En la imagen, Slim (i) junto al notario público, Daniel Goñi (2i); el mayor fabricante de papel en México, Miguel Rincón (2d); y el empresario mexicano Olegario Vázquez Raña (d), sentados en una mesa del bar Moncho tras una partida de dominó. EFE/Brais Lorenzo
AVIÓN (ORENSE) (EFECOM).- Carlos Slim, septuagenario, dueño de la telefónica Claro, inversor en más de 200 empresas y poseedor del patrimonio más abultado del globo terráqueo, ha hecho este 2013 su particular agosto en Galicia.
Con una fortuna de infinitos ceros, 73.000 millones de dólares, ha escogido para su fin de semana el bar Moncho, de Avión, en Orense, un lugar reservado para la tertulia, que se promociona por el buen vino y su especialidad culinaria: las carnes a la brasa.
Allí ha podido enfrentarse el magnate mexicano a una operación con 28 fichas rectangulares, las del dominó, acompañado por su buen amigo y anfitrión, Olegario Vázquez Raña, hijo de emigrantes de este municipio gallego y titular de un holding de sanidad, comunicación, turismo y finanzas en el país azteca.
Slim, que se va hoy y ya había estado en Avión, llegó el pasado jueves al aeropuerto vigués de Peinador y desde allí se dirigió en Rolls Royce a la mansión de Vázquez Raña, donde éste celebró el cumpleaños de su mujer, Ángeles Aldir.
En esta cafetería, Carlos Slim, según Forbes el hombre más rico del mundo, ha pedido beber una tónica y se ha detenido a comprar un helado Frigo.
"¿Este es nuevo, no?", ha preguntado señalando uno de los que ofrecía la carta.
De naturaleza amable, no oculta que desde niño le apasionaban las inversiones. También el béisbol, el fútbol americano, la música en vivo, pilotar autos...
Ya a una edad mas avanzada, los libros de economía e historia.
A los 25 fundó su primera empresa. Hace tiempo que duerme pasadas las dos de la madrugada y se levanta cuando en el reloj dan las ocho.
Tiene seis hijos. Su mujer, Soumaya Domit, falleció a consecuencia de un padecimiento renal y no se ha vuelto a casar de nuevo.
Tres descendientes tiene Olegario Vázquez Raña, alguien que necesita un descanso mayor que el de su compañero de juego. Nueve horas no las perdona.
Su infancia la recuerda Olegario con ganas de muchas cosas, y quizás por ello no concibe ni entiende el robo.
Él jamás ha quitado nada a nadie, y en su mente se alberga uno de los consejos que le daba su madre, ganar dinero no es tan difícil, pero saber gastarlo sí, y eso es lo verdaderamente importante.
Como Slim, Vázquez Raña, que escoge bajar la actividad en lugar de retirarse del todo, es un ferviente apasionado del deporte, prácticamente en todas sus modalidades.
Una de las cualidades que más valora es la de saber escuchar y uno de sus vicios tiene nombre de fruta: cerezas.
Slim, con pantalón blanco y camisa de idéntico color con listas, y Vázquez Raña, de azul y blanco, al igual que la bandera gallega, asumen su dominó con una sonrisa perenne.
"Pasad, pasad". Es el mensaje a los periodistas apostados en la puerta del negocio hostelero, a los que permiten contemplar parte de sus estrategias y maniobras para vencer.
Carlos Slim no baja la vista ni para dar un sorbo.
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