y no hicieron nada. El mismísimo Prieto habló con Condés después del asesinato de Calvo Sotelo y en vez de revelar su paradero o al menos lo que éste le había contado, prefirió callarse. Condés y Cuenca salieron impunes del conflicto, e incluso creo que sirvieron en las tropas de la República apenas comenzada la guerra civil. Esa impunidad fue lo que motivó a muchos mandos y partidos indecisos a pasarse al bando golpista -que no niego que estuviera conspirando desde antes de la muerte de Sotelo, aunque opino que de no ser por dicho asesinato, el golpe hubiera fracasado totalmente, como el de Sanjurjo-. Y si queremos ser exactos, la URSS no cortó la ayuda a la República, la fue reduciendo progresivamente que no es lo mismo. Y si usted se cree que a Andrés Nin lo torturaron y ejecutaron tan vilmente fue por qué él era un fascista encubierto y no por órdenes del Padrecito o el PCE, ya es su problema. Y, Perri, yo no juzgo a la República por haber luchado por su existencia. Juzgo a la República por haber cedido el control de la situación a quienes, de entre sus defensores, no eran demócratas. Juzgo a la República por todos los errores sectarios que cometió durante su existencia que desafectaron a amplias masas de la población del proyecto republicano, como el infame artículo 26 de la Constitución del 31. Al menos es positivo ver que usted reconoce que Azaña era un inepto y no el supuesto estadista que ven en él las izquierdas de hoy en día.

perri el sucio escribió
03/09/2013 01:37

me permito terciar en el debate sin ser invitado. En primer lugar, eso de decir que quién es un juez para imputar a nadie... hombre, la república podía ser un lugar horrible para los españoles de bien, pero ese tipo de crímenes rojeras (tener jueces que juzgan) son comunes en bastantes democracias. Aparte, el tema de juzgar a la república por haberse empeñado en existir me fatiga y estomaga a partes iguales. ¿Qué debía haber hecho? ¿Entregarse a un ejército de lealtad más que dudosa y tomárselo con calma, "esto es una desaceleración temporal de la convivencia"? Los burgueses demócratas españoles, que es como decir la república, bebían del ejemplo y apoyo de francia, y francia, por diversas cuestiones complejas (porque en el país vecino también el populacho había votado mal y III república estaba a punto de explotar) no apoyó a un supuesto aliado, que le pedía un favor tan favor como vender armas a cambio de dinero con respaldo en oro contante y sonante. Eso y el apoyo de gran bretaña al lado franquista condicionó la estrategia ulterior de los gobiernos republicanos, a saber: sobrevivir como sea. A partir de ahí, puede usted decir, apoyando el codo en la barra del bar, que "si yo hubiera gobernado la república bla bla bla y lo habríamos hecho guay", pero los hechos son que los sucesivos gobiernos se dedicaron a jugar carambolas cada vez más complicadas entre la mala situación militar, la pésima situación de la organización militar, política y económica del país, el hambre y las bombas, stalin que veía la guerra como una especie de barra libre, y los aliados occidentales, que efectivamente te condenaban a diario si no te limitabas a quedarte quieto siendo fusilado sin derramar el té. Y en ese sentido, es cierto que para un demócrata es muy frustrante verse en una situación tal, donde todas las respuestas son incorrectas, pero también es muy egoísta darle una patada al tablero cuando vas perdiendo y decir que apechuguen los desgraciaos que se quedan ponerte a quejarte de que la vida es terrible e injusta, que es el caso de Azaña, estupendo escritor y pensador, pero pésimo político, a cuya ineptitud se debe una parte sensible del estallido y medio éxito del alzamiento. Después de este tocho, decir que efectivamente chávez nogales es un señor burgués de su época, y hasta ahora lo mejor que me he leído de él es su biografía de Belmonte, donde pone lengua a las anécdotas ultrasevillanas por lo exageradas del torero. Un viaje imprescindible a un país y un tiempo que son al mismo tiempo muy cercanos y de otro planeta. Me dejó con muchas sensaciones buenas, y eso que a mí los toros me dan bastante grima.

Álvaro González escribió
02/09/2013 19:03

Hombre, Pablo. Yo creo que el Gobierno no es nadie para hacer las imputaciones en un caso de asesinato y que eso corresponde a un juez. En la II República en este Reino y en cualquier estado de derecho. Los guardias de asalto que no cogió la policía tuvieron que esconderse. Y esto fue el 13 de julio, el 18 echó al traste la investigación. De todos modos, la preparación del golpe de estado era bastante anterior en el tiempo al asesinato de Calvo Sotelo. Por cierto, que de todo aquello, el crimen que sí se quedó sin resolver fue el del teniente Castillo, que fue el que motivó la venganza sobre CS, que inicialmente iba a ser Gil Robles. Y sobre nuestra discrepancia anterior, recuerdo que los 13 puntos de Negrín, del año 38, en el punto cuarto pedía un "plebiscito". A la URSS no le gustó y cortó la ayuda a la República. Fíjese, cómo tenían de controlado al Gobierno.

Pablo Ortega escribió
02/09/2013 17:57

En primera, las imputaciones de los acusados debió haberlas hecho el Gobierno, no un juez por su cuenta. Por cuestión de que se supone esto es una democracia y tal. Y de paso, al juez no lo dejaron maniobrar -pero nadie recuerda esto, pero eso sí, todos a criticar el cómo Juan Carlos maniobró para desimputar a su hija-, pues si no, ¿por qué nunca se imputó al asesino de Calvo Sotelo, Victoriano Cuenca? ¿por qué nunca se imputó al jefe de la cuadrilla que detuvo y asesinó a Sotelo, Condés? Yo no estaría tan seguro de que efectivamente el Gobierno se disgustó. Habían quiénes veían con miedo la próxima guerra civil que se avecinaba, pero al final se impusieron los que decidieron no tomar ninguna medida legal desde el Gobierno hacia los asesinos de Sotelo. La República cayó por qué fue perdiendo a marchas forzadas su calidad democrática, hasta dejar de serlo con la destrucción de la legalidad republicana por los milicianos -y no por el golpe de Estado, pues hay innumerables casos de países que no caen en la anarquía por un golpe de Estado y logran rechazarlo-. Por eso fue que perdió el apoyo de muchos que eran demócratas, o podrían haber simpatizado la democracia, y a los cuales las circunstancias empujaron a terminar del lado de los fascistas, tal como Azaña -que no es personaje que me agrade demasiado por su anticlericalismo, por cierto- terminó atrapado al lado de los comunistas, los anarquistas y el ala revolucionaria del PSOE.

Álvaro González escribió
02/09/2013 14:20

Tras el asesinato de Calvo Sotelo el juez se puso a hacer detenciones. Por cierto, tras encontrar una furgoneta. Todas las conspiranoias españolas tienen furgonetas. Ese crimen no lo permitió la República. Tienes sobrados testimonios del disgusto que le causó al Gobierno por cómo complicaba la situación. Es como si me dices ahora que nuestro país no es democrático porque ETA ha asesinado a Miguel Ángel Blanco. Si coges la España entre el 75 y el 85 y la España entre el 31 y el 36 no sé dónde vas a encontrar mejores estándares de "democracia ejemplar" según tu criterio. A la República se la destruyó precisamente porque era democrática. Se hizo en cuanto la gente "votó mal", como ocurre a veces en las democracias. Y creo que es una buena prueba bastante concluyente de esta hipótesis que los que se cargaron la República, los vencedores, mientras gobernaron no hubo ni atisbo de nada democrático.

Pablo Ortega escribió
02/09/2013 04:12

En realidad, Álvaro, el Ejército español no fue decapitado, al menos en las zonas leales. En las zonas leales, donde el golpe fue parado por la lealtad de la mayoría del Ejército y no por la reacción popular, diga lo que diga la propaganda republicana, no había razón alguna para disolverlo y sustituirlo por milicianos inexpertos más ocupados de asesinar burgueses que de defender la legalidad democrática en la cual muchos de ellos no creían. Ese fue, junto con dar armas a los milicianos, el gran error de la República, el que le costó directamente la guerra. Por que hubo muchos otros errores (como el hacerse la vista gorda con los asesinos de Calvo Sotelo que le permitió a Mola obtener la adhesión de varios mandos militares indecisos, pues un país donde unos policías detienen y asesinan a un diputado sin orden judicial no es precisamente una democracia ejemplar) que explican la derrota de la República. Usas un ejemplo (el de Gran Bretaña) que nada tiene que ver con la GCE. No es lo mismo defender a un aliado totalitario -que fue lo que hicieron los británicos- y otra permitir que vaya adquiriendo cotas de poder cada vez más importantes dentro de tu propio país como ocurrió en la España republicana durante la guerra. Por esa razón es que no creo que hubiera sobrevivido la democracia de haber triunfado la República en la guerra civil. O al menos, lo veo muy díficil. Chaves Nogales hizo lo correcto, en mi opinión, pues ninguno de los dos bandos representaba realmente la democracia y la libertad. Casi todos los demócratas republicanos -como Azaña o Besteiro- estaban reducidos a ser meros florones sin poder.

31/08/2013 20:19

Pablo, es interesante lo que comentas y las citas que traes. Pero no creo que debamos leer la Historia de forma lineal, ni con hipótesis basadas en nuestra forma actual de ver el mundo. Cuando los fascistas decapitan el Ejército el 18 de julio, las primeras víctimas de la guerra civil fueron los militares leales -puedes leer el libro que rescató Reverte de Vicente Rojo que es muy ilustrativo sobre esta cuestión- ¿Qué esperar entonces? ¿Cómo armar un ejército para hacer frente a tu propio ejército preservando en todo momento la legalidad republicana y las garantías de un estado de derecho? ¿Qué opción tenía el Gobierno de la República? ¿Era culpable por no rendirse? Él hizo bien en largarse cuando vio perdida la causa republicana -cuando la vio perdida él y su muy libre hipótesis ya en el 36- ¿Pero a partir de ahí qué? En el 41 los ingleses tuvieron que decir que Stalin era un tío de puta madre y censurar al que dijese lo contrario. Mientras, Stalin puso 20 millones de muertos para derrotar a Hitler (sí, porque a él tampoco le quedaba otra) No obstante, si el destino de Gran Bretaña hubiese sido hundirse como nuestra República, también se diría que Inglaterra estaba controlada por el estalinismo, citando a Orwell mismamente, y que al final de la II GM de ahí habría salido un totalitarismo rojo. Lo que quiero decir es que los que no podían huir y pasar página, especialmente los que no lo hicieron porque consideraban que era su responsabilidad no entregar al pueblo español cuya soberanía representaban, son para mí el referente moral. Yo entiendo a Chaves Nogales, no faltaría más, soy un ciudadano del siglo XXI, pero su tan aclamado prólogo para mí no es encomiable ni mucho menos. Se trata tan sólo de eso, no me ensaño. Además, creo que él no tiene la culpa de que digan que sus relatos sobre la Guerra Civil son periodismo. Flaco favor.

Pablo Ortega escribió
31/08/2013 04:54

Honestamente no entiendo el por qué esta reseña indirectamente se ensaña con Chaves Nogales por sostener una posición equidistante entre las dos Españas. ¿Acaso la República en la guerra civil era realmente democrática? ¿Acaso un gobierno que permitió una descarada persecución religiosa merece ser denominado democrático? De los tres grandes sostenes de la República en la guerra, el PSOE; el PCE y la CNT, tan solo el primero era parcialmente demócrata (sí, dudo mucho de las convicciones democráticas del negrinismo). Honestamente no creo que de haber triunfado la República en la guerra se hubiera restablecido la democracia. Lo dijo Azaña mejor que yo: "La guerra está perdida; pero si por milagro la ganáramos, en el primer barco que saliera de España tendríamos que salir los republicanos, si nos dejaban."

hglf escribió
29/08/2013 21:46

Saludos Aquí un extranjero. La frase del principio, sobre las brigadas internacionales... ¿Así piensan, ahora, los españoles sobre el papel de ésas personas, que son escoria?. Porque ... es un insulto y una malcriades; desde mi punto de vista. Ellos se jugaron la vida por un ideal o una causa de la que podrían haber pasado. ¿Se puede aclarar ese tema?

29/08/2013 20:07

Un placer leer su post, Joaquín. Precisamente, esta tarde he salido en busca de 'Las armas y las letras'

Cañas escribió
29/08/2013 19:14

Excelente escritor y periodista que, como bien dices, no fue testigo ocular de nada, y fantaseó con los hechos, así que transformarlo en "fuente imprescindible para saber lo que de verdad pasó en la guerra", como pretenden Trapiello, Muñoz Molina y compañía, va un buen trecho. Pero bueno, los equidistantes recorren esos trechos sin despeinarse.

parvulesco escribió
29/08/2013 18:39

Muy buena reseña.

Joaquín escribió
29/08/2013 16:03

No sé puede entender la guerra civil sin leer a Chaves. Con tu permiso, Álvaro, me gustaría invitar a tus lectores a leer las entradas en mi blog sobre Chaves, Trapiello, Julián Marías... y la guerra civil http://despuesdelhipopotamo.com/category/guerra-civil/ Un cordial saludo

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