VALENCIA. El cambio climático ya no parece estar en la agenda política, pero sus efectos siguen siendo perceptibles. Desde un punto de vista económico, uno de los más significativo es el deshielo de parte del Ártico en verano, lo que ha hecho que el estrecho de Bering sea navegable entre julio y noviembre.
Este fenómeno ha sido aprovechado por China para iniciar el tráfico de mercancías para Europa por este punto, en lugar de bajar hasta el Océano Índico y entrar a este mercado a través del Canal de Suez, recalando en el puerto de Valencia para realizar las descargas.
A pesar de que se trata de un tanteo, lo cierto es que la experiencia ha sido un éxito para la naviera china Cosco ya que su primer mercante en la ruta, llamado Yong Sheng y con una capacidad de 19.460 toneladas, ha completado el viaje hasta Rotterdam (Holanda) en 33 días, frente a los 48 de la ruta tradicional.
EL CORREDOR MEDITERRÁNEO, EN CUESTIÓN
Además, el hecho de realizar la descarga en el puerto holandés de Rotterdam permite acceder directamente al corazón económico del continente, ahorrando los costes de transporte ferroviario o por carretera desde Valencia y quitando parte de la justificación económica del Corredor Mediterráneo de mercancías, cuya construcción se encuentra en fase inicial.
En el puerto de Valencia la gestión de mercancías con destino u origen en China superan el 10% de su tráfico y, si el gigante asiático logra su objetivo de desviar por el norte el 15% el impacto se prevé que sea significativo. Esta merma se sumaría a la reducción del negocio fruto de la crisis de demanda en Europa que ha descendido un 7,5% entre enero y junio de este año hasta los 3,7 millones de toneladas, un 11% del tráfico registrado por la Autoridad Portuaria de Valencia (APV).
Actualmente, algunos los mercantes transoceánicos que llegan a Valencia bien cruzan el estrecho de Gibraltar con destino a Estados Unidos o el cono sur, bien siguen ruta hasta el mar del norte. Con un acceso más fácil al puerto de Rotterdam, próximo a las zonas de mayor consumo de Europa, no sólo los que tienen como destino esa ciudad holandesa podrían optar por esta alternativa, sino también los que van a América, ahorrando costes a los compradores centro europeos durante la temporada estival.
LA CARA Y LA CRUZ
En todo caso, distintas fuentes portuarias son escépticas ante este riesgo, por lo que no ven motivos para disparar las alarmas. La razón fundamental es que las actuales condiciones de navegabilidad del estrecho de Bering no son las habituales. Aunque en los últimos 30 años se ha perdido tres cuartas parte de la capa de hielo flotante, según Greenpeace, lo cierto es que este año ha sido uno de los más calurosos de la década, lo que no quiere decir que en 2014 se repita esta situación.
En contra de la apertura de esta nueva vía par el comercio entre China y Europa está precisamente la incertidumbre que genera el hecho de no poder garantizar un tránsito habitual por la ruta y los inciertos límites de la temporada, que puede durar entre cinco y tres meses, a la hora de planificar a largo plazo la temporada.
Además, no todos los cargueros que hacen la ruta actual pueden afrontar las condiciones climáticas que impone el círculo polar, por lo que sólo algunas compañías disponen de naves lo suficientemente adaptadas a esta región y son los suficientemente grandes como para llevar una carga suficiente para rentabilizar cada viaje.
Sin embargo, el componente geopolítico también influye en el replanteamiento a largo plaza, ya que China podría dinamizar la costa norte del país, muy atrasada frente a la costa sur; permitiría sacar de la ruta a su enemigo Taiwan y al tiempo que Rusia podría sacar su parte del negocio cobrando el servicio de rompehielos y revitalizando los puertos del norte, en franco abandono desde la caída de la URSS.
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