Con gran éxito de audiencia y de crítica, Masterchef llega a su final con demasiados indicios de estar más guionizado que una telenovela de sobremesa
MADRID. Cinco millones de espectadores y cuatro mil tuits por minuto son los registros de la final de Masterchef. Un programa que ha ido de menos a más y ha terminado conquistando, además de la audiencia, el respeto de las masas biempensantes. Basta darse una vuelta por los mentideros de los diarios digitales para comprobar el efecto que ha causado el último éxito de la televisión pública. Lo más importante para mucha gente es que los concursantes eran "personas normales".
No eran homosexuales teñidos de rubio que se lanzan al vacío y se rompen los huesos, no parecía un carromato de disminuidos intelectuales y en definitiva, nadie rompió a follar con el de al lado para luego dirimir en platós durante veinticinco años a quién pertenecía ese trozo de carne. Sí se ha llorado, eso por supuesto, ya que un reality sin lágrimas es como un equipo de informativos sin chicas guapas y pizpiretas. Pero eran, como dicen las masas, "personas normales". Eso es excepción en la televisión moderna, se conoce.
De esta manera, la tensión catódica del reality ha quedado supeditada a los veredictos sobre los platos. La gente ha vibrado en sus hogares con la inventiva de los aspirantes a Mejor chef aficionado de España, chúpate esa, que este título no lo tienes, Fernando Ramírez de Haro, esposo de Esperanza Aguirre, conde de Murillo, conde de Bornos y descendiente directo de Felipe el Hermoso.
Ha resultado muy curioso ese detalle. Por ahí se leen quejas de espectadores que consideraban que, en la semifinal, la caldereta de pescado de Fabián fue mejor que la de Eva, que se le quemó un poco ¡pero si no la probaron! Luego criticamos la fase visual de la gastronomía, la calificamos de patochada pero en casa podemos valorar platos viéndolos por la tele.
Lo cierto es que si algo ha sabido Masterchef es mantener el interés en torno a la cocina, estrictamente. En su defecto, hay que decir que podría haber sido perfectamente un concurso de papiroflexia, no se habría notado la diferencia. Poca cultura gastronómica se ha aprendido. Todo consistía en que los jueces humillasen al concursante para alcanzar la gloriosa vergüenza ajena del espectador y luego ser condescendiente y mostrarse maravillado con los que han llegado a la final, para que la gente relajara los esfínteres. Como el sargento que te maltrata en la instrucción y te invita a una cerveza cuando juras bandera.
Además, la sombra del fraude ha planeado sobre este programa desde el primer día. Surgieron en Internet numerosas acusaciones de que el proceso de selección estaba decidido de antemano y no se elegía por habilidad sino por casting puro y duro. Lo que se dice dar en cámara. Luego a los diálogos se les notaba más guión que a un comunicado de prensa de Gas Natural. Pero lo mejor ha sido en la semifinal aludida, cuando a Eva se le quemó el plato y pasó ella a la final "por su trayectoria".
En la estacada se quedó Fabián, el querubín. Un chico muy majo, tan majo como el niño prodigio orientalista de Crónicas Marcianas, Carlos Blanco. Qué dicción, qué saber estar, qué control de las emociones. ¿Eso era un adolescente español? Pero suelta un ejque, un ¿oseasabe?, un quépó, teta... alma de cántaro, le salía a uno de las tripas cuando le escuchaba hablar ¿desde cuándo los adolescentes en España parece que tienen cuarenta y cinco años? Ni siquiera pataleó por los motivos peregrinos por los que se quedó fuera de la final. Es como si a La Roja le dan ahora la Confederaciones porque Brasil ha jugado con cinco defensas los diez últimos partidos y esa final, así, 'no se vale' ganar.
Esa era otra sospecha más de que el programa seguía un guión perfecto. Juan Manuel, el camarero que ganó finalmente, daba en cámara para ser el vencedor de Masterchef pasara lo que pasara. Generoso de mofletes, tranquilo, sosegado, con cierto aire al cocinero de Futurama, era la foto perfecta con la que han abierto los periódicos asustados por los cinco millones de espectadores
Juanma logró sorprender a Ferrá Adrià con sus propias idas. En el postre, sirvió un tartar de fresones con infusión de pétalos de rosa. El creador del Bulli ya daba pétalos de rosa en su día como entrante y confesó, ante las cámaras, que no sabían a nada y tenía que rociarlos con un preparado de agua de rosas. Ahora parecía maravillado. Pero seguro que estaba pensando: he creado un monstruo.
Si alguien odiaba la nueva cocina como sólo un español puede, tal y como explicamos en la primera reseña de este concurso, se lo pudo pasar pipa en la final con Adrià. El mejor cocinero del mundo también dijo que se alegraba mucho de que los aspirantes a ganador propusieran platos con cantidades pequeñas de comida, que esa era como una fase que había que superar para estar en el rollo. Hombre, la noticia hubiera estado en que con el del Bulli de jurado le hubieran dado un ‘potaje de mi abuela' o un ‘cocido de los que hace mi madre' y le hubieran dicho: queremos que valores su contundencia, cualidades somníferas en la sobremesa y potencial para alimentar a una cooperativa de obreros del campo.
Por otro lado, en el bacalao al pil pil de Juanma estaba decorado con crujiente de puerro. Le preguntaron el porqué, y contestó más o menos pues que para pintar la mona. Adrià se puso nostálgico y le quitó hierro al asunto diciéndole que en los primeros noventa todos ponían esa ornamentación en los platos por moda más que nada. Mire, mire, se estaban riendo de Usted, español medio, ¡llevaba usted razón!
Pero mejor aún fue el premio de consolación para Eva si usted lo que quería era meterse con Adrià y ya de paso con 'loscatalanes', que está muy de moda, le regaló un papel con el "secreto del ADN del proceso culinario de Ferrán Adriá" para su proyecto en Nueva York. Ella dijo que estaba emocionada, que le iba a poner un marco. En el papel se veían una serie de diagramas, pero... ¿qué carajo era eso por dios?
Al final, al margen de que todo haya ido perfecto, tan perfecto como un guión perfecto, sospechamos, lo relevante es que tras el éxito ahora viene el bombardeo. Una segunda edición y un formato especial con niños para estas Navidades. Bien por la explotación infantil. También está en el aire la posibilidad de una edición con celebrities, como se ha hecho en otros países. Aquí la crítica no será tan amable.
De todas formas, nuestro ganador ha estado muy bien. Dice que quiere seguir formándose para llegar a ser un gran chef, aunque ya tenga una oferta de trabajo -con tufazo a esponsorizada- de la cadena de restaurantes Bilbao Berria. De los jueces, no ha salido muy bien parada Vallejo-Nájera, investigada en la trama de evasión fiscal de Gao Ping mientas se emitía el programa, pero todavía no tenemos a nadie como Gregg Wallace, juez de la edición británica, que aseguró que si el éxito del programa le pilla con 20 años en lugar de con 40, todo habrían sido "fiestas, Ferraris y tías buenas, saldría cada semana en los tabloides". Casi como un futbolista de éxito, un estatus que no es poco deseado por muchos ‘Masterchefs' del mundo entero.
No he visto ni un femtosegundo de este programa, ¿es grave doctor?
Soy española especificamente de Valencia pero vivo en Venezuela desde el año 58. Mi comentario va desde esta lejana tierra. Les deseo muchos exitos mas a futuro.
Me encanto ese programa es el mejor de los masterchef que he visto. muchisimas felicidades y espero con ansia masterchef 2.
Se nota a la legua que Juan Manuel iba a ser el ganador. No es que no se lo merezca (tampoco he catado sus platos), pero la conmovedora historia de la muerte de su padre, de la promesa que se hizo y otros lloros le ponían como favorito. Luego está Eva, a la que casi siempre ha alabado, porque hacía unos platos redondos. Excepto el incidente con la sal y el plato "algo quemao". Luego llega a la final, se merienda a Juan Manuel (por las críticas que da el jurado, sus platos eran perfectos) y aún así no gana. Y luego el tongo es que ella pasara a la final. Hablando de tongos, se extendió la participacipación en el programa de varios concursantes, y eso también canta. Maribel, porque toda "madre" se siente identificada. Ahí duró tanto, a pesar de meter la gamba programa sí, programa también. Fabián llego a la final por "niño prodigio", pero ya se veía que si no era en postres, no valía nada. Le aseguraron el pase y dejaron que Eva se llevase por delante a Jose David. También es que se tenían que quitar de en medio a éste, porque es el archirrival de Juan Manuel, aunque hubiera dado una final muy jugosa. Pero no caía bien y mejor quitarlo antes de la final, no vaya a despuntar y se diga que no gana porque el público "le tiene manía".
Buen articulo.
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